EL MEJOR AMANTE CAPITULO 17

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Los personajes de Inuyasha no son míos, ni nunca lo serán, pertenecen a Rumiko Takahashi
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bla bla bla (llamada de teléfono)
bla bla bla (pensamiento)
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Kagome lo miró sin saber que decir, sin dudas Sesshomaru le parecía hermoso, incluso angelical, y si no amara a Inuyasha no dudaría un segundo en aceptar la petición, la sonrisa arrogante de Sesshomaru resultaba tentadora y sin dudas esos finos labios se veían deseables.
– No sé muy bien cómo va el trato entre ustedes, si tendré que pagar algo solo dímelo – murmuró el ojidorado a lo que la joven negó con la cabeza.
– Sesshomaru – susurró la mujer antes de suspirar sonoramente, no sabía que decir, sus sentimientos estaban claros, pero no sabía cómo rechazar tal proposición sin ser muy hiriente.
– Estoy dispuesto a hacer lo que sea por ti – aseguró suavemente, acercándose a la joven todo lo que la mesa permitía.
– Yo…etto…no – tartamudeaba sonrojada la joven tan solo deseaba en ese momento ser comida de un gigantesco monstro, aunque bien sabía que era algo imposible y que debería solucionarlo sola.
– Solo una noche, tan solo eso necesito para sacarte de mis pensamientos – susurró como analizando la situación.
Inuyasha había sido "atrapado" por Kikyou quien deseaba "preguntarle" sobre su padre.
– Entonces te casaras – indagó repentinamente por lo que el ojidorado la miró fijamente confundido – Etto…esa niña cree que te casaras con ella – explicó mordiéndose los labios.
– Aún no lo sé, quizás – comentó Inuyasha jugando con la paciencia de la mujer.
– Cariño yo sé que no lo harás porque me amas – aseguró – además veo a tu hermano muy interesado en ella y por lo visto a "tu princesa" no le resulta indiferente – comentó.
Inuyasha miró en dirección a la mesa y se molestó al ver a Kagome sola con Sesshomaru, por lo que agarró lo primero que tenía en frente y se apresuró a volver junto a la joven dejando a Kikyou con su veneno en la lengua. Sesshomaru lo vio acercarse por lo que guardo un sepulcral silencio, Kagome soltó un gritito al sentir una mano en su hombro, sentía que la descubrieron haciendo algo malo.
– ¿Estás bien mi amor? – preguntó Inuyasha extrañado.
– Sí, tan solo me asustaste – susurró.
– Solo se teme cuando se está haciendo algo malo – aseguró Inuyasha – aunque yo sé que tú no harías nada malo mi amor – comentó ácidamente, tanto que los pelos de la joven se erizaron. Inuyasha se sentó a un lado de la joven, la tomó por el mentón y capturó sus labios en un beso lento, tomó el labio inferior y lo mordió dejando una pequeña marca roja en este. Kagome amaba esa costumbre que Inuyasha tenía de marcarla cada vez que hacían el amor, con alguna mordida pequeña o moretes en el cuello, pero nunca antes había hecho algo semejante fuera de la intimidad por lo que extrañó a lo joven.
– Te muerde como un salvaje y luego niegas que ha sido él quien te golpeó – comentó Sesshomaru.
– Creo que no pueden vivir sin mí en la compañía, me ausento un día y llaman desesperados – comentó el Señor Taisho sonriente miró a sus hijos en su nueva batalla de miradas y suspiró sonoramente – ¿me perdí de algo? – indagó.
– Tan solo una escena deplorable de tu primitivo hijito, pero como nunca me creerías, es tonto que te lo cuente, – aseguró parándose y caminando serenamente unos pasos.
– Hijo no almorzaras – preguntó el señor Taisho elevando la voz para ser oido.
– La cara de baka de tu hijo elimina mi apetito – aseguró antes de continuar su camino.
Inuyasha miró a la azabache quien rehuyó de esos ojos dorados que leían cada gesto suyo y comió cabizbaja, estaba cansada, anteriormente había anhelado que llegara el día del campamento ahora tan solo rogaba por que acabara, odiaba a Kikyou, a todas las mujeres que se burlaban de ella, a Renkotsu y a Sesshomaru por sus tontas propuestas, a Bankotsu por sus malas intenciones, a Naraku, todo era tan difícil, parecía como si todo siempre conspirara contra ella por lo que se dedico a almorzar en absoluto silencio.
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El silencioso bosque los rodeaba, Kagome estaba asustada aunque también bastante animada, caminaba mirando hacia todos lados y preparándose para el ataque, veía las sombras de los árboles alumbrados tan solo por la luna, la mujer grito sonoramente al sentir una mano posicionarse en su hombro.
– Kagome no pensé que tú serias mi primera presa – aseguró Renkotsu presionando el arma contra la espalda femenina.
– Inuyasha y mi padre vengaran mi muerte – musitó la mujer dramáticamente siguiendo el juego, se escuchó un pitido en la muñequera de ambos y Renkotsu rió estruendosamente.
– Tu padre ha muerto – informó en su papel de villano – e Inuyasha no hará nada por ti, seguramente está protegiendo a mi hermana – aseguró intentando convencerla de que Inuyasha no merecía su devoción, la joven soltó un suspiro triste, bajando la mirada para que así no se notaran sus ojos llorosos – Kagome Inuyasha no te ama, el ama a Kikyo – afirmó sin ningún tacto.
– Lo sé – susurró la mujer. Eso ya no era parte del juego y no le agradaba a la joven odiaba que todos digiera lo mismo, incluso su cabeza le repetía una y otra vez la misma frase pero no podía apartarlo. Se escuchó otro pitido anunciando la "muerte" de kikyo por lo que la joven sonrió levemente.
– Como puedes estar tan tranquila con un hombre que no te ama – indagó el hombre con intenciones de herirla pero Kagome tan solo sonrió.
– Yo lo amo y estaré a su lado todo el tiempo que él me deje estar – Aseguró sonriendo, aunque sus ojos apagados delataban a la sonrisa fingida que dedicaba.
– Últimas palabras – pidió alardeando de su victoria.
– Estas muerto – susurró Inuyasha disparándole en la espalda al hombre. Se escuchó el pitido en las tres muñequeras informando la muerte de Renkotsu.
– Mierda – gritó el hombre, e intentó dispararle a Inuyasha, intentando vengarse pero una vez que informan tu "muerte" se bloquea tu arma por lo que no le quedó de otra más que dirigirse hacia el campamento refunfuñando
Inuyasha POV-
Corría por el bosque rumbo a mi escondite secreto, esta vez tenía que ganar, era frustrante ser siempre uno de los primeros en morir, escuché a lo lejos la voz de Kagome por lo que me acerqué a ver qué sucedía
– Como puedes estar tan tranquila con un hombre que no te ama – indagó Renkotsu
– Yo lo amo y estaré a su lado todo el tiempo que él me deje estar – Aseguró Kagome, podía ver la expresión de su rostro y aunque dedicara un hermosa sonrisa yo sabía que algo la dejaba triste.
– ¿ Ama a quien? – me pregunté en pensamientos.
– Últimas palabras – musitó Renkotsu por lo que me acerqué a sus espaldas
– Estas muerto – susurré antes de dispararle, no era mi batalla pero tampoco podía dejar que "Matara" a mi princesa se escuchó el pitido en las tres muñequeras informando la muerte de Renkotsu, el hombre muy molesto se dirigió al campamento.
– Gracias – susurró Kagome yo sonreí de lado siguiendo el juego, me acerqué como un cazador rodeando a su presa y coloqué la punta del cañón del arma entre los senos de la joven que sonrió – Mátame – susurró, ni siquiera en el juego podría hacerlo bajé el arma lentamente y la tome por una mano jalándola, corrimos juntos rumbo a mi refugio, pronto llegamos a un árbol gigante descubrí unos pequeños escalones hechos con madera.
– Sube – ordené y ella asintió subiendo rápidamente, la seguí y nos refugiamos en las ramas del medio del árbol.
– ¿Cómo sabias de éste lugar? – preguntó en un susurro Kagome.
– Todos los años jugamos al cazador, me las tuve que ingeniar – contesté con una sonrisa orgullosa. Se escucharon unos pasos y guardamos silencio estaba emocionado apuntando el arma hacia abajo, era un juego verdaderamente divertido y el miedo a ser atrapado hacía que la adrenalina subiera, vi a Bankotsu caminar agachado entre la maleza, movía la cabeza de un lado al otro buscando a alguien, sonreí al menos en juego podría cumplir el sueño de acabar con su ego, cuando lo vi a una distancia prudencial disparé pero erré por poco, alzó la mirada y ambos nos escondimos atrás del tronco Kagome apuntó con su mira directamente en el pecho de su "enemigo" se veía la pequeña luz verde sobre el traje negro de Bankotsu igual al que todos vestíamos y disparó escuchándose el pitido de muerte, verdaderamente se veía exquisita con ese traje negro pegado a su perfecto cuerpo, y esa cara de mujer sensual pero peligrosa que ponía al empuñar su arma, sin dudas Kagome era una mujer única. Bankotsu nos maldijo en varios idiomas y volvió al campamento.
– Escuché todo lo que hablaste con Renkotsu – comenté en un susurro, estaba intrigado necesitaba saber si en realidad la joven me amaba o solo pronunció esas palabras para que el hombre dejara de molestarla. – ¿En verdad me amas princesa? – pregunté y ella bajó la cabeza mirando el suelo abajo.
– Yo…yo…no… – tartamudeó la joven.
– ¿Fue una mentira? – pregunté triste, tomándole con una mano desde el mentón y levantando su rostro, no sabía el porqué pero me había agradado la idea de que Kagome me amara. La miré fijamente a los ojos esperando su respuesta – Dime la verdad – rogué acariciando su suave rostro con el pulgar de mi mano que sujetaba su mentón.
– Lo que yo pueda sentir o no es solo asunto mío – respondió poniéndose a la defensiva, me divertía cuando ella adoptaba esa pose de mujer dura.
– Me importa – afirme – Tu me importas Kagome – susurre acercándome lentamente, acaricié sus labios con mi pulgar y ella cerró los ojos gimiendo débilmente, cada gesto, cada movimiento que realizaba Kagome me excitaba, sentía que moriría de desesperación si no la tuviera un día. – ¿Me amas mi princesa? – pregunté antes de depositar un pequeño beso en la comisura de sus labios, esa mujer tenía un sabor que me volvía adicto a ella.
– Inu…yasha yo…si te amo – susurró la mujer, – yo sé que no soy correspondida, y a lo que te dedicas, no espero que me ames, solo deseo seguir a tu lado – aseguró rápidamente desviando su mirada de la mía y alejándose todo lo que el árbol le permitía
– Tú no sabes nada – aseguré y era verdad, Kagome no sabía sobre mi vida, mis negocios, mis estudios, mis sentimientos, pero deseaba compartir con ella todo y cuando volviéramos del campamento le contaría toda la verdad. Se escuchó el pitido de muerte y miré mi muñequera, era uno de los trabajadores, tan solo quedábamos cinco, Kagome y yo, Naraku y dos trabajadores más.
– Cuando termine el campamento y volvamos, me iré de tu casa, no es lo mejor para mi vivir en tu casa, pero seguiremos siendo amigos – susurró Kagome.
– Kagome, Kagome – susurré, y retumbó mi brazalete y el de Kagome interrumpiendo mis palabras, miré extrañado mi nombre en este y bajé la cabeza topándome con la sonrisa victoriosa de Naraku.
– Conozco tu madriguera – gritó antes de soltar una carcajada, se escuchó nuevamente el pitido del brazalete y miré con una sonrisa el nombre de Naraku, Kagome le había disparado acertándolo, no pude evitar reír a carcajadas.
– Pero no conoces a mi nueva huésped por lo que veo – grité entre risas. – mucha suerte mi princesa – musité depositándole un beso en la frente tan solo quedaban tres, y la ley era una vez eliminado volver al campamento por ello no podía permanecer a su lado por mucho que lo deseara.
Bajé del árbol rápidamente y me dirigí al lugar de partida esperando que mi Kagome sea la vencedora.
Llegué al campamento encontrándome con todos los competidores que habían sido eliminados mi padre me recibió con una gran sonrisa y me abrazó al llegar junto a él.
– Kagome sigue aún – comentó orgulloso mi padre yo tan solo sonreí asintiendo.
Todos esperaban ansiosos al vencedor, algunos hacían apuestas por quien sería el ganador, pero en mi cabeza en ese momento solo rondaban las palabras de la joven, siempre había buscado esa devoción incluso lo esperé de Kikyo, pues para mí eso significaba el amor, estar dispuesto a todo por la persona amada y en verdad me sentía elogiado y feliz de ser el dueño del amor de la azabache pero no sabía qué hacer ahora, por un lado estaba la propuesta de Kikyo a quien había amado, pero quien nunca me amo, pero que ahora estaba dispuesta a todo por estar con migo, y por el otro Kagome, quien poco me conocía pero demostraba más devoción y lealtad que nadie, además no podría dejar de desear a Kagome, solté un largo suspiro frustrado por la pelea que se desataba en mi interior y no tenía aún respuestas.
– ¿Sucede algo hijo? – preguntó mi papá, poniendo una de sus manos en mi hombro.
– Podemos hablar – pedí, en realidad en estos momentos necesitaba la sabiduría de mi padre, no podía equivocarme al tomar esta decisión. Nos alejamos a una distancia prudencial y yo recosté mi espalda por un árbol mirando la luna. – Kagome dijo que me ama – pronuncié sin mirar el rostro de mi padre tan solo contemplaba la hermosa noche.
– ¿Era secreto? – Preguntó entretenido pero para mí no era nada divertida la situación – ¿la amas? – indagó intentando poner una actitud más seria pero fracasando en el intento.
– No lo sé – contesté sinceramente.
– No te preocupes hijo, Kagome es una mujer única, es hermosa, inteligente, divertida, solo sigue con tu relación y pronto tendrás en claro tus sentimientos – aseguró.
– Kikyo me ofreció casarme con ella – pronuncie, mi padre bufó en señal de disgusto, esa enfermiza relación que mantuve con Kikyo había afectado a todos.
– ¿Aún la amas? – indagó nuevamente intentando parecer imparcial.
– No lo sé padre, ya no la veo como antes pero cuando me dijo que deseaba casarse con migo sentí felicidad – expliqué. – pero no quiero dejar de ver a Kagome, la deseo, y no solo su cuerpo, también deseo su compañía, su felicidad, sus regaños y su lealtad – agregué antes de suspirar sonoramente.
– ¿Ves a Kikyo como madre de tus hijos? Como la mujer con quien despertarás todas las mañanas con ganas de amarla y afrontar un nuevo día por hacerla feliz – indagó cerré los ojos suspirando frustrado, no me había hecho esa pregunta.
– No – conteste, era la verdad por más que Kikyo fuera hermosa era muy fría comparando con la candidez que despide Kagome.
– ¿Y Kagome? – preguntó interesado, sonreí ante la imagen mental de Kagome sosteniendo un bebe, se vería tan hermosa y sin duda sería una madre excepcional.
– ¿Podría estar enamorado de ambas? – indague esperanzado y mi padre soltó una carcajada.
– El amor es inmenso, amamos a nuestros padres, a nuestros hijo, amamos la naturaleza, y también amamos a Kami pero el amor hacia la mujer es único, solo si eres privilegiado encontraras a la persona que será tu amor verdadero yo lo sé pues lo descubrí con tu madre, quizás logren encandilarte dos mujeres, o lograr tu cariño pero el amor es otra cosa. Viví con Irasue, es una gran mujer pero no la destinada para mí al ver a Izayoi lo supe ella sería mi verdadero amor – susurró, me sentía triste cada vez que mi padre hablaba con tanto fervor sobre mi madre, yo sabía que la extrañaba, pues también yo la añoraba.
– ¿Qué puedo hacer padre para saber a quién amo? – pregunté.
– Eso solo tú lo sabrás en el momento correcto – aseguró.
Iba contestar pero el alboroto de las personas cortaron el momento, todos gritaban emocionados.
– Ya tenemos un ganador – aseguró eufórico dándome la espalda para marcharse.
– Gracias – musité.
– Siempre estoy aquí para ti hijo, ahora vamos a ver quién fue el sobreviviente – ofreció entusiasta por lo que asentí, volvimos al sitio y vi a Kagome ser levantada del suelo por todos los hombres, sentí algo raro en el pecho y más cuando ella fijó su mirada en mí y sonrió, su sonrisa era hermosa y tan pura, tanto que lograba traspasarme esos sentimientos y me hacía sonreír.
– He podido vivir estos dos años sin la presencia de Kikyou, pero cuando estuve tres días sin Kagome me sentí perdido – analicé en pensamientos mirándola, mi padre la abrazó con fuerzas – amo su voz, sus caricias, su cuerpo, su sonrisa, su inocencia , amaba todo de ella porque la amaba a ella. – pensé mientras la veía caminar lentamente en mi dirección.
– ¿Pasa algo? ¿No me felicitaras? – preguntó cuando llegó frente a mí abriendo los brazos para ser abrazada por mí.
– Te amo – musité serio, el rostro de Kagome me declaró confusión y miedo – quiero que sepas… – agregue quedando pasmado al verla correr huyendo de mis palabras. Corrí persiguiéndola, la sujete fuerte por la cintura impidiendo su escape. – ¿Que sucede, porqué huyes? – pregunté contra su oreja, no la dejaría escapar, esta vez me oiría.
– No…quiero…que mientas sobre tus sentimientos, no lo hagas solo porque lo dije yo, no te sientas en deuda – tartamudeo – no me ilusiones por favor – rogó y yo sonreí.
– Kagome, estoy muy seguro de mis sentimientos – afirmé – solo te quiero a ti en mi vida – murmuré.
– Tú amas a Kikyou – aseguró, por lo que bufé.
– Te amo a ti – susurré sentí un pequeño temblor por lo que acaricié su fina cintura.
– ¿No me mientes? – indagó temerosa.
– Por que lo haría mi amor – aseguré.
– Pues no lo sé, porque me quieres y no quieres … etto…no lo sé – murmuró nerviosa.
– Te amo Kagome, te amo solo a ti, quiero que seas solo mía, así como yo seré solamente tuyo – susurré contra su oreja, amaba como ella temblaba ante mis palabras y lo receptiva que siempre era con mis caricias.
– ¿Y tu trabajo? – indagó, con duda como si mi respuesta fuera a lastimarla físicamente.
– Lo dejaré todo por ti, tú serás la única mujer a quien haga el amor – aseguré
– Perderá mucho señor Taisho ¿en verdad le parece un buen negocio? – preguntó girando entre mis brazos con una radiante sonrisa y en definitiva ella valía.
– El mejor de todos – susurré.
– Me juras Inuyasha que yo seré la única – pidió haciendo una mueca con los labios.
– Lo juro mi princesa – susurré. – ¿Quieres ser mi novia? – pedí y ella asintió dedicándome una sonrisa.
End Inuyasha POV-
Kagome´s POV –
Los rayos del sol filtrándose tenuemente por la tela de la tienda y el calor me despertaron, sonreí como una tonta al recordar todo lo sucedido la noche anterior, estaba viviendo mi cuento de princesa y en definitiva no quería despertar, Inuyasha me había hecho el amor con tanta ternura, no podía creer que este era el primer día como su novia oficial, giré medio cuerpo buscándolo pero no lo encontré.
– Estará con su padre – analicé en pensamiento buscando la lógica de mi soledad, tomé la primera ropa a mi alcance y me vestí apresuradamente, necesitaba verlo. Al estar completamente vestida, salí al exterior encontrándome con el silencioso campamento, caminé unos pasos extrañada, hasta que escuché unos ruidos extraños, me dirigí apresuradamente hacia el lugar de donde provenían esos gritos y risitas, cuanto más me acercaba al lugar se podían distinguir gemidos, todo mi cuerpo temblaba.
– Sigue ahh… así… sigue – se escuchaban los gritos y gemidos femeninos no sabía el porqué me mantenía ahí frente a la tienda, era ilógico que se tratara de él, giré medio cuerpo para volver a mi tienda – Inuyasha eres el mejor – pronunció la joven en gemidos y sentí que mi alma abandonaba mi cuerpo, la noche anterior me había jurado amor y fidelidad sin que yo se lo pidiera y un día después se le olvidaba todo, no podía evitar que las lagrimas abandonaran mis ojos y rodaran por mis mejillas, escuchaba los gemidos roncos y los gritos femeninos me quedé petrificada en el lugar por unos segundos, todo este tiempo al lado suyo pasó como una tormenta ante mis ojos y me sentí humillada y traicionada corrí con todas mis fuerzas, no sabía hacia donde iba pero mis piernas se movían a una velocidad increíble intentando alejarse del sitio, impacte contra alguien y me sentí sujeta por unos fuertes brazos, luche contra este golpeándole como una posesa en el pecho para que me soltara.
– Tranquila hija soy yo – escuche la voz del señor Taisho y sin poder evitarlo lo abracé con todas mis fuerzas llorando contra su pecho, él me brindaba una seguridad paternal que necesitaba en esos momentos.
– Ayúdeme por favor a llegar a Tokio – pedí entre sollozos.
– ¿Kagome que sucede? – preguntó intentando mirarme a los ojos – esperemos a Inuyasha y vemos como hacemos – sugirió.
– ¡No! – grité – nunca más quiero ver a Inuyasha es un mentiroso, cobarde y lo odio – musité entre sollozos y ni yo creía esa declaración, lo amaba por ello sentía que moría a cada segundo, no podía volver a verlo porque si lo hacía sabía que lo perdonaría y creería nuevamente en él, – Iré caminando si no me llevas – aseguré pasando a un lado suyo y emprendiendo mi huida.
– Todo tiene una explicación hija cálmate – pedía Inu no, yo me dispuse a correr cuando vi los portones de la finca quería salir de ese lugar, no sabía en qué pueblo estaba ni como llegar a Tokio y al llegar a Tokio que haría ya no tenía donde vivir, ni que vestir, pero haría lo necesario por mantener mi orgullo que era lo último que tenía. Corrí hacia el portón desesperada. Mi estómago se revolvía ante la imagen de Inuyasha haciéndole el amor a Kikyou, por lo que no pude evitar y vomite en el suelo, caminé nuevamente rumbo al portón.
– No la dejes pasar – gritó el señor Taisho al guardia que custodiaba el portón, no lo podía creer me querían tener cautiva, agarré una rama grande de árbol que estaba en el suelo, no tenía conciencia en esos momentos me sentía como un animal atrapado.
– Abre el portón o te golpearé – amenacé fríamente.
– Tranquilízate por favor, cuéntame que sucedió – musitó el padre de Inuyasha poniendo ambas manos frente a su cuerpo y acercándose.
– ¡Quiero salir de aquí! – grité antes de llorar, me sentí cobijada por los fuertes brazos del hombre y refugie mi cabeza en su pecho llorando como mi alma me lo pedía.
– Está bien hija tú ganas, te llevo – aseguró el Señor Taisho, ahora me sentía un poco más aliviada por lo que limpie mis lagrimas y asentí. En unos minutos se acercó uno de los trabajadores con una camioneta negra, el Señor Taisho subió al asiento del piloto ordenando a los dos hombres que no comenten nada de lo sucedido, yo me senté a un lado suyo en el asiento del acompañante y dejé que todos los sentimientos que sentía en ese momento se expresaran a través de un amargo llanto. – ¿Quieres hablar? – indagó el señor Taisho yo tan solo negué con la cabeza, en ese momento tan solo deseaba dormir y ya nunca despertar – ¿Tienes a donde ir? – preguntó con una sonrisa amable.
– No – conteste en un gemido apenas imperceptible, pero el asintió indicándome que me había escuchado, – no me importa si desde hoy tengo que dormir en las calles, ya la vida se encargo de eliminar lo ultimo bueno que tenía, mi ilusión – susurré presioné mi frente contra el vidrio del auto y cerré mis ojos intentando detener mis sollozos.
Escuchaba el timbre de mi teléfono a lo lejos, abrí los ojos e intenté incorporarme rápidamente al sentirme desorientada, sentí una gran puntada en mi cuello por la mala posición adoptada, busqué mi teléfono en el bolsillo de mi Jeans y miré el número mi corazón latió a un ritmo desenfrenado tanto que pensé que saldría por mi boca, no conteste pero no fue por cobardía más bien porque mi cuerpo no reacciono en el instante, yo no sentía miedo no había sido yo la traidora, volvió a sonar y presioné el botón para contestar.
– Hola – susurré, mi mano temblaba.
– Princesa ¿Dónde estás? Necesito verte – Fue el saludo del otro lado de la línea, esa hermosa voz pertenecía al hombre que más había amado y lo que resultaba peor era que aún lo amaba.
– Eso no será posible – contesté intentando que no se percatara de mi voz rasposa a consecuencia del llanto
– ¿Porqué? – preguntó, inclusive sin verlo podía saber la expresión que tendría en este momento, tan solo quería decirle donde estaba y que viniera por mí a besarme y estar nuevamente entre sus brazos, pero no podía, él me había traicionado y eso para mí era algo imperdonable.
– Será mejor que te olvides de todo lo que compartimos, así como yo lo haré – aseguré, pensé que haría un escándalo al estar en una situación así pero no lo haría pues no valía la pena.
– ¿Por qué me dices esto? – preguntó su voz denotaba preocupación.
– M aldito farsante – pensé – Es lo mejor, así que ya no me llames que no contestaré, no me busques que no me encontrarás, hasta nunca Inuyasha – susurré.
– Kagome no cortes por favor, princesa te a… – logre escuchar y antes de pueda terminar su mentira finalicé la llamada, alcé los pies en el asiento y escondí mi rostro entre mis piernas ya no me importaba la cortesía y los buenos modales en estos momentos tan solo quería morir para no sentir este dolor. Mi teléfono volvió a timbrar, pero ya estaba decidida no le contestaría.
– Juro que te olvidaré Inuyasha – musité antes de apagar mi teléfono, retirar el chip y lanzarlo por la ventana, así sería menos tentación.
– Despertaste hija – escuché la voz del señor Taisho que venía con dos latas de refrescos y un poco de comida no pude evitar brindarle una sonrisa, era una gran persona. El teléfono del Señor Taisho timbró y yo sabía que se trataba de Inuyasha por lo que baje la mirada.
– Hola hijo – contestó alegremente.
– Papá, has visto a Kagome – preguntó desesperado Inuyasha.
– No – contestó – yo estoy en camino a Tokio se presentó un problema en la producción del encargo de hoy y debo conseguir una prorroga y ya sabes cómo son los clientes – mintió.
– Si sabes algo de Kagome por favor llámame – rogó
– Está bien hijo, tranquilízate de seguro pronto te llamará – aseguró y yo bufé, nunca lo volvería a llamar.
– Nos veremos luego padre – musitó antes de finalizar la llamada.
– Come – pidió pasándome una fuente con ramen y no pude evitar recordar la primera cita con Inuyasha, cuando me había hecho la propuesta ese día que todo inició por lo que cubrí mi rostro con ambas manos y aunque creía que ya no me quedaban lágrima estas aún salían y con la misma intensidad que al principio. – Ya no llores que enfermaras – pidió preocupado el señor Taisho. – Te quedarás con migo hasta que consigas un lugar donde vivir – aseguró.
– No puedo, no quiero que Inuyasha me encuentre – susurré entre sollozos.
– No lo hará, te lo prometo solo se verán cuando tu lo decidas, yo sé que ustedes se aman y todo se arreglará – aseguró yo iba a negarlo pero él me interrumpió – por ello no interferiré ni pediré explicaciones – agregó yo no pude evitar el impulso y salté sobre este dándole un fuerte abrazo.
– Muchas gracias – susurré y verdaderamente si el padre de Inuyasha no hubiera estado en este momento a mi lado quizás no tendría la seguridad de este momento y las ganas de seguir en este mundo, aunque estas no eran tantas yo creía en Kami y sabía que él me ayudaría, mi vida no podía ser siempre tan mala, cuando era más pequeña y mi padre me golpeaba rezaba a Kami porque todo terminara y él me lo cumplió yo sabía que ahora me ayudaría a olvidar, olvidar a ese hombre que en un momento fue como mi ángel salvador, olvidar esos ojos que me hacían perderme en ellos, esa voz que me hacía temblar de placer y esos besos que ya añoraba; a quien intentaba engañar olvidarlo sería imposible.
End Kagome´s POV-
Continua…

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