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— Ayer fue un día de locos en la Academia, al escuchar semejante confesión de Finn, al parecer muchas parejas rompieron ayer, como la muerde pijas y su estupido novio, y la chica de cabello en llamas con el guapo rizado. ¿Será que este aun quiera a Brown? Apenas me llegué esa información lo posteare. Se despiede, los ojos de la Academia Blackburn.

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El resto de los días, para los chicos fueron tristes, grises y totalmente solitarios.

Noah no hacía más que mirar el techo, en el cual aun estaba el dibujo que el y Millie hicieron cuando terminaron de decorar la casa.

Sadie, pasó su día bajo sus sabanas, sentía vergüenza al hacer sufrir a los demás, por su culpa todo se había venido abajo.

Finn estaba en el parque, paseando, tratando de despejar su mente, al no entender como había sucedido todo eso, y como había expuesto sus más ocultos sentimientos delante de toda la academia.

Millie estaba distraída, no estaba en todos sus sentidos, lo único que la despejaba era en encontrar la canción perfecta para abrir el show de la Academia. Buscó debajo de su cama, encontrándose con su viejo teclado y comenzó a tocar la primera canción que le vino a la mente, al notar que había comenzado a llorar, se detuvo. Si tan solo Noah estuviera aquí, ya se habría calmado.

Las horas pasaban, y los chicos seguían sin poder asimilar todo lo que había ocurrido el día anterior. Era día sábado, y la única que se mantenía haciendo cosas para distraerse, era Millie.

Adelantó todas sus tareas y re-leyó todos sus libros, encontrándose con el recordatorio de hacer el ensayo para el final del semestre. Se levantó por un vaso de agua y cuando volvió a su vieja mesa, comenzó a escribir. Dejo fluir todo lo que sentía, notando como a la mitad se había puesto a llorar, cerró su cuaderno de golpe y se permitió expresar todo lo que sentía.

Lloró y lloró hasta caer, simplemente no podía con tanto, cayó al suelo y golpeó sus muslos, sentía como su corazón desaparecía, y como empezaba a sentirse un gran vacío en el pecho. Noah era lo único que tenía y se había marchado también.

El sol comenzaba a ocultarse y junto con el, sus lágrimas, se levantó para dirigirse a su habitación, pero unos suaves golpecitos en la puerta la detuvo. Caminó con pasos cansados hasta abrirla, encontrándose con Sadie, con la nariz roja y una mirada arrepentida. Millie dejó la puerta abierta y esperó a que la chica entrara

— ¿Como conseguiste mi dirección? — habló fríamente mientras cruzaba sus brazos

— Eso es lo que menos importa ahora — dijo mientras cerraba la puerta y se acercaba a la castaña — De verdad lo lamento, nunca fue mi intención herirte, pero estaba tan molesta, tan... — se detuvo y Millie alzó su ceja esperando a que terminara su oración — Estaba... estoy tan celosa de ellos — exclamó dejando a Millie totalmente confundida

— ¿A que te refieres con "celosa"? — preguntó incrédula — ¡Dios, ni si quiera me gusta Rizos! — Millie rodó los ojos

— No es eso a lo que me refería — Sadie bajó la mirada

— Entonces explícate bien cabeza de zanahoria, no estoy entendiendo — Millie bajó sus brazos hasta sus caderas mientras miraba a la pelirroja con una expresión molesta. Sadie, se armo de valor, para enseñarle lo que había estado guardando desde hace unas semanas, tomó aire y se acercó a Millie robándole un casto beso

— Me refería a que estoy celosa. Celosa de que ellos te puedan querer libremente y yo no pueda hacerlo — confesó separándose — De verdad, lo siento — se levantó escondiendo sus manos en los bolsillos y salió lo más rápido que pudo de la casa de Millie, dejándola en shock. Este lío se veía tan sub real, que la castaña pensó que estaba alucinando.

— Acabo de ver salir a Sadie Sink de la casa de Millie, ¿reconciliación o peleas por sus hombres?. Se despide, los ojos de la Academia Blackburn.

— Estupida chica chismosa — Millie bloqueo la pantalla de su celular y lo tiró por alguna parte de la casa. Definitivamente lo que había pasado hace algunos minutos fue real.

Limerence.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora