22.

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Decidí saltarme la clase de gimnasia, incapaz de seguir aguantando tanta tensión como la que se respiraba entre Mina y yo. El resto de clases desde Historia se habían convertido en un suplicio insoportable; Mina había apartado su silla y casi me había imaginado separando el pupitre del mío con tal de establecer una distancia entre nosotros dos.

La hora de gimnasia era la última clase antes del almuerzo, así que había conseguido escaquearme y quedarme en el patio, bajo uno de los frondosos árboles y mirando distraídamente al cielo. Lay parecía haberse apiadado de mí y se había unido a mi «escaqueo»; él estaba tumbado cuan largo era en el césped, con las manos entrelazadas en la nuca y miraba distraídamente al frondoso follaje del árbol.

-Creí que no te vería con vida, tío –me confesó-. Cuando tu hermano nos dijo que nos piráramos… guau, estaba acojonado. ¿Qué pasó?

Me encogí de hombros.

-Tuvimos una charla de hombre a hombre –bostecé.

Las cejas de Lay se alzaron.

-¿Te dio una buena tunda?

Volví a encogerme de hombros.

-Contaba con la ventaja de no haber sido atropellado –contesté y Lay ahogó una risotada-. De todas formas, no quise enfrentarme a él… de haberle ganado, me hubiera convertido en el Beta.

-Serías un Beta de puta madre, tío –apostilló mi amigo-. Imagínate: Chase Whitman, Beta de día… rompecorazones de noche y en fin de semana.

Sabía que su intención había sido la de hacer una broma inofensiva, pero el comentario me dolió; Lay aún no parecía creerse del todo que lo mío con Mina había ido más lejos de un simple affair por rebelarme contra la manada. Calmé la voz que me instaba a que le diera un buen puñetazo en la cara y se lo di de broma en el brazo.

Me esforcé por reírme junto a Lay. Quería aparentar tranquilidad.

Tenía que convencer a todos que el asunto de Mina era agua pasada.

-Betty me ha dicho que las animadoras tenían sesión ahora, coincidiendo con tu clase de gimnasia –comentó Lay, cambiando de tema-. No entiendo cómo has podido perderte esa clase. ¡Va a ser una de las mejores del curso!

-Creo que ya he tenido suficientes sesiones de animación con Lorie –comenté-. Además, no tiene nada nuevo que yo haya visto.

Lay esbozó una sonrisita bastante lasciva.

-Y… cuéntame… ¿Quién está más buena desnuda: Lorie o Mina Seling? –inquirió con sorna.

Apreté los labios con fuerza.

Lay se incorporó, apoyándose en los codos, y se quedó observándome, sabedor de que había metido la pata hasta el fondo.

Su rostro cambió de color.

-Eeeeh… Vale, tío. Lo siento –se disculpó a toda prisa y su gesto mudó, como si acabara de acordarse de algo-. Carin ha estado alardeando de que estabas castigado toda la vida o algo así…

Entorné los ojos.

-Bueno, estoy bajo arresto domiciliario –confirmé, apoyando la espalda contra el tronco del árbol-. Teme que haga algo alocado…

-¿Como fugarte a Las Vegas para gastarte todo el dinero? –me cortó Lay, con una sonrisita.

La tensión del momento fue descendiendo hasta desaparecer.

-No me parece una mala idea –repuse, guiñándole un ojo.

Lay bostezó.

-Entonces, si tienes pensado hacerlo, no olvides llevarme contigo. Podríamos casarnos y todo en una de esas capillas tan cutres; te dejaría que te disfrazaras de Elvis, incluso.

Growl. (Saga Wolf #2.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora