Capítulo 39

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Gritos... disparos... estallidos... no escuchaba más que eso en mi estado semi inconsistente, me dolía todo el cuerpo, no tenía fuerzas ni para respirar y si lo hacía dolía...

"Ya estoy aquí! Por favor despierta!"

La preocupada voz de un... angel?  parecía hablarme desesperadamente, no podía distinguir bien su rostro, ya que uno de los cuantos golpes que recibí, uno afecto gravemente mi ojo izquierdo, el otro simplemente no lo quería abrir, dolía y esa era toda la razón existente que tenía en aquel momento.

"Vamos amor! ELICCHI! DESPIERTA! N-no me hagas esto...".- sentía como mi cuerpo era abrazado con fuerza tanto que dolía pero no podía quejarme, no tenía fuerzas para hacerlo...

Me rendí al dolor... no podía más, la cortada que tenía en mi estómago me estaba matando, claro si no estaba muerta ya...

"Llevenlas con Sakurauchi-san Ahora!"

Fue lo único que pude escuchar de cualquier soldado que estuviese cerca de dónde me encotraba, después de ello sentí mi cuerpo ser sujetado por cuerdas, como si lo aseguraran a una tabla...

Odio este dolor... lo odio tanto...- susurre sentada en un lugar sin color, todo era oscuro y no había nada que me alumbrará.
A pesar de ser mayor le temo a la oscuridad, y este lugar no era la excepción, como pude me abracé a mi misma tratando de reconfortarme... Nozomi... Donde estás?.- aquellas palabras emitieron un eco débil por todo el lugar, apesar de que lo susurre se podía escuchar donde sea.

Lunes 15:00 am, año 1972, Puerto Marítimo de Japón

Ya había pasado al menos seis años desde la tragedia que tuvo Japón contra el Norte de Corea, todo había resultado bien para el país de Japón, resultó vencedor, los conflictos se disolvieron y las guerras acabaron para ambos...

Todo acabó cuando seis valerosas chicas arriesgaron su vida para salvar a la patria Japonesa, todos quedaron en deuda con ellas, aún lamentan el cómo tuvieron que pasar esas pobres mujeres antes de poder declararse libres ante todo el universo.

"Abuela Cuéntanos como fue que nuestro país ganó!".- un niño de apenas cinco años animaba con una sonrisa a la señora que yacía sentada mirando el tranquilo mar desde una banca.

"Todo empezó cuándo...un día tan tranquilo como hoy, el enemigo atacó la prefectura de Shizuoka, llevándose con ellos a la mayoría de sobrevivientes a tierras lejanas, para simplemente matarlos o burlarse de ellos, miles de prisioneros eran golpeados, abusados, maltratados y muchas otras barbaridades que no vale la pena mencionarlas, muchos de ellos y ellas perdían la esperanza de alguna vez ser rescatados por su país, el brillo de sus ojos se apagaba con cada día que pasaba, todos perdían la esperanza y fe, ya nadie pedía ser rescatado, todos preferían morir a que tener que sufrir días y noches de castigo, sin comida ni agua... pero un día todo eso cambió, una madrugada una chica se cabellera azul como el cielo de la noche y ojos del color de la miel, los liberó, junto a ella estaba una chica de cabello corto, sencilla y muy energética.

Sus apellidos eran Hoshizora-san y Sonoda-san, ambas muy jóvenes para estar fuera de los agujeros de tierra.

Amabas ordenaron a miles de personas prohibidas de su libertad correr lo más pronto posible a la costa de las tierra enemigas, corrieron sin parar, a pesar de encontrarse débiles, la luz de la esperanza se colocó en sus pupilas, se sentían libres, pero había muchos otros que no podían tan solo mover sus piernas, la chica de apellido Hoshizora ayudó a que estos subiesen a un enorme camión, uno a uno subían, pero antes ambas chicas empezaron a discutir, la razón fue la siguente, una tenía que quedarse y la otra llevarse a los sobrevivientes a una parte segura, al final la chica que parecía menor obedeció sin antes prometerse mutuamente que se volverían a reunir...

La almirante NishikinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora