Capítulo 3.

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—Ángel.—Hoseok dio un paso luego del grito de Hyungwon, pero la voz de los dos demonios llamándolo lo frenaron.

—Tienes una hora para ir y presentarte a Asmodeo, de lo contrario tu papi pagará las consecuencias.—dijo uno de ellos riéndose. Después los dos desaparecieron de la misma manera que llegaron.

Hoseok miró a la ventana y caminó hacia la casa esperando llegar ahí de un salto.

—¿Qué haces? Debemos irnos, ya los escuchaste, matarán a tu padre.—le dijo Jooheon tomándolo del hombro.

—Espérame aquí, él podría estar…—un demonio podría estar haciéndole algo a su humano. Saltó lo más alto que pudo, su poder de íncubo le daba cierta ventaja.

Llegó hasta la ventana sin hacer ruido, Hyungwon se tocaba la mejilla mientras derramaba gruesas gotas saladas. Otro hombre estaba ahí, también una mujer, eran al parecer sus padres. La ventana estaba abierta aún, así que entró. Nadie podía verlo, era invisible a sus ojos.

—¡Eres un...!—su padre no terminó la frase, lo golpeó de nuevo, esta vez en la otra mejilla; Hyungwon no lo enfrentó, simplemente se dejó golpear sin quejarse.—¿Te das cuenta de lo que estabas haciendo?

—Lo siento, padre, yo… perdóname…—lloraba con las mejillas hinchadas por los tremendos golpes que le había dado.

—Pensamientos impuros.—dijo el hombre con desprecio.—No es lo que te enseñamos, ¿acaso se te subieron los demonios?

Hoseok arqueó una ceja; algo parecido, sí. El señor se molestó más por el silencio y lloriqueos de su hijo, así que levantó la mano una vez más para golpearlo. Hoseok conscientemente golpeó la pared con su puño tirando un cuadro familiar que colgaba de ésta para distraerlo y evitar que lastimara a Hyungwon.

El golpe no llegó debido a eso.

—Querido, por favor cálmate. Nuestro hijo irá a la iglesia mañana a rezar por lo que hizo.—mencionó la esposa tomando a su marido del brazo. El señor pareció pensarlo, así que miró a Hyungwon aún molesto.

—Por ahora pensarás en lo que has hecho. Si vuelvo a escuchar otro sonido impuro te mandaré al seminario.—lo empujó hacia el armario, Hyungwon intentó a gritos pedir que no lo hiciera, pero terminó encerrado en éste.

—¡Padre, por favor! No me gusta estar aquí… ¡Padre!

Lo habían dejado solo, a oscuras y encerrado en el armario. Hoseok pudo oírlo llorar, sintió cierto remordimiento, después de todo había sido culpa suya. Hyungwon siempre tuvo miedo de dos lugares en específico, debajo de su cama y el armario, porque era donde comúnmente los monstruos se escondían esperando a que se durmiera. Los miedos de su infancia.

El íncubo se acercó a la puerta del armario una vez que los padres se fueron, y sin pensarlo dos veces la abrió logrando quitar el seguro. La puerta hizo un clic sorprendiendo a Hyungwon que tenía toda la cara mojada por sus lágrimas. Corrió saliendo del armario para brincar a su cama y encender la lámpara. Unió sus manos en un rezo desesperado, pidiendo perdón por algo que consideraba inmoral y sucio.

Hyungwon miró hacia la sábana, había una pequeña mancha de sangre en ella. Miró a su alrededor sin encontrar al joven que había salvado en la iglesia, ¿dónde es que estaba? Intentó no pensar más en ello y continuó sus rezos. Hoseok lo miró desde la ventana, probablemente sería la última vez que lo vería.

—Adiós, ángel.

· · ✧ · ·

Hoseok y Jooheon aparecieron en territorio de los demonios. Fuera del pueblo había un camino intransitado que llevaba hacia las minas abandonadas, los túneles dentro de la tierra te dirigían a la guarida de ellos, Asmodeo se había encargado de convertir ese lugar oscuro y desolado en un verdadero palacio bajo la tierra. Él nunca tuvo la oportunidad de entrar ahí, su padre era el que lo hacía al menos una vez por año, en cambio, Hoseok no tenía permitido ir por órdenes de su papá.

That boy is a monster.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora