EL MEJOR AMANTE CAPITULO 7

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Los personajes de Inuyasha no son míos, ni nunca lo serán, pertenecen a Rumiko Takahashi
Advertencia: Nuevamente repito que es un fic lemon, personas menores de edad o sensibles a escenas sexuales, lean bajo su propio consentimiento y absoluta conciencia.
Inuyasha la miró incrédulo no podía creer que Kagome estaba cotejando la posibilidad de perdonarlo y dejarle "complacerla", se alejó unos pasos, agarró su remera que se encontraba en el suelo, ante la atenta mirada de la joven que se sentó en la mesa.
‒ ¿Qué pasa Inuyasha? ‒ preguntó Kagome triste.
‒ Debo irme, además ya tienes quien me reemplace ‒ musitó molesto.
‒ Yo...yo te quiero a ti ‒ musitó la azabache, acercándose.
‒ Princesa vendré otro día, ahora alguien me espera ‒ musitó y Kagome sintió algo revolverse en el estómago al escuchar esa frase.
‒ Está bien Inuyasha, ve y goza con tu cita, ya nos veremos el viernes ‒ aseguro ¿celosa?, él se colocó la remera rápidamente y la miró una última vez antes de abrir la puerta, observó extrañado el exterior, pues ya no estaba ese hombre tan insistente, bajó rápidamente las escaleras, tampoco se encontraba en la recepción el sarnoso como ya lo había bautizado.
‒ ¿Qué me pasa, porqué me molesta tanto pensar que otro hombre pueda tomar ese delicioso cuerpo? ‒ pensó al llegar a su auto y recostar su cabeza por el volante.
Kagome quedó triste, se acostó en su cama mirando el techo.
‒ ¿Cómo será la mujer que disfrutará tenerte esta noche?, ‒ murmuró, ‒ Kami por qué me duele tanto saber que otra lo tendrá ‒ pensó agarrando su almohada y poniéndoselo en la cara. ‒ arriba perezosa, tienes mucho que hacer ‒ se alentó a si misma dejando la almohada a un lado y levantándose dirigiéndose al escritorio.
La puerta se abrió lentamente, Kagome estaba muy concentrada con sus estudios que no se percató de la presencia extraña en su habitación por lo que continuó escribiendo, ya pasaba de la media noche, estaba cansada, aún así contenta ya había adelantado bastante de su trabajo.
‒ ¿A él si le permites que te haga suya? ‒ se escuchó una voz sádica a sus espaldas lo que erizó todos los pelos de la joven. ‒ Contéstame mujerzuela ‒ gritó por lo que ella se encogió en su silla.
‒ No ‒ contestó de puro terror encogiéndose aún más en su silla y el soltó una risa sínica que logró en la joven un estado de pánico.
‒ Está claro que no me lo dirás mi princesa ‒ murmuró sarcásticamente imitando las palabras de Inuyasha, pero yo te veo, siempre lo hago, toda tu habitación tiene cámaras debo cuidar de mi mujer ‒ aseguró sonriendo sádicamente. Kagome desvió la mirada conectando con la del encargado que la miraba con una sonrisa que ella no podía entender.
‒ Yo no soy… ‒ empezó ella pero Kouga la cortó tomándola por los cabellos levantándola ella gimió de dolor ‒ suéltame, me lastimas ‒ pidió en un gemido de dolor la azabache.
‒ Tú me has lastimado más, no respetas mi amor, vienes y te acuestas con otro en nuestra casa, en nuestra cama ‒ murmuró tenebrosamente cerca de sus oídos, Kagome tembló de pánico, este no era el Kouga que ella conocía.
Soltó sus cabellos y ella se tambaleo casi cayendo al suelo y se alejó rápidamente del alcance de él.
‒ Aléjate, aléjate ‒ pidió ella aterrada al verlo caminar lentamente como cazando a su presa, ella retrocedía a cada paso que él hombre daba. Hasta que su cuerpo dio con el borde de la cama. El se acercó y la empujó por los hombros cayendo sobre ella en la cama, Kagome soltó un estruendoso grito y se removió bajo del cuerpo de ese hombre que alguna vez quiso como un gran amigo. ‒ Detente Kouga, por favor tú no quieres lastimarme ¿verdad? ‒ preguntó la azabache cuando sintió las manos del hombre recorrerla.
‒ No quería hacerlo así, pero tú no entiendes por la buenas, ‒ aseguró antes de tomar sus labios en un beso salvaje que Kagome no correspondió por lo que mordió con fuerzas los labios de la joven haciéndola sangrar, ella cerró los ojos y dejó que lagrimas de dolor corrieran por su mejilla ‒ Kagome hermosa hazlo por las buenas, no quiero lastimar tu hermoso rostro ‒ comentó con voz sádica, Kagome asintió aterrada ‒ él tomó nuevamente sus labios y ella respondió mecánicamente, sintió los besos de su acompañante descender por su mandíbula y cuello al llegar a esa zona se apartó molesto y la tomó por las muñecas jalándola con tanta fuerza que de un solo tirón la puso de pie y la estiró hasta el baño, abrió el grifo de agua fría y la empujó bajo el agua ‒ Apestas a él, báñate, báñate ‒ ordenaba desquiciado frotando rudamente el jabón por la piel de la joven.
‒ Para Kouga, basta ‒ pedía ella pero él seguía trastornado ‒ shiiishhh tranquilo pidió ella tratando de tranquilizarlo.
‒ Estoy tranquilo ‒ afirmó mirándola fijamente con una sonrisa siniestra. ‒ ahora quítale la ropa ‒ ordenó. Kagome desesperó y corrió en dirección a la pieza. Completamente mojada, pero fue empujada y cayó al suelo, se arrastró en este y se paró bordeando la mesa que se encontraba frente a la cama.
‒ ¿Me encanta atrapar a mis presas? ‒ murmuró antes de soltar una estruendosa cargada, disfrutaré tanto comerte mi hermosa. ‒ sentenció y Kagome lagrimeaba sin cesar a cada palabra.
Kagome detalló la habitación y vio su teléfono sobre el escritorio donde estaba estudiando anteriormente, podría tomarlo al escapar hacia la salida, pero como librarse de él.
‒ ¡Basta! Te denunciaré por violación ‒ expuso Kagome intentando demostrar seguridad, pero realmente estaba aterrada.
‒ No podrás ‒ aseguró ‒ si no me quieres por las buenas aún así estarás con migo ‒ algún día aprenderás a amarme, quizás cuando nazcan nuestros hijos. ‒ Murmuró soñador.
‒ Nunca te amaré, el cariño que sentía murió hoy, mañana me iré para siempre de aquí, ‒ murmuró la joven. Y el negó con la cabeza lentamente.
‒ Kagome, Kagome, ‒ murmuró lentamente antes de tumbar la mesa ‒ tú nunca te apartarás de mi lado aseguró. Kagome soltó un grito y corrió hacia la salida pero fue sujeta bruscamente por los brazos y arrojada contra la pared por lo que soltó un gemido de dolor. Kouga aprisionó el cuerpo de la joven contra la pared y la besó.
‒ Dime que me amas ‒ pedía entre besos el hombre. Kagome cerró los ojos e imagino que besaba a un ojidorado que no abandonaba sus fantasías, lo agarró por el cuello y profundizó el beso lo que tranquilizó a Kouga quien paso sus manos por la cintura de la joven.
‒ Te quiero ‒ afirmó besándolo más profundamente, y gimiendo despacio entre besos, hazme tuya ‒ pidió.
‒ Sí mi hermosa, lo que desees ‒ se escuchó la voz de Kouga lo que la despertó, le dio un rodillazo en la entre pierna al hombre este cayó gimiendo de rodillas ella paso a un lado y el la tomó con una mano que ella se soltó y pateo, corrió hacia la salida, tomó su teléfono del escritorio y bajó despavorida las escaleras. Corrió por las calles vacías.
‒ Kami ayúdame por favor ‒ susurró.
Estaba descalza, mojada, con la ropa que se había puesto para cenar que no era nada discreta y que dejaba a la vista de todos sus senos por la transparencia de la tela, por lo que ella los tapo con sus brazos cruzándolos y corrió lo más lejos que pudo. Vio las luces azules de un Karaoke bar y entró en este, caminando apresura directamente al baño, cerró la puerta y lloró desgarradoramente y sin dar tregua, no sabía lo que haría, temblaba como una hoja del frío y del miedo, no tenía a donde ir, no tenía dinero.
‒ Sango ‒ pensó entre tanto llanto, tomó su teléfono y buscó el número de su amiga, pero no lo tenía, él único nombre anotado era el de Inuyasha. ‒ El primero en mi lista ‒ repitió en un susurro Kagome las palabras de Inuyasha. ‒ No tengo otra opción ‒ pensó.
Discó el número, sonó 3 veces y no contestaba, ella sentía pavor de que no conteste, por lo que su alma volvió al cuerpo cuando lo escuchó.
‒ ¡Mierda! ¿Quién es? ‒ fue el saludo somnoliento de Kagome.
‒ Per..doname que te llame a estas horas es que no tengo nadie más quién acudir ‒ musitó entre sollozos la azabache. Inuyasha se incorporó rápidamente en su cama.
‒ ¿Kagome? ‒ Preguntó incrédulo.
‒ Si, no sé qué hacer ayúdame por favor ‒ pidió.
‒ ¿Estás en tu apartamento princesa?, ¿estás bien?, ‒ preguntó apresuradamente e histérico Inuyasha.
‒ No, estoy en un bar ‒ afirmó tartamudeando, sus labios temblaban y estaba hecho un ovillo sobre el inodoro.
‒ Tranquila mi princesa, dime dónde estás e iré por ti ‒ aseguró mientras se paraba y buscaba en su ropero algo que ponerse.
‒ No lo sé, tan solo entré, no sé donde estoy ‒ expuso histérica
‒ Sólo dime el nombre Kagome ‒ pidió serio, ella no estaba bien y él lo sentía. Kagome abrió la puerta del baño y miró en la zona donde se lavan las manos estaban dos mujeres que la miraron fijamente extrañadas.
‒ Perdón, podrían decirme ¿cómo se llama el local? ‒ pidió en un murmuro avergonzado tratando de cubrir parte de la piel expuesta de su cuerpo.
‒ Risaitaru ‒ musitó una de ellas luego de salir de su estupor.
‒ Gracias ‒ musitó la azabache ‒ Risaitaru ‒ repitió al teléfono.
‒ ¿Es un Karaoke Bar? ‒ preguntó.
‒ Sí, contestó Kagome.
‒ Llegaré por ti en media hora mi princesa, siéntate y pide algo de bebe, que no te hará bien estar tan nerviosa ‒ sugirió.
‒ No, no traigo dinero ‒ comentó apenada.
‒ Pídelo mi princesa, lo que desees ‒ aseguró.
‒ Te espero, no tardes por favor ‒ rogó antes de colgar.
Las mujeres habían salido por ello se encontraba sola, puso tranca a la puerta, se sacó la blusa, activo el secado de mano y el aire caliente en 5 min había dejado completamente seca, se la puso y salió al exterior. Todos los presentes la miraron, ella se sentó en una mesa y el mesero la atendió.
‒ Podría traerme por favor una botella de Sake ‒ pidió y el hombre asintió en un minuto volvió con su pedido, ella sirvió un vaso y lo tomó en un solo trago y realmente la ayudó a tranquilizarse un poco más, habían pasado los 30 minutos y había desaparecido el contenido de la mitad de la botella, Kagome coreaba las canciones feliz de repente se puso a llorar desoladamente recostando su cabeza contra la mesa. Inuyasha entró y la buscó desesperado con la mirada, hasta que la vio temblando con la frente recostada en la mesa, se acercó y supo una mano en sus hombros.
‒ Sultameeeeee…no me toqueesss ‒ gritó Kagome retorciéndose hasta soltar la mano que la sujetaba, él la miró atónito y todos los presentes giraron su atención hacia ellos. ‒ Ya no me toques…me...me haces daño… ‒ musitó encogiéndose en la silla.
‒ Tranquila mi princesa soy yo Inuyasha, mírame ‒ pidió en un susurró, levantó la mirada y conecto con los dorados, y lo abrazó por la cintura fuerte llorando desoladamente.
‒ Shiishh… tranquila mi princesa estoy aquí ‒ musitó acariciándole los cabellos.
‒ Per..do..name ‒ donde estoy ‒ preguntó desorientada.
‒ ¿Está bien señorita? ‒ preguntó un hombre acercándose.
‒ Si, muchas gracias por su preocupación ‒ respondió Inuyasha. ‒ No te lo pregunté a ti ‒ aseguró rudamente el hombre.
‒ Estoy… bien… gracias ‒ murmuró tartamudeando brindándole una pequeña sonrisa al hombre que asintió nada convencido.
‒ Vamos Kagome ‒ pidió Inuyasha.
‒ No, acompáñame, con un vaso, tomemos toda la botella y luego me llevas donde desees ‒ propuso, él asintió y se sentó frente a la joven. En 20 minutos más la botella estaba casi vacía Kagome se encontraba feliz, diciendo disparatadas de borrachos. Inuyasha estaba inalterable, no había bebido casi nada, la detallaba, y no sabía cómo preguntar lo que había pasado, odiaba ver la herida que tenía en el labio, y las marcas ahora moradas en el brazo de la joven.
‒ Inuyasha… quiero que me hagas el amor ‒ pidió la joven y él sonrió de lado.
‒ Claro princesa lo que desees ‒ concedió él como todos los demás comentarios que decía la joven, sabía que estando alcoholizada diría cosas que el día siguiente se arrepentiría por ello no tomaba nada a serio.
‒ Desde lo que pasó con Bankotsu, no creí que nadie podía lograr que tuviera un orgasmo ‒ explicó la joven lo que llamó la atención del joven. Sabía que era inmoral averiguar cosas estando ella en ese estado pero aún así.
‒ ¿Qué pasó con Bankotsu? ‒ preguntó intrigado.
‒ Bankotsu, ‒ musitó ella en un susurro que desagradó al joven.
‒ ¿Lo amas? ‒ indagó y ella negó con la cabeza para alivio del ojidorado.
‒ Cuando somos niños, esa inocencia es hermosa, ‒ musitó la joven ‒ es hermosa si nadie se aprovecha de ella. ‒ Explicó
‒ ¿Qué pasó? ‒ preguntó intrigado.
Ella lo miró dudosa pero luego tomó la totalidad del contenido en su vaso y se sirvió otro vaciando la botella, agitó el contenido de su vaso moviéndolo lentamente mirando fijamente pensativa.
‒ Tenía yo 12 años cuando conocí a Bankotsu el tenía 17, era un hombre muy hermoso ‒ musitó e Inuyasha hizo cara de asco, ‒ él trabajaba en la frutería de sus padres y cuando íbamos a comprar frutas con mi mamá él me miraba y sonreía, esa hermosa sonrisa era contagiante cuando me dedicaba una yo quedaba sonriendo como tonta durante una semana ‒ musitó la azabache aún mirando el líquido como hablándole a éste. ‒ Fuimos lo que se diría amigos por más de 8 meses, yo lo amaba en silencio ‒ musitó e Inuyasha bufó, hasta que un día ‒ susurró soltando un largo suspiro. ‒ fui a su casa y él me atendió muy contento, entré en su habitación donde siempre jugábamos ella soltaba lagrimas sin continuar su relato.
‒ ¿Te violó mi princesa? ‒ preguntó con la mandíbula apretada por la ira.
‒ ¡No! ‒ exclamó ‒ no lo sé ‒ explicó.
‒ Yo…yo no sabía lo que estaba haciendo, me gustaba cuando tocaba mi piel y sus besos pero…te lo juro yo no sabía que eso pasaría ‒ explicó rápidamente llorando.
‒ ¿Qué pasó luego? ‒ preguntó serio Inuyasha.
‒ Me desvistió yo sujetaba mis ropas y le preguntaba que sucedía, él decía que se trataba de un nuevo juego, por lo que permití despojarme de mis ropas. Rompió mi ropa intima salvajemente, y se adentró en mi, sentí que moriría ‒ musitó Inuyasha tenía sus nudillos blancos de tanto presionarlo.
‒ Grité, lloré, supliqué por que se detuviera, pero nunca lo hizo, decía que el dolor pronto cesaría, pero esa afirmación no fue cierta ‒ musitó levantando la mirada y conectándola con los dorados.
‒ ¿Y qué hiciste luego? ‒ preguntó, ella suspiró
‒ Cuando finalmente soltó un gemido ronco y abandonó mi cuerpo con la misma brusquedad con la que entró, se prendió el cierre del pantalón y me dijo que debía irme. Agarré mis ropas y me vestí, me dolía tanto todo el cuerpo que tan solo deseaba morir ‒ susurró ‒ Caminé como pude hasta mi casa al entrar mi madre lloró incansablemente y mi papá me pegó en el rostro diciéndome que era una mujerzuela, yo no entendía lo que pasaba pero después de ese día mi papá nunca más fue el mismo, me miraba con rencor como si hubiera hecho algo imperdonable, cuando tomaba más de la cuenta iba a mi habitación ‒ murmuró antes de llorar desgarradoramente, él la tomó de las manos aguantando las lagrimas que también querían abandonar sus ojos.
‒ ¿Tu padre abusaba de ti? ‒ Preguntó asqueado Inuyasha, ella negó con la cabeza repetidas veces.
‒ Él…el sacaba su cinto y me pegaba con este diciéndome que una mujerzuela como yo no podía ser llamada por todos su hija ‒ comentó llorando, por más de dos años soporté todos los golpes cada vez se hacían más repetidos y más dolorosos, ya no salía de la casa pues me la pasaba todos los días con vendas, productos de sus golpes, hasta que un día ya no llegó en casa cuando faltaban 3 días para cumplir mis 15 años y no lo extrañé, quedé feliz pues ya no recibiría más golpes ‒ musitó ‒ en 20 días se encontró su cuerpo calcinado en un barranco al parecer chocó y cayó. ‒ musitó. Inuyasha no entendía como Kagome después de haber vivido todo eso aún podía mantener ese corazón bondadoso, era una mujer hermosa, y también admirable, él presionó la mano que sostenía y ella le dedicó una pequeña sonrisa. Bankotsu después de lo que sucedió vino a Tokio, por eso nunca conté quien había sido.
‒ ¿Volviste a ver a Bankotsu? ‒ preguntó y Kagome soltó un suspiro.
‒ Sí, ‒ contestó ‒ cuando cumplí 18 años, el fue a visitar a sus padres y me citó en un hotel, yo tonta acudí a su llamado y me acosté nuevamente con él, esta vez no hubo dolor físico pero tampoco satisfacción, al terminar el acto sexual, agarré una almohada y lloré, lo hice como debí hacerlo de niña, por la forma inhumana que me tomó, por todos los golpes de mi padre, lloré desde mi corazón, el me miró y sonrió.
‒ ¿No lo disfrutaste?, ‒ pregunto con una sonrisa burlesca ‒ yo no tengo la culpa de que seas frígida ‒ murmuró y se marchó ‒ contó Kagome con lágrimas en los ojos. ‒ siempre, siempre tenía ese sueño, lo veía burlándose de mí, entonces salía a bailar, a tomar a cualquier parte buscando un hombre que pudiera demostrarme que no eran verdad sus palabras, pero siempre ocurría lo mismo. Incluso con Kouga ‒ comentó dejando a Inuyasha con la boca abierta. ‒ Había tenido el mismo sueño estaba mal y él me había abrazado consolándome en mis sueños, cuando desperté Kouga me besó y me sentí segura, por lo que me entregué a él, pero tampoco pasó nada. ‒ comentó apenada.
‒ Tú no eres frígida mi princesa, solo eres una niña a quién han herido ‒ contestó ‒ déjame hacerte el amor y curar esas heridas. ‒ Murmuró acercándose poniendo su pecho contra la mesa, ella también se acercó y unieron sus labios en un beso lento.
Continua…

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