20.- No esta.

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Por fin podía regresar a la escuela, extrañaba a todo mundo, hablar por teléfono se tornaba agobiante, ademas ese tonto aparato no me gustaba. Simplemente era un estorbo más, llevaba mi abrigo negro y unos jeans azules, mi cabello estaba recogido en una coleta y sólo llevaba mi mochila con las cosas necesarias, todo mundo me mirada y bueno, ¿quien no lo haría?, por que vamos, sí, golpee a una maestra.

¿Nadie lo ha hecho nunca?, ¿no?, que aburrido, es lo mejor. Entre al aula y me senté rápidamente al inicio de la segunda fila, no quería pasar más tiempo sintiendo las miradas de los tontos de mi clase.

Química había acabado con mis ilusiones, lo más extraño es que no había visto a Angi, ni mucho menos recibí un mensaje suyo. Era extraño y un poco agobiante, la extrañaba, como un perrito abandonado añorando un hogar, o eso es tan triste pero así me sentía.

Baje a cafetería, necesitaba una malteada de fresa, era necesaria en estos momentos, cuando tuve esa obra de arte cremosa y dulce, decidí ir a buscar a Angi a la sala de música o a la sala de baile, cualquiera de las dos era probable que la aguardaran.

Subí hasta la sala de baile y me perturbó el silencio de esta, al abrir la puerta sólo le encontré un vacío y mucho silencio que era incomodo, cerré la puerta nuevamente y con mi malteada a la mano, prendí el camino a la sala de música, si es que no estaba ahí me sentiría muy mal y tocaría algo triste en el piano café.

Y definitivamente no estaba, no sabía que hacer, mandarle mensajes no servía, no contestaba ninguno, ¿buscarla?, eso sería agotador, la escuela es enorme.

Así que sólo me senté en el banquillo acolchonado del piano y di el último sorbo a mi malteada, colocándola a lado del banquillo en el suelo, donde me aseguraría de no hacer un desorden.

Pase mis dedos sobre cada tecla del pulcro piano y me posicione con la espalda recta, el piano requiere estilo y precisión, comencé la melodía "Elisa", era cautivante, tan preciosa, relajante, era la única pieza que me hacía olvidarme de los problemas más allá de la turbia situación que pasara así que me dejé llevar.


















...

Hoy era miércoles y ya empezaba a preocuparme por no saber nada de Angi, era extraño, ni siquiera un mensaje, nadie sabía algo de ella y aunque quisiera, su mejor amigo no me decía nada, era decepcionante. Mi teléfono estaba agobiado de enviarle tantos mensajes.

Pero era un poco inmadura, siempre necesitando atención, buscaba en cada rincón a mi preciosa novia de gruesos labios y mirada hipnotizante. Nada, ni siquiera el susurro de su nombre escuchaba, era semana de exámenes y la presión hacía que mi piel se erizara, sintiéndome más nerviosa e indefensa, no podía controlar la ansiedad que me producía el no saber nada de ella y es que, ¿cómo podría estar tranquila?, cuatro días sin saber nada de ella, la última vez que nos vimos fue el sábado por la mañana en su casa y es extraño, por que ni siquiera quería irme.

Recordé que ocasionalmente iba a la pequeña plaza central donde encontraba artículos de colección, así como accesorios de diferentes grupos musicales. Era definitivo hoy iría por lo menos a dar un vistazo si es que ella estaba ahí.

Hoy sería el día.

Sabor a cereza. 🍒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora