Capítulo 11.

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Hyungwon quiso morir, ¡sus padres estaban ahí! La cara de su mamá era de total horror, había llevado una mano a su boca para no gritar, pero le fue imposible. El corazón del castaño dio un brinco al escucharla. Por otro lado, su padre estaba pálido, pudo ver cómo pasó saliva por su garganta mientras contemplaba con sorpresa y temor a Hoseok.

El íncubo por el contrario lucía bastante divertido viendo las caras de los dos adultos. Sonreía de medio lado disfrutando lo que era probablemente la razón por la cual huiría de casa para nunca más volver. Hyungwon apretó las sábanas contra su cuerpo esperando que sus padres no vieran parte de su desnudez.

Los ojos de su papá se posaron en él. El castaño lo miró avergonzado. No sabía qué decirle, lo que hizo con Hoseok no era algo de lo cual podían felicitarlo. Agachó la cabeza, lo golpearía, esos ojos que lo miraban parecían decírselo.

—¡Suelta a mi hijo!—gritó la mujer ahora llorando.

—Su pequeño hijo es mío.—respondió el rubio para el asombro de Hyungwon, y después de eso pasó su lengua por su mejilla. Hyungwon había quedado blanco como el papel, ¿cómo se le ocurría hacer eso?—He poseído su cuerpo.

La forma en que lo dijo fue tan retorcida que el castaño no supo si bromeaba o lo decía en serio. Hoseok lo tomó del mentón y con la otra mano acarició su pecho logrando bajar la sábana, pellizcó una tetilla haciendo que Hyungwon gimiera sin poder evitarlo.

—¡Estás maldito!—gritó el hombre, e intentó golpear a su hijo, pero Hoseok se levantó por completo imponiendo su presencia. El papá cayó sentado, arrastrándose hacia atrás.

—No intentes siquiera tocarlo.—le dijo con voz grave. Al señor Chae le tomó dos segundos salir corriendo con su mujer y encerrarse en su habitación mientras murmuraba sus rezos.

Hoseok estalló en carcajadas, Hyungwon lo miró desde la cama completamente perplejo, asustado y a la vez molesto. ¿Cómo se le ocurría decir eso en una situación así? Se levantó e inmediatamente subió su pantalón y acomodó su camisa.

—¡¿Qué hiciste?! ¡Mis padres van a echarme!—le dijo con los ojos llorosos, extremadamente preocupado.

—Tranquilo, ángel, les borraré la memoria.—respondió simplemente.

—Pero es que no entiendes la gravedad de… ¿Les borrarás la memoria?—Hoseok alzó ambas cejas en respuesta mientras sonreía.

—Puedo hacerlo, es sencillo. Tus papás olvidarán lo que han visto esta noche. No te preocupes.

—Pero… ¿Está bien hacer eso? No lo sé…

—Deja de dudar tanto, no queremos que te saquen de casa o que tu papá pierda la poca cordura que tiene.—se acercó y le dio un beso fugaz.—Iré a hacer el trabajo, enseguida vuelvo.

Hyungwon esperó a Hoseok por varios minutos, se metió en la cama y se tapó completamente esperando que funcionara. No quería que sus papás sufrieran, ¿dolería perder la memoria? No se lo preguntó al rubio, esperaba que no. Luego de un minuto más, el íncubo apareció de nuevo en su habitación, ahora no lucía como un monstruo temible, sino como un humano normal.

—¿Qué pasó?—preguntó el humano en cuanto Hoseok se acercó.

—Están durmiendo, para mañana no recordarán nada de lo que vieron.—Hyungwon asintió.—Debo irme.—Hoseok avanzó hacia la ventana pero se detuvo al saber que el castaño lo observaba.—Gracias por curarme hoy.

No le dio tiempo a Hyungwon de responder a qué se refería con eso. El chico había saltado por la ventana.

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That boy is a monster.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora