capítulo 29

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—¿Lujuria?—Hoseok sonrió divertido, lujuria debía ser alguien bien caliente tratándose de un pecado capital como ese.

—¿Qué es tan divertido?

—No lo sé, tal vez mañana me divierta un rato.—Hoseok no había recuperado sus recuerdos, pero no había perdido su típico humor.

—Puede que te sorprendas un poco, amigo.—Hanbin cerró la puerta sin decir nada más, dejando a Hoseok con toda la curiosidad a flote.

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Miraba a un punto fijo en la habitación, pero en su cabeza tenía la imagen de una persona, Hoseok. Su corazón simplemente no se hacía a la idea de que él ya no estaba a su lado, ni en ese mundo, Hoseok era un doloroso recuerdo que le oprimía le pecho. Casi no comía, estaba más delgado y pálido, pero no tenía ganas de nada, quería morirse para estar con Hoseok, pero Daios no lo dejaba solo por mucho tiempo.

La puerta se escuchó con tres golpes. Hyungwon volteó hacia esa dirección, pero no se movió, pronto Asmodeo apareció bastante sonriente para el gusto de Hyungwon.

—¿Cuánto tiempo más permanecerás aquí encerrado?—se acercó a la cama y se sentó a su lado. El castaño sintió cierto temor cuando él le acarició suavemente la mejilla.—Mañana nos vamos de viaje. Creo que te vendrá bien salir de las minas.

Hyungwon no lo miró ni tampoco respondió, eso hizo que Asmodeo frunciera el ceño y apretara su mandíbula. Desde que Hyungwon había llegado a su territorio se comportó así, como un chico sin la más mínima intención de luchar, era como hablarle a un animal moribundo, sin esperanza de nada.

—Haz la maleta, que nos vamos esta tarde.

—¿Y si no quiero ir?—se atrevió a decir, sin hacer contacto visual con su padre.

—Entonces te encierro en la cajuela del auto.—respondió con una sonrisa, pero a la vez con cierta irritación.—Partimos dentro de dos horas.

Asmodeo se levantó de la cama y se desvaneció en el aire. Hyungwon se levantó y se dirigió al espejo, había perdido peso esos días, pero no había afectado su figura, no de momento, aunque si continuaba así sería un esqueleto en pocos meses.

—Amigos.—susurró con nostalgia.

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Esa tarde Changkyun se encontraba con Raziel en el cuarto de investigación. Raziel había mudado su antigua biblioteca y pergaminos a la casa que ocupaba ahora en lo dominios de los íncubos, de esa manera estaba más protegido que en el mismo pueblo.

—Un demonio tan poderoso como Asmodeo es todo un desafío, ¿está seguro de poder con él, profesor?—Changkyun seguía bastante preocupado por la situación en la que se encontraban, no solo Hyungwon estaba en peligro, sino también Jooheon ya que pelearía a muerto con un puñado de demonios fieles a Daios.

—Tranquilo, Changkyun, no estoy solo, además, me arrebataron mis alas, yo no he sido castigado y él lo sabe.—Changkyun asintió no muy convencido.

—Daios no recapacitará, ¿cierto?

—Asmodeo y todos los caídos creen que están en lo correcto, así que no se arrepienten de lo que hacen. Para él Hyungwon es su hijo y cree que está con el derecho de mantenerlo a su lado sin importar qué.

Changkyun suspiró con pesadez y Raziel sonrió para intentar animarlo un poco. Desde hacía unos días que había visto a varios ángeles merodear por el pueblo, solo que ellos no parecieron interesados en su presencia, sino que se enfocaron en Daios y el reciente poder de Hyungwon. Raziel tenía bastantes años lejos de los cielos, pero sabía que aquellos ángeles tan fieles estaban ahí para cumplir órdenes, e involucraba a Hyungwon.

That boy is a monster.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora