17.- Es joda, ¿verdad?

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Había pasado exactamente una semana de aquel incidente en el baño de mi bebé. Me resultaba difícil mirarla a la cara sin ruborizarme, es que ella me dejaba muy en claro lo que había hecho pensando en ella, pero bueno, siendo sincera no era la primera vez que lo hacía. Pero eso no tenía que saberlo, ¿o sí?

En fin, acababa de llegar al colegio, normal, martes por la mañana y la primera clase, ya me daba ganas de suicidarme, ¿Quien necesita psicología?, yo la verdad no la utilizo en nada y no me sirve para nada, sólo es una pérdida de tiempo inútil, podría estar besando, amando y adorando a mi preciosa bebé, pero no, tengo que estar dos malditas horas sentada frente a una profesora que me aburre con sus palabras.

Bueno, realmente ya habíamos avanzados bastante, un par de minutos más y esta aburrida clase terminaría, dándole el comienzo al delicioso receso, saboreaba ya mi comida, la gran sensación de una malteada de fresa en mi cavidad bucal, el timbre sonó y me levanté para salir con dirección a la cafetería.

Antes de pisar siquiera el exterior del aula la maestra me llamo.


Any, ¿me permites un momento?.— Me gire sobre mis talones y volví a donde ella estaba.

¿Pasa algo?

— Sí, toma asiento por favor.

— Vale..— Me acomodé justo frente a su escritorio y ella vaciló, hasta sentrarse sobre la mesa de mi banca, la tenía justo enfrente de mí y esto ya se estaba poniendo raro.

Eres tan linda.—

Wow, wow, wow, ¿wtf?, ¿qué mierda está diciendo?, esto debe ser una maldita broma.

Profesora, con todo respeto no me interesa para nada ninguna relación amorosa con usted, digo, no es que en esta escuela sean muy respetuosos pero ya debe saber que mantengo una relación con una alumna de la aula F-5, así que no estoy interesada y si sólo era eso lo que desea hablar conmigo, me dispongo a retirarme.— Me levante del banco, me estaba volviendo loca el solo pensar en algo con ella, pero me tomo del antebrazo.— Señora Araceli, de verdad no estoy intere..—

— No quieres afectar a Angi, ¿o sí?

— ¿Está amenazándome?

— Sólo te advierto, dulzura.

— Veamos que opina el director de todo esto, querida maestra.

— ¡No puedes!

— Oh, claro que puedo.

— Maldita.— Una cachetada impactó de lleno mi mejilla, ¡me había golpeado!

Serás hija de..— La tome de los cabellos, golpeándola igualmente y odio decirlo pero aquella puerta no debió abrirse en esos momentos.

¡Señorita, suelte a la profesora en este momento!

— ¡Ayúdeme profesor!.— Gritaba está loca, en serio no podía ser peor mi día.

La solté de inmediato, acomodé mi falda y fui tomada de los brazos mientras el maestro me movía hacia los lados pidiendo una explicación, me estaba haciendo daño.

¡¿Qué demonios te pasa Any?!

— ¡Me está lastimando!.— Volvió a tomarme más fuerte.

¡Cállate!.— Gritó la perra esa lloriqueando.

Menuda ramera.

— ¿Perdón?, ¡con que jodido derecho me llama así, imbécil?

— ¡Con el que me da la puta gana!

Esto no podía empeorar.

Termine en dirección, con todo el mundo mirándome como si yo hubiera sido la culpable de todo esto, ni siquiera saben la clase de monstruo que es esa bruja, mucho menos como me trató el profesor de artes. Mis brazos estaban morados, con rasguños, levemente rojos, dolían mucho, pero no iba a llorar enfrente de un director, mucho menos de uno tan tonto.

Queda suspendida una semana.— Menuda mierda.

Como sea.

— Llame a su madre, que ahora mismo venga por usted, es un pésimo comportamiento, usted no era así.

— Pero sí ya le expliqué cómo sucedió.

— Tus jueguitos homosexuales no te van a salvar de esto.

— Pff.— Púdranse todos, menos tú, guapa.

Llame a mi madre y medio camino con una regañada que dios santo, ¿podría tener un día bueno alguna vez?

Sabor a cereza. 🍒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora