Caída libre

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Al salir de mi antiguo hogar, provoco algo en mi que me hizo quedarme inmovilizado por un momento hasta que algo me hizo reaccionar.

Era la noche, tan brillante que parecía que las estrellas querían colarse entre mi piel y arrastrarme con ellas, pero ni su brillo encandecedor me haría caer en su trampa.

Encendí el auto y conduje a mi actual hogar.

Sin parar y sin dudar, seguí y seguí  un camino que diariamente recorría.

Sin darme cuenta, me encontraba en la cochera con el auto estacionado, me había perdido tanto en mi mismo que en un abrir y cerrar de ojos había seguido mis puros instintos.

Bajé del auto y busque mis llaves en el bolsillo de mi pantalón.

Estaba apunto de meter la llave en la chapa.

Cuando decidí echar un vistazo a mi alrededor, buscando el auto de Tom.

No estaba «que bueno» pensé.

Inserte por completo la llave y entre a la casa.

Cómo de costumbre
Ahí estaba William, esperandome sentado en el sofá, solo que en esta ocasión se encontraba leyendo un libro.

—¡Sabes! Eso se disfruta más con una taza de café.

—¿Enserio? Porque nunca te he visto leer un libro —dijo sin quitarle un ojo de encima a su lectura.

—Bueno, sabes que tuve mucho tiempo en aquel lugar.

Lanzó una risilla.

Me recargue en la esquina de la pared quedando frente a él.

—Me festejaran mi cumpleaños.

Me vio por encima del libro

—Fue idea de Daniela.

Dió un suspiro, cerró su libro y lo coloco en la mesita que se encontraba a un lado de él.

—¿Qué pastel quieres?

—¿Cómo que, que pastel quiero?

—Bueno, es claro que Daniela organizara todo eligiendo ciertas cosas que piense que quizás te gusten, pero que no lo harán. Así que por lo menos que sea el pastel el que te guste.

—Willam,irá mucha gente, mi único invitado eres tú, los demás son de ella.

—Entonces pregunta cuántos serán en total para que compré el adecuado.

—Es mucho gasto...

—Marcus para mí será un placer, por el dinero no te preocupes, esa situación ya está arreglada.

—¡Hmp!, Está bien

Después de un rato, cada quién nos fuimos a nuestra habitación.

Tanto William cómo yo eramos tan libres de caer y levantarnos de nuestras propias decisiones.

Y eso cada quién lo respetaba.

El pecado de Marcus. #wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora