EL MEJOR AMANTE CAPITULO 9

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Los personajes de Inuyasha no son míos, ni nunca lo serán, pertenecen a Rumiko Takahashi

Hola a todos/as perdónenme por la tardanza, me había enterado de mala manera que el lemon está prohibido en esta página, suena tonto jeje pero fue así lastimosamente no hablo, leo o escribo en ingles, pero en fin quedé en una guerra interna, pues uno de los troll (creo que son llamados así)me había informado que me reportaba y que estaba infringiendo los reglamentos de la página, cosa que no quería hacer, ya que indiscutiblemente tiene razón, pero que hacer ya había hecho una promesa antes del mensaje suyo, no dejar el fic por ningún motivo más que la eliminación, y por mucho que me pese me importa más mi promesa hacia ustedes queridos/as lectoras, eso fue lo que me animo a seguir y terminar el fic, publicaré uno o dos capítulos por día dependiendo de la inspiración, esperando así terminar el fic y no dejarlas sin final, pues no es cierto lo que me había dicho, no escribo lemon por los reviews fáciles lo hago porque me gustan y no tendría sentido un fic con el argumento de este fic y sin lemon, lastimosamente este será mi último fic, y claro que sé que tendré que lidiar con millones de mensajes ofensivos por no haber ni (quitado el contenido sexual, ni haberlo abandonado) pero lo afrontaré pues fue algo que inicié y no podía dejarlo inconcluso.
Mizune – Mei
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Bla bla bla – pensamientos
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Inuyasha abrió los ojos y la miró fijamente, no podía creer que Kagome lo había llamado amor
‒ Fue la bebida la que habló ‒ analizó en pensamientos, él la quería mucho como hace tiempo no codiciaba a una mujer, pero la palabra amor, estaba fuera de su vocabulario y no lo estaría nunca más por lo que solo fingió dormir. Cuando la creyó dormida se levantó lentamente liberando sus brazos, la contempló unos segundos y luego la cubrió con una manta. Agarró su teléfono del bolsillo de su Pantalón que se encontraba en el suelo, buscó en la memoria un número y disco.
‒ Hola Avi, necesito un favor tuyo, ‒ musitó, una vez que contestó.
‒ Buenas noches Inuyasha me siento alagada que me llames, pero justo tienes que acordarte de mí a las 3 de la madrugada ‒ protestó la joven ‒ ya sabes que desvelarse saca arrugas y por cierto te he dicho más de una vez que soy la princesa Avi, ‒ musitó con una voz rasposa por el sueño.
‒ Yo solo tengo una princesa ‒ pensó Inuyasha mirando en dirección a su cama, ‒ como quieras princesa Avi ‒ musitó en un tono burlón.
‒ En que puedo ayudarte Inuyasha, ¿traje de gala? ‒ preguntó.
‒ No, esta vez será algo más sencillo, quiero que me selecciones todo un guardarropa femenino ‒ ordenó.
‒ Claro, ‒ aseguró ‒ tengo un vestido de gala exclusivo que puede interesarte ‒ ofreció la joven y él soltó una risita, no imaginaba a Kagome con los trajes de gala que confeccionaba Avi eran muy extraños para la sencillez de la joven.
‒ No, quiero lo más simple pero hermoso que puedas conseguir, Jeans, remeras, zapatos, carteras, arreglos para el cabello, maquillaje, joyas, lo que pienses que pueda serle útil a una mujer hermosa pero sencilla ‒ explicó emocionado por lo la mujer bufó, pues siempre había buscado atraer la atención de ese hombre, pero él la tomaba por extravagante.
‒ ¿Para cuándo lo necesitas? ‒ preguntó.
‒ Pues hoy a las 9 de la mañana ¿podrás? ‒ preguntó.
‒ ¡No!, es muy poco tiempo ‒ exclamó como si fuera el mayor de los pecados, te lo tendré listo a las 11 ‒ aseguró.
‒ Está bien ‒ me lo mandas a mi apartamento por favor, por cierto depositaré ahora mismo el dinero a tu cuenta ‒ aseguró.
‒ Te lo llevaré yo personalmente a las 11, cuídate amor ‒ se despidió con voz "seductora"
‒ Tu también. ‒ musitó antes de cortar la llamada, tomó su computadora portátil y entró en su cuenta haciendo el traslado de fondos, suspiró sonoramente, estaba cansado pero más vivo de lo que nunca estuvo, hacía mucho tiempo que no tenía una noche tan divertida. Se acercó a su cama y se acostó nuevamente en esta, Kagome inmediatamente buscó la protección de los brazos del hombre que sonrió cobijándola.
Los rayos del sol, les dio de lleno en la cara habían olvidado cerrar las cortinas por lo que Inuyasha malhumorado despertó musitando improperios pero quedó callado al verla a su lado, se había asustado por el repentino enojo del hombre, incorporándose en la cama atajando su cabeza con ambas manos, dejando a la vista del joven sus redondos senos, él la miró y sonrió muchas de las mujeres con la que había dormido en su época de Don Juan al despertar se veían "diferentes" sin tanto maquillaje y peinados producidos, pero Kagome en definitiva se veía más hermosa, las puntas de sus cabellos se rizaban, sus ojos se veían más pequeños, y sus gestos de somnolienta le daban un aire tierno.
‒ Buenos días ‒ musitó Inuyasha sonriendo.
‒ Pues creo que no fueron tan buenos para ti ‒ susurró la joven. ‒ Y tampoco lo es para mí que dolor de cabeza ‒ musitó y el amplió más su sonrisa.
‒ Te equivocas, tenerte aquí a mi lado lo convierte en el mejor de todos ‒ susurró el hombre sin percibir lo cursi que sonó su frase.
‒ Entraré a bañarme ‒ musitó la joven incorporándose lentamente. El la miró divertido, ya había tenido despertares así y no eran para nada buenos.
‒ Princesa ‒ musitó Inuyasha ella detuvo su caminata ‒ ¿recuerdas lo que pasó anoche? ‒ preguntó, Kagome cerró los ojos conteniendo las lágrimas, en verdad prefería no recordar, pues había descubierto algo muy doloroso.
‒ Sí, susurró antes de escapar hacia en baño.
Kagome salió después de una hora de baño, lo sabía, había abusado, pero Inuyasha tenía una tina de Hidromasaje, y ella lo necesitaba por lo que salió renovada del baño. Lo buscó en la habitación pero no estaba por lo que salió al exterior buscándolo en el recibidor con tan solo la toalla como prenda, lo vio en la cocina moviéndose de aquí para allá y sonrió, él la miró y devolvió la sonrisa.
‒ Ya me estaba preocupando por ti ‒ aseguró sirviendo una taza de café y pasándole con una pastilla que ella aceptó sin dudarlo. Él la miró atónito, y la joven no entendió el porqué.
‒ ¿Pasa algo? ‒ preguntó Kagome.
‒ Tragaste la pastilla ‒ explicó, ella levantó los hombros en señal de despreocupación.
‒ Confió en ti Inuyasha ‒ susurró y él no aguantó el impulso y la besó ante tal demostración de confianza, dejando caer la toalla.
‒ Pasé una noche grandiosa ‒ musitó el ojidorado besando su cuello succionando la piel dejando pequeñas marcas rojas, quería marcarla como suya.
‒ Entonces pienso que eres masoquista, pues te golpearon mucho ‒ musitó ella apartándose un poco y tomando nuevamente la toalla del suelo y dirigiéndose a la habitación. Se colocó su ropa e Inuyasha la miró negando con la cabeza. ‒ debo irme, tengo mucho que hacer ‒ explicó la mujer.
‒ No señorita hoy serás completamente mía ‒ susurró él sugestivamente acercándose y abrazándola.
‒ En verdad quisiera pero debo realizar una mudanza ‒ agregó. Inuyasha tomó su teléfono y vio la hora.
‒ Desayuna con migo y luego te llevo ‒ ofreció y ella acepto desganada.
Perdieron 2 horas en preparar un desayuno entre juegos, y risas, pero al final la comida quedó en la nada nuevamente, se quemó en un descuido de arrumacos y terminaron optando por yogurt con cereales. Kagome tomó su teléfono y se atascó con la comida al ver la hora.
‒ ¡Por Kami! ‒ gritó levantándose de su silla como un resorte, se acercó a la puerta a pasos rápidos, llévame por favor ‒ rogó y él asintió apático. Inuyasha se vistió rápidamente con la misma ropa que traía la noche anterior, tomó sus llaves, su billetera y la siguió, bajaron por el ascensor y al llegar a la recepción fueron atropellados literalmente por un perchero arrastrado por una mujer que vestía un traje chocante color rojo con detalles en negro y correas metálicas como accesorios, Kagome cayó al suelo por el impacto y la recepcionista soltó una risita divertida.
‒ Auch ‒ musitó la azabache en señal de dolor por el golpe.
‒ Inuyasha, querido ‒ musitó la joven acercándose, pero él tenía toda su atención en la muchacha que estaba en el suelo, el joven sonrió a la azabache y entre ambos estallaron en un ataque de risas que dejó interrogantes a las dos mujeres. Él ofreció una mano que la joven acepto y le dedicó una sonrisa al incorporarse.
‒ Iujuuu… estoy aquí, hola Inuyasha ‒ repitió la mujer agitando una de sus manos enguantadas para llamar la atención, él desvió la mirada concentrándola en la de la joven.
‒ Llegas tarde ‒ fue el brusco saludo del ojidorado.
‒ A una princesa nunca se la presiona ‒ musitó, ‒ yo soy una artista necesito mi tiempo ‒ explicó con gestos femeninos exagerados.
‒ Si, bla, bla, bla ‒ contestó agresivamente por lo que la mujer hizo un puchero.
‒ Si tienes algo que hacer, puedo tomar un taxi ‒ susurró Kagome avergonzada, las dos mujeres le dedicaban miradas asesinas y ella tan solo quería desaparecer.
‒ Que te dije mi princesa, no permitiré que vuelvas con esa ropa ‒ susurró tiernamente poniendo una mano en el rostro de la joven. Dejando estupefactas a las dos mujeres, pues él no era del tipo tierno más bien era brusco con sus comentarios y tosco en sus actos.
‒ Ya no me queda tiempo para ir de compras, pero agradezco tus deseos ‒ aseguró depositando un pequeño beso en sus labios.
‒ Lo sé por eso hice que te trajeran las ropas aquí ‒ explicó.
‒ Es para ese espantapájaros ‒ exclamó poniendo sus blancos guantes en los labios en señal de horror.
‒ Abi, atiende tus palabras ‒ amenazó Inuyasha.
‒ Es verdad, aunque la vistas con traje de oro siempre será vulgar ‒ musitó Tsubaki despechada.
‒ Ya cállense las dos que no he pedido su opinión ‒ Tsubaki hoy a las 8 de la noche en mi oficina ‒ ordenó y la mujer se puso pálida.
‒ Señor, perdóneme por favor, ya no diré nada, necesito el trabajo ‒ comentó alterada la joven. Inuyasha puso cara de espanto y miró a Kagome que lo observaba interrogante.
‒ Subamos a mi apartamento ‒ pidió esquivando cualquier interrogatorio y Abi asintió. Kagome quedó en su lugar ‒ ven ‒ pidió extendiendo una mano.
‒ Ya he dicho, Inuyasha no quiero tus regalos, aceptaré una ropa discreta para hoy pero nada más que eso y te lo pagaré cuando tenga el dinero ‒ aseguró fríamente. El suspiró frustrado.
‒ Kagome, subirás al apartamento, y te probarás todas las ropas que yo desee ‒ ordenó.
‒ Ja, si claro su majestad ‒ contestó burlona dándole la espalda y caminando hacia la salida él corrió y la alzó sobre sus hombros ante la sorprendida mirada de las dos jóvenes y la risa de dos hombres que iban ingresando.
‒ Yo también arrastraría a una joven tan bonita ‒ comentó un hombre mayor mirando las piernas expuestas de la mujer de una manera que molestó a Inuyasha que estaba intolerable.
‒ Ya deja de mirar a mi mujer viejo libidinoso ‒ gritó y todo quedó en silencio, pareciera que cuando uno realiza comentarios vergonzosos el universo conspira contra uno y todos callan retumbando las palabras del joven, Inuyasha se percató de su error y se sonrojó.
‒ Ya suéltame patán, eres igual a Kouga ‒ susurró Kagome e Inuyasha se molestó, la bajó despacio y caminó apresuradamente rumbo a los ascensores, dejándola a sus espaldas, ella se arrepintió por sus palabras, Inuyasha no tenía nada de Kouga él nunca la lastimaría, solo quería hacerle un bien. ‒ Inuyasha ‒ gritó la mujer y el sonrió sin voltear, corrió hasta alcanzarlo y lo abrazó poniendo su cabeza contra su espalda. ‒ Discúlpame, lo dije sin pensar, no…no es cierto ‒ aseguró la joven.
‒ Me has ofendido ‒ fingió Inuyasha y ella se alteró, giró y lo abrazó fuerte rodeando la cintura masculina con todas sus fuerzas.
‒ No te enojes con migo, ya me disculpé, ¿qué más quieres que haga? ‒ preguntó perturbada, mirándole a los ojos.
‒ Súbete a mi apartamento y pruébate la ropa ‒ musitó Inuyasha y ella sonrió.
‒ Eres un chantajista de lo peor ‒ Murmuró sonriendo.
‒ No termina ahí, si quieres que verdaderamente te perdone deberás pasar la tarde junto a mi ‒ pidió.
‒ Hum hum, ya no te veo tan enojado ‒ comentó juguetona y el volvió a su expresión gruñona por lo que ella soltó una carcajada. ‒ Está bien, acepto ‒ musitó.
‒ Son una pareja bastante rara ‒ musitó Abi ‒ ¡me encantan! ‒ gritó repentinamente eufórica.
Verdaderamente Abi era una profesional, había traído la ropa más hermosa que Kagome hubiera visto, era cómoda y bonita, se sentía una zorra de las que se vendía por esas cosas materiales pero ver la sonrisa y la mirada que dedicaba Inuyasha ante cada prenda que exhibía era lo mejor que podía pedir, quería comprar todas las que se había probado pero no podía abusar de la bondad de Inuyasha, los zapatos eran magníficos, se sentía por primera vez una princesa.
‒ Pues ahora te pruebas las ropas íntimas y terminamos ‒ musitó Abi y Kagome se sonrojó, Inuyasha se posicionó mejor en el sofá en el que estaba sentado esperando ansioso verla, ella tomó una bolsa negra de shopping que contenía los conjuntos y tomó aire antes de entrar a la habitación.
‒ Es muy bella, la joven ‒ musitó Abi cuando Kagome entró a la habitación.
‒ La llamaste espantapájaros abajo ‒ comentó divertido, y ella soltó una pequeña risa.
‒ Las mujeres somos unas arpías ‒ murmuró, no es fácil aceptar que un hombre interesante como tú no se fije en una, pero verdaderamente la niña tiene una luz que la hace ver atrayente ‒ explicó. Inuyasha asintió dedicándole una sonrisa, siempre le había agradado Abi, estaba loca pero era una buena persona. Kagome salió luciendo una ropa intima color negro muy provocativo. Inuyasha quedó mudo mirándola y ella trató de cubrir su cuerpo.
‒ Otro ‒ musitó Abi cerrándole la boca a Inuyasha, Kagome asintió e Ingresó nuevamente a la habitación. ‒ Creo que tú ya no tienes salida de esto ‒ susurró.
‒ ¿Qué? ‒ preguntó despertando de su ensoñación y ella tan solo negó con la cabeza. Kagome salió nuevamente luciendo un babydoll color rosa pálido, con detalles en blanco era bastante atrevido e inocente a la vez, justamente como él la veía a Kagome.
‒ Por Kami ‒ musitó Inuyasha, terminemos con esto compro todos ‒ musitó desesperado.
‒ Inuyasha, no es necesario que hagas esto ‒ comentó Kagome apenada.
‒ Abi, gracias como siempre ‒ musitó ‒ si falta el dinero me avisas y te lo transfiero ‒ aseguró ignorando las palabras de la azabache.
‒ Fue suficiente señor Taisho, me retiro ‒ murmuró guiñándole un ojo.
‒ Hermosa ven ‒ pidió extendiéndole una mano, ella caminó despacio en su dirección y se paró frente al joven con una expresión triste.
‒ ¿Qué sucede princesa? ‒ preguntó Inuyasha besando su vientre sobre la fina y transparente tela.
‒ No es nada ‒ susurró la joven cerrando los ojos.
‒ Confía en mí, cuéntame, no quiero ver esa expresión triste en tu rostro ‒ murmuró ‒ Eres tan hermosa ‒ afirmó acariciando sus brazos y ella se estremeció ante ese simple contacto. No pronunció una palabra más tan solo se sentó en su regazo y besó lentamente los labios masculinos, Inuyasha la sujetó por la cintura con una delicadeza impropia del joven y subió sus manos lentamente por la espalda, sus cuerpos se movían en una armonía perfecta como si se conocieran desde hace siglos.
‒ Inuyasha…‒ gemía despacio la mujer contoneando sensual su cuerpo, el cerró los ojos y aspiró profundamente el olor de la mujer que sostenía.
‒ Kagome ‒ susurró el ojidorado extasiado por el atrayente olor de poseía esa mujer, ella tomó el borde de la remera del joven y se lo sacó, lo detalló lujuriosa mordiendo sus labios. Retumbó por el apartamento el sonido del teléfono interrumpiendo lo sesión de caricias.
‒ Contesta ‒ musitó Kagome en un susurró. Inuyasha levantó la cabeza y conectó su mirada perdiéndose en los mares chocolates de la joven, la aprisionó con ambos brazos, en un fuerte abrazo que extrañó a la joven. Tomó sus labios en un beso lento.
‒ No hay nada que pudiera interesarme más en este momento ‒ susurró, al terminar el beso tomando los labios de la joven de manera seductora con sus labios y succionándolo lentamente, el molestoso teléfono no dejaba de sonar, cosa que no lograba que la mujer pudiera perderse entre las exquisitas sensaciones, sentía como si el que lo llamaba podía verlos y saber lo que hacían.
‒ Contesta por favor, luego haremos lo que desees ‒ pidió la joven, removiéndose entre los brazos del joven que no quería terminar el abrazo.
Inuyasha se levantó dirigiéndose a la mesa donde se encontraba y lo tomo.
‒ Hola ‒ musitó enojado, sea quien fuera ya había logrado su mal humor
‒ Finalmente señor Taisho, ¿se encuentra bien?, lo he llamado a su teléfono móvil pero no me contesta y me tomé la molestia de llamarlo a este número, sé que me lo había prohibido pero es una emergencia ‒ musitó alterada Yura.
‒ Habla ‒ ordenó ásperamente.
‒ Ayer a la tarde tenía usted la reunión con los inversionistas chinos sobre el nuevo proyecto, los cancelé como me ordenó y lo reprogramé para el día de hoy, han venido y lo están esperando, amenazaron con abandonar el proyecto e ir con la competencia ‒ explicó y el joven pasó los dedos por su cabello en señal de frustración.
‒ Estoy ahí en 1 hora ‒ musitó el ojidorado.
‒ Han dicho que esperarían 30 minutos y nada más ‒ musitó la joven. Inuyasha miró a la mujer que estaba en el sofá mirándolo tan intensamente y por Kami que no quería irse ‒ en 20 minutos estoy ahí ‒ aseguró antes de cortar. ‒ mierda ‒ susurró. ‒ princesa necesito salir por unas horas, es urgente ‒ murmuró Inuyasha ‒ quiero que me esperes por favor, cuando vuelva iremos a tu apartamento ‒ ofreció.
‒ No es necesario, ve y realiza tus pendientes, yo iré caminando ‒ musitó la joven.
Continua…

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