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Tres días después.

— Sabes, tengo un mal presentimiento de todo esto — Noah comentó mientras se dirigían a la cafetería

— Podemos decirle que no lo haga — Millie se encogió de hombros

— No creo que haga falta — Noah apuntó al rizado mientras se sentaban en una mesa alejada

— Me prestan su atención por un momento — Finn comenzó buscando con la mirada a la castaña quien mentalmente se dió un golpe en la frente

— ¿Vas a anunciar tu soltería bombón? — Jack Grazer apareció entre el círculo de estudiantes que se había creado.

— Bien, no se como empezar esto... — Millie rápidamente se acercó hasta la mesa en donde el pecoso estaba parado

— Hey rizos — llamó su atención — No lo hagas, ya bájate — intervino

— ¿Que estas haciendo? — Noah le susurró

— Creí que no lo haría, por eso lo dije — le respondió

— A los once años conocí a Millie... — empezó a decir

— ¡Va a contar como le mordió el escroto! — un chico del fondo rió

— ¡NO! — Finn se hartó — Eso nunca pasó — todos hicieron sonidos de sorpresa, menos los castaños.

Millie estaba comenzando a tener un ataque de ansiedad, hasta que sintió que unos brazos rodeaban su cintura y una cabeza reposaba en su hombro, luego sintió un beso en su nuca y sonrió, Noah siempre lograba tranquilizarla.

— Yo inventé todo eso — Finn siguió hablando sin despegar sus ojos de los de Millie, mostrando arrepentimiento — Lo inventé porque... porque yo me acerqué a besarla y ella me rechazó — confesó — Estaba enamorado de ella — bajó la mirada — Y estaba tan molesto al saber que ella no quería nada conmigo, que por eso fue que lo inventé — Noah lentamente se despegó del cuerpo de Millie y salió de ahí sin que nadie lo notara, excepto una pelirroja. — Lo siento Millie, de verdad — dijo por último

Luego de eso, Finn bajó de la mesa y se acercó a la castaña, y la rodeó en un abrazo, pero Millie se alejó casi al instante.

— ¿Cuantos creen que Millie lo convenció con un buen polvo para que dijera todo eso? — Madeleine la novia de Jacob intervino

— Yo creo que se acuestan en secreto — susurró Jack Grazer

— Jódanse todos — Millie rodó los ojos y salió de la cafetería, encontrándose con algo afuera de esta que hubiera preferido no ver.

— ¡Que bueno que la encuentro señorita Brown! — el maestro Collins, quien dirigía la asignatura de música apareció haciendo que los otros dos chicos se separaran de inmediato — Necesito que me acompañe

Sin decir nada, Millie miró a Noah y a Sadie una última vez antes de salir de ahí para seguir al profesor, mientras caminaba sentía como su corazón se apretujaba cada vez más, esto no podía estar pasando. Sintió como una lágrima se resbaló fugazmente por su mejilla. Mientras tanto Finn no sabía que decir, solo se quedó ahí, observándolos, un tanto decepcionado.

— Necesito que abras el show del viernes — habló el maestro

— Pero hoy es viernes — Millie habló como pudo

— El de la otra semana — explicó — Tú padre me a dicho que cuando pequeña tomabas lecciones de piano — añadió — Hazlo y haré que te reintegren a literatura, ya que no creo que la mejor estudiante de la academia quiera perder el cincuenta por ciento de su evaluación

— Está bien. — dijo fríamente.

La castaña y el maestro arreglaban algunas cosas, Finn estaba sentado afuera del baño abandonado, tenía mucho en que pensar. El hecho de ver a su novia besándose con otro chico le afecto de una manera que no creía, pero más le afecto ver como Millie se rompía por dentro.

Sadie se sentía mal, había hecho algo impulsivo, y algo que dañó a muchos, le partió el alma ver como todos sufrían por algo realmente fugaz, que sucedió en un momento de ira.

Noah, era el peor de todos, no había dicho ni una sola palabra desde lo sucedido, no estaba prestando atención a clases y su cabeza siempre se mantenía baja. Ver a su pequeña al borde de lágrimas por su culpa lo hizo sentir el ser mas despreciable del mundo.

Sin poder aguantar más, Noah tomó su mochila, y salió de Blackburn, corriendo hasta su casa con lágrimas cayendo por sus ojos. Entró y buscó por todas partes esperando a que Millie estuviera ahí, pero ella no estaba, y sus cosas tampoco. Un grito desgarrador salió de lo mas profundo de su corazón.

— La perdí — se repetía una y otra vez — La perdí, la perdí — sollozos golpeando las paredes — ¡NO! Millie — y sin más no poder, el castaño cayó sobre sus rodillas

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Limerence.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora