Veía las luces del auto iluminar la calle por la noche, las calles estrechas y largas de Santiago, Gustavo había puesto la radio y ninguno de los dos sabía con certeza a donde iría todo esto, o al menos yo no sabía, por primera vez no tenía control de lo que estaba pasando y solo estaba yo y mi mente llena de preguntas
- ¡Ya dime!
- ¡Dios! Mujer, que impaciente
- ¿Cómo no quieres que esté así? Gustavo, estoy en un auto, contigo, no te conozco muy bien, hace unos minutos estaba en una comisaría y ahora estoy aquí y no sé dónde me llevas ni como me encontraste, no entiendo nada en este momento, no logro definir esto - Gustavo soltó una pequeña risa, la cual me molestó un poco, porque no dimensionaba todo esto y necesitaba por lo menos su apoyo, ya que era la única persona presente.
- Cálmate, ¿Ok? no te voy a hacer daño, ni nada que tú no querás, luego de esto te iré a dejar a tu casa, por favor, despreocupate - me tomó la mano y me sentí un poco mejor y suspiré - Mara, te busqué por cielo, mar y tierra y no quiero sonar loco, ni psicopata u obsecionado...
- Suenas así, incluso peor
- ok, sí, suena tan raro que da miedo, pero además que te lo prometí, juro que siempre fue mi propósito y aquí estás
- Entonces, dime como me encontraste - El auto se acercó a un hotel alto y de buena pinta, Gustavo le hizo señas al guardia y enseguida le abrió el acceso al estacionamiento
- Llegamos... - Lo demás fue normal, salí del auto y seguí a Gustavo, entramos al ascensor y él no dejaba de sonreír, no entendía por qué, supongo que cumplió su cometido, llegamos al piso cinco, y entramos a la habitación 505, qué coincidencia - Bueno, Mara, sentate y acomodate, te haré un té - Gustavo fue a la cocina, mientras yo observaba a todos lados, era una habitación lujosa, casi tanto como la del hotel en que trabajaba, me acerqué a un estante a una esquina y pude ver los vinilos que tenía, algunos los reconocía por mi trabajo, todos los días veía vinilos y cassetes. puse a tocar uno que me pareció de bossa nova.
- Mara, ¿cuanto de azúcar? - Gustavo me sorprendió viendo los vinilos
- Dos
Las luces de Santiago nocturno eran atrapantes, nunca pensé que esta ciudad de mierda, que se veía como un agujero lleno de gente estresada y apurada, fuera tan calmada y maravillosa de noche, aunque no se vieran las estrellas a consecuencia de esmog, las ventanas de la gente despierta a esta hora eran las estrellas de la ciudad.
Escuché el ruído de las tazas de té tocando la mesa de vidrio de en medio de la habitación, vi que Gustavo se sentó en el sillón y yo me senté en el sillón de al lado
- Bueno, estoy esperando
- Antes de contarte esto, necesito que me prometas que no te enojarás
- ¿qué? ¿por qué me dices eso?
- Porque posiblemente no te guste la verdad
- Dios, ¿qué hiciste ahora?
- Nada, solo te voy a contar como conseguí llegar a vos, prometelo
- Bueno, bueno, lo prometo
- ya, tenemos que escupir nuestra manos y...
- ¿Qué? - gustavo comenzó a reír
- Es broma, Mara, solo prometelo y escuchá...
FLASHBACK
- ya boludo, date por vencido de una vez, quizás debió cambiar de casa o no sé
- si me va a contestar, lo sé
- a lo mejor pusiste un número mal o no llega la llamada, mirá que estamos re lejos de Chile
- Zeta, cállate, no escucho...
- vos no vas a escuchar nada, no te va a contestar
- sos mi amigo o no
- no lo sé
- como que no sabés
- que sí, boludo, somos amigos
- entonces apoyame, aunque creas que no va a funcionar, apoyame
- es que soy el único que te puede hacer sentar cabeza, gustavo, como no te vas a dar cuenta, llevás semanas llamando al mismo número y no tenés respuesta, debo ser yo quien...- ¿Aló? - se escuchó una voz al otro lado de la línea
- shhhh, callate Zeta - Gustavo susurraba tratando de escuchar el teléfono - ¿bueno? - contestó temeroso ya que la voz que provenía de la otra línea no parecía ser la de Mara sino que de una niña
- ¿Gustavo? - preguntó sin miedo
- Ma... Mara, sos vos, sonás rara - la otra persona comenzó a reír
- no soy Mara, soy la José, soy su hermanita
- ¿qué?
- Gustavo, eres tú, yo lo sabía, mi mami recibía llamadas internacionales y las cortaba porque creía que eran broma y yo sabía que eras tú
- pero... Mara está ahí?
- No... Espérame, tengo que ir a la pieza porque mi mamá anda cerca y me puede escuchar - se escucharon ruidos como de respiración y de pisadas, la niña corrió al segundo piso, a la pieza de Mara - ya, llegué, ¿Aló?
- sí, ¿Aló? Aquí estoy
- mira, te voy a contar todo, si? Pero tienes que escuchar con atención
- ya, ya, contame
- mira, Mara ya no vive aquí
- qué? A dónde fue?
- Gustavo, cállate, me dijiste que me ibas a escuchar
- si, si, lo siento, seguí hablando
- ya... Ella se fue a Santiago y está estudiando periodismo, pero quiero saber si de verdad la quieres
- claro que sí, la he tratado de contactar todo este tiempo, solo quiero volver a verla
- entonces, busca papel y lápiz, ahora - Gustavo se paró de suelo y con el teléfono en las manos, recorrió toda la habitación en busca de papel y lápiz, hasta que regresó con un pedazo de servilleta y un lápiz que le prestó Charly
- ok, dictame
FIN FLASHBACK
- pendeja conch...
- Mara, me prometiste que no te enojarías
- pero es que no me puedes hacer prometer algo que yo no sé
- ok, ok, pero por favor no le digas nada, ella me ayudó mucho
- la José siempre pensó que yo te gustaba y es re inteligente la cabra chica, cachaba todo y confíe mucho en ella porque era la única persona que me creía además
- ¿que le dijiste?
- Nada, ella me cubría cuando salía contigo y me ayudaba en algunas cosas, como no decirle nada a mi tía
- Es una ternura tu hermana, se nota que te quiere mucho y es muy inteligente, porque, claro, me dio toda la información, sabe de todo, eh, pero ella quería algo a cambio
- ¿qué?- preguntó sorprendida - ¿te pidió algo?
- sí - respondió riendo - me pidió un set de pinturas, de esas maletas que tienen de todo, viteh, eh... Pinceles, crayones, acuarelas, etc...
- nooo, que vergüenza, Gustavo, cuánto te costó eso, te lo devuelvo altiro
- no, no, no tenés por qué, se lo compré con mucho gusto y hasta le envié unos dulces y galletas también - Mara comenzó a reír, y Gustavo la siguió, ya que además de que su risa era contagiosa, su sonrisa tenía algo que le provocaba una vibra de felicidad, su naturalidad y sus ojos achinados, además de su estruendosa risa, hacían el conjunto perfecto de plenitud para Gustavo.
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Girando En Espiral
FanfictionUna joven trabajadora conoce al ídolo del momento y frente a esto, se torna todo de forma extraña, dañando y cambiando sus planes futuros.