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— Tú madre falleció hace algunas horas — el señor Brown soltó tristemente — Tuvo una sobredosis, años y años consumiendo cocaina, la llevó a la muerte — el padre de Millie miró la reacción de su hija, provocando que le naciera una pequeña preocupación al ver que no decía nada

— Da igual ¿sabes? — hizo un ademán con sus brazos — Al fin de cuentas nunca estuvo ahí — movió la comisura de su labio hacia un lado mirando el piso. Había mucho que procesar, su padre solo la miraba, sin dejar de tamborilear sus dedos en la mesa haciendo que Millie se enfadase

— Mierda, solo dilo! — alzó la voz

— No puedo seguir así, ya no más — soltó finalmente — Necesito alejarme de todo esto, tengo que salir de aquí y dejar a la gente que me rodea — bajó la mirada — Tengo que dejarte, lo siento — comenzó a tomar sus cosas y meterlas en un bolso — Alguien más me remplazará en la Academia, así que por favor, haz que Noah no se meta en problemas — el señor Brown se levantó y tomó el bolso con todo el equipaje listo y caminó hasta la puerta— Lo siento, es por el bien de todos

Y sin más, el padre de Millie salió, sin despedirse de un abrazo, o sin decirle lo mucho que la quería. Se fue dejando una frase totalmente egoísta, y a Millie no le importo, o eso es lo que se obligaba a pensar.

Ahora solo era ella sola, en realidad, siempre fue así. Su padre era lo más cercano que tenía a una familia y ahora se había ido, al igual que su madre, a quien no le importó tener a dos niños que cuidar por consumir más de su vicio y Charlie, quien había prometido cuidarla y a la primera dificultad se marchó. Todos lo hacían, todos se marchaban. Menos Noah.

Luego de unos minutos, Millie se levantó de la vieja silla de madera y fue hasta su habitación. Se acostó y se prohibió llorar. Solo se quedó ahí, viendo el techo, buscando una manera de entender el porque todos la dejaban, ¿acaso ella tenía algo mal?

— ¡Hey boba! La puerta estaba abierta así que entre, ¿Como esta... — la pregunta quedó en el aire en el momento que Noah entró a la habitación. Millie estaba en posición fetal, tratando de contenerse.

El castaño rápidamente se acercó y se recostó a su lado, ella buscó lo más rápido el cuerpo de Noah y se aferró a el con demasiada fuerza, con miedo de que el se marchara también

— No ire a ningún lado Millie, no me iré lo prometo — decía el chico mientras hacía pequeñas caricias en la espalda de su novia. La castaña, al oír eso, levantó su rostro para mirar a Noah haciendo que el corazón de este se apretujara

— ¿Te acostumbras? — preguntó, haciendo referencia a Noah. El también estaba solo, su padre lo abandonó al enterarse de su existencia y su madre, lo dejo en un hogar de niños hasta que una buena familia lo adoptó.

Vivió la mayoría de sus años con ellos, y decidió irse, sus padres adoptivos decidieron ayudarlo, si eso era lo que quería, y lo ayudaban mandándole una suma de cien dólares al mes, eso tenía que alcanzarle para vivir.

Encontró una casa deshabitada y usando una gran parte del dinero la arregló. Le tardó más de lo esperado, ya que a los doce años no tenía la misma fuerza que ahora, pero Millie estuvo ahí, ella en las tardes iba a ayudarlo a decorar, ella siempre estaba dispuesta ayudarlo desde que lo salvó de una expulsión, y eso terminó enamorándolo.

Se terminó enamorado de cada parte de ella, de sus sonrisas y de sus lágrimas, de sus hoyuelos y de sus imperfecciones, de la buena persona que era, de su rudeza y de como mostraba su lado vulnerable solo a él. Ante sus ojos, no existía mujer más perfecta con quien quisiera pasar su vida que Millie.

— Nunca lo hice — respondió mientras miraba el techo — Pero te tenía a ti, no necesitaba a alguien más — volvió su vista a su chica, quien la miraba con una pequeña sonrisa — Te tengo y tú me tienes eso es lo que importa — acarició el pequeño rostro de Millie

— Te amo fenómeno — Millie se acomodó para quedar a la altura de la cara de Noah

— Y yo te amo a ti boba — el chico pasó su mano por la mejilla de la castaña, atrayéndola hasta sus labios haciendo que ambos perdieran la noción del tiempo y se dejasen llevar por el momento

Limerence.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora