Nos pusimos de acuerdo sin tan siquiera cruzar una palabra: nos abalanzamos al exterior, fuera de la protección del interior del coche, y, mientras Mina echaba a correr hasta el porche de la casa, yo me encargué de sacar nuestras bolsas de viaje y echaba a correr tras ella. Un relámpago cortó el cielo en dos y le di más celeridad a mis pasos. La lluvia me calaba, hasta meterse en mis huesos. Tal y como había predicho la hermana menor de Mina, la tarde se había truncado con aquella monumental tormenta.
Resollé sin poderlo evitar cuando alcanzamos el porche. Los ojos se me desviaron de manera automática a las ropas que llevaba Mina, completamente empapadas, y a la forma en la que se le pegaba al cuerpo. Me obligué a tranquilizarme y a pensar en otra cosa.
Saqué milagrosamente las llaves sin que se me resbalaran de las manos y encajé la llave dentro de la cerradura. A mis espaldas se oyó un trueno y Mina comenzó a frotarse los brazos, intentando entrar en calor; intenté girar llave, pero mis dedos estaban empapados y resbalaban sobre la superficie. Al final, conseguí abrir la puerta; deje que Mina pasara primero y cerré la puerta tras nosotros. Cuando me giré de nuevo, una extraña corriente me golpeó de lleno en la cara; a pesar de la mala iluminación debido a la tormenta, mi visión me permitía ver con claridad el interior de la cabaña.
Nada había cambiado. Todo seguía exactamente igual.
Lo mismo que sucedía con mis recuerdos.
Desde la muerte de mi padre, me había prometido a mí mismo separarme por completo de su legado. No me había quejado cuando Carin se había apropiado del BMW, el vehículo habitual de mi padre; me había negado en rotundo a ir al cementerio, a la escondida y casi inaccesible tumba en la que habíamos dejado sus cenizas y, por supuesto, había renunciado por completo a poner un pie en los sitios como aquél. Sitios que estaban cargados de su esencia y de sus recuerdos.
Había hecho un gran sacrificio, saltándome mis propios principios impuestos tras el asesinato de mi padre, yendo allí. Y esperaba que Mina lo tuviera en cuenta.
Dejé a Mina que vagara por la planta de abajo mientras yo me dedicaba a encender las luces, para darle un poco más de realismo. Para mí, aquello era una pesadilla; mi peor pesadilla. Cogí un par de troncos de la zona donde teníamos dispuesta la leña y los deposité en el hueco de la chimenea; ambos estábamos completamente empapados, helados y temblando. Recordé inconscientemente a mi padre en la misma posición que yo, encendiendo un fuego para preparar nubes de chuchería en noches tormentosas como aquélla. Conseguí prender una minúscula llama que se fue extendiendo por el montoncito de leña que había apilado hasta convertirse en un fuego en condiciones.
Noté que Mina se me acercaba por la espalda, acercándose al calor. Parecía como hipnotizada, como si nunca hubiera visto una chimenea en funcionamiento; de nuevo, recordé unas palabras que me dedicó mi padre cuando me pilló en una ocasión como a Mina: «Si sigues mirando así el fuego, Chase, esta noche te vas a mear en la cama». El comentario le arrancó un ataque de risa a mi hermano, que se dedicó el resto de la noche a canturrearme: «¡Meón, meón, meón, meón!».
Me puse en pie y salí de la zona del comedor, dejando a Mina acuclillada sobre la chimenea, calentándose. Entré en el baño, me dirigí a uno de los armarios y saqué dos enormes y mullidas mantas; volví al salón en silencio y dejé que cayera una de ellas sobre los hombros de Mina, sobresaltándola. Varios mechones de su cabello se le pegaban por toda la cara, pero sus ojos brillaban como si tuvieran luz propia.
Me desplomé a su lado y me coloqué bien mi toalla. Respiré hondo y procuré alejar cualquier recuerdo más sobre mi padre: él me había convertido en lo que era. Mi padre había sido el desencadenante de todo aquello. De no haber sido un licántropo, ¿habría sucedido algo de esto? ¿Habrían muerto mi padre y el padre de Mina? No, por supuesto que no.
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Growl. (Saga Wolf #2.)
WerewolfMi nombre es Chase Whitman. Y sí, por desgracia, soy un licántropo. Vivo en un pueblecito perdido en Virgina llamado Blackstone; la gente no sabe que vive rodeado de licántropos y cazadores, familias de personas que se encargan de vigilar nuestro se...