EL MEJOR AMANTE CAPITULO 14

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Los personajes de Inuyasha no son míos, ni nunca lo serán, pertenecen a Rumiko Takahashi
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Advertencia: El fic contiene escenas sexuales, insinuaciones sexuales, y lenguaje fuerte.
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Los tres quedaron en absoluto silencio después de las palabras dichas por el joven que acompañaba a Kagome, pero en las miradas doradas claramente se veía una disputa a muerte.
‒ ¿Qué hacías con Kagome? ‒ preguntó Inuyasha con la mandíbula apretada a causa de la rabia contenida.
‒ Imagino que lo mismo que tu ‒ contestó el hombre restándole importancia. Kagome palideció ante lo dicho.
‒ Inuyasha él solo… ‒ musitó la joven intentando explicar la situación
‒ ¡Cállate Kagome! ya hablaremos luego, ahora quiero que me conteste este bastardo que te hizo ‒ demandó Inuyasha enojado, Kagome nunca lo había visto tan enfadado, la joven bajó la cabeza triste e Inuyasha se maldijo por tratarla así.
‒ El único bastardo eres tú querido hermano ‒ masculló agresivamente Sesshomaru.
‒ No me importa lo que pienses de mí, yo tampoco te aprecio para mí ni siquiera eres mi hermano, así que no pensaré dos veces en matarte si le haces algo a Kagome ‒ aseguró sádicamente sus ojos afirmaban su amenaza pero Sesshomaru se mostraba impasible.
‒ No le hice nada que ella no quisiera ¿verdad linda? ‒ preguntó el hombre probando la paciencia de Inuyasha que ya casi era nula.
‒ ¿Te acostaste con él para castigarme por lo de Sango? ‒ preguntó colérico Inuyasha mirando a Kagome con reproche.
‒ ¡No! ‒ exclamó la azabache repentinamente eufórica ‒ Yo…yo nunca haría algo así ‒ aseguró.
‒ Entonces por qué dejaste que te besara ‒ gritó el ojidorado.
‒ Por el mismo motivo que tú dejaste que Sango te besara ‒ también grito la azabache Inuyasha quedó choqueado ante esas palabras Kagome no era del tipo de mujer que reaccionara, pero sin saber el por qué le resultó atrayente verla así.
‒ No me dejaste explicar nada ‒ susurró Inuyasha en su defensa ‒ vayamos al apartamento y hablemos ‒ pidió el joven.
‒ O si no quieres quedarte más con el infiel de mi hermano puedes venir con migo ‒ ofreció Sesshomaru recibiendo una letal mirada cortesía de Inuyasha.
‒ Nuevamente gracias mi valiente caballero ‒ musitó Kagome dirigiéndose a Sesshomaru.
‒ Me llamo Sesshomaru ‒ musitó ‒ Sesshomaru Taisho ‒ agregó.
‒ Kagome Higurashi ‒ respondió la joven.
‒ Fue un gusto mi linda Kagome, la próxima vez quizás aceptes la propuesta de la loca fantasía sexual ‒ comentó para enfurecer a Inuyasha logrando su cometido.
‒ Vámonos Kagome tienes que preparar aún tu equipaje y mi padre nos espera en tres horas ‒ ordenó Inuyasha antes de tomarla por el brazo y jalarla acercándole a su cuerpo en un gesto de pertenencia.
‒ Sí ‒ contestó Kagome repentinamente feliz.
‒ Súbete princesa que ya te seguiré tengo algo que hablar con Sesshomaru ‒ musitó Inuyasha tiernamente.
‒ Acompáñame ‒ pidió e Inuyasha levantó una ceja divertido.
‒ ¿Qué sucede princesa, necesitas que te ayude para bañarte? ‒ preguntó y la azabache se sonrojó completamente.
‒ Etto…yo…Inuyasha yo…quiero…‒ tartamudeaba colorada.
‒ Lo siento hermano, el deber me llama ‒ comentó Inuyasha con una sonrisa de lado, para hacerle pagar todos los comentarios malintencionados.
Caminó rumbo a la recepción siguiendo a la azabache, Sesshomaru quedó observándolos.
‒ Siempre tienes lo que yo deseo, hermanito ‒ masculló Sesshomaru mirándolos hasta que se perdieron de su vista. ‒ Kagome ‒ susurró.
Subieron al ascensor en total silencio, ni siquiera se miraban, no sabían cómo comenzar una plática.
‒ ¿Sango ya no está en el apartamento? ‒ preguntó finalmente la azabache.
‒ No ‒ respondió escuetamente el ojidorado.
‒ Disfrutaste ‒ indagó Kagome, no pudo evitar que esa palabra abandonara su boca, necesitaba escuchar una negativa o más bien necesitaba sentirse más importante en la vida de Inuyasha de lo que puede llegar a ser Sango.
‒ ¿Tú disfrutaste con Sesshomaru? ‒ preguntó volviendo repentinamente a su hostilidad. ‒ ¿Dime te besa como yo? ‒ indagó y antes de la joven pudiera responder ya se vio aplastada contra la fría pared del elevador y encajonada por esos fuertes brazos. La azabache levantó el rostro fijando sus ojos en los dorados de Inuyasha, sentía su corazón latir de una manera alocada y como deseaba que Inuyasha ya la besara. Él pegó por completo su cuerpo por el de la joven quien gimió complacida. La puerta se abrió dándoles a entender que habían llegado por lo que ambos se miraron fijamente. Inuyasha le agarró de la mano jalándola hacia afuera del elevador, buscó apresuradamente la llave en su bolsillo abrió la puerta.
‒ Entra ‒ ordenó su voz demandante logro que la azabache se excitara más aún, por lo que cumplió sin protestar, una vez adentro Inuyasha cerró la puerta de un portazo. ‒ Kagome, Kagome ‒ ronroneó negando con la cabeza como si la regañara, Kagome lo miraba ansiosa ‒ te haré entender que es muy peligroso huir a la noche sola, te podrías encontrar con un violador como yo ‒ musitó seductoramente, sin siquiera tocarla ya lograba que la joven se sintiera húmeda y deseosa
‒ ¿Y qué me haría? ‒ preguntó "inocentemente" la joven a lo que Inuyasha sonrió dando un paso hacia la joven que retrocedió uno escapando del hombre.
‒ Escapar no sería una opción ‒ aseguró, corrió y la encajonó contra la pared para demostrar su teoría y sin darle tiempo para reacción la besó con todo el deseo que despertaba la joven en él metió su lengua explorando salvajemente la boca femenina quien suspiraba en medio del beso, ella enganchó sus brazos en el cuello masculino y correspondió con la misma intensidad, soltó un grito al sentir como el ojidorado rompía su remera, no sentía ni un poco de miedo al contrario se sentía excitada como nunca en su vida. El terminó el beso y la miró a los ojos mientras introducía ambas manos bajo del sujetador de Kagome quien arqueó su cabeza hacia atrás gimiendo en demostración de deleite, el ojidorado aprovecho para recorrer con su lengua el cuello femenino mientras estimulaba pellizcando deliciosamente ambos pezones.
‒ Inuyasha ‒ gimió la joven, por lo que el joven se acercó a la oreja femenina.
‒ Si mi princesa, solo mi nombre gemirás ‒ susurró antes de lamer sensualmente su oreja, la joven sentía que caería desmaya de tantas sensaciones que él estimulaba en su cuerpo. El pantalón del joven ya se encontraba húmedo ella lo excitaba como nadie antes. ‒ El sabor piel es tan delicioso, tú eres deliciosa mi ángel ‒ susurraba descontrolado Inuyasha, él se quitó la remera, la joven acarició lentamente la ancha espalda masculina, el joven jaló del sujetador verde de la mujer el cual se rompió.
‒ Estas violento ‒ musitó la joven entre gemidos.
‒ ¿Te molesta? ‒ preguntó el ojidorado entrecortadamente absteniéndose a tocarla mientras esperaba su respuesta.
‒ No ‒ aseguró la mujer. ‒ Me…me gusta ‒ susurró y el sonrió complacido de que su "acompañante" sea abierta a experimentar.
‒ Me tienes loco por ti princesa,‒ comentó antes tomarla por los glúteos y acercarla nuevamente a su cuerpo, la joven enganchó una de sus piernas a la cadera masculina y el acunó sus glúteos dándole estabilidad, por lo que la joven levantó la otra pierna y gimió sonoramente al sentir la fricción entre ambos sexos aún con la gruesa tela de Jeans. Esta vez fue ella quien tomó por asalto los labios masculinos quien correspondió con la misma pasión mientras acariciaba "agresivamente" los glúteos femeninos que sujetaba.
Se escuchó el sonido característico del picaporte siendo girado por lo que terminaron el beso y ambos miraron en dirección a la puerta.
‒ Inuyasha papá quiere…‒ musitó el Taisho mayor pero quedó en silencio al verlos. Kagome se sonrojó y ocultó su rostro en el hombro de Inuyasha
‒ ¡Por qué demonios entras en mi casa así! ‒ gritó Inuyasha furioso, no por la "visita", más bien por la intromisión. Sesshomaru por primera vez se había quedado sin saber que decir, no tenía a Kagome en ese concepto, el había pensado que ella era una mujer virgen porque nunca nadie antes lo había rechazado, pensaba que dándole tiempo podría finalmente estar con la joven.
‒ Papá me llamó quiere que vaya al campamento ‒ explicó finalmente Sesshomaru al salir de su conmoción, intentando mostrarse indiferente, pero en definitiva la situación si le perturbaba.
‒ ¡Vete!, que tengo que ver yo con eso, en este momento estaría muy feliz si ya estuvieras en el camino y mejor si te atropellara un camión ‒ comentó el joven enojado.
‒ ¡Inuyasha! ‒ regañó la azabache e Inuyasha le mordió levemente el cuello aprovechando la cercanía por lo que la joven guardo absoluto silencio.
‒ Espera afuera, en cinco minutos hablaremos ‒ aseguró Inuyasha.
‒ No, yo de aquí no salgo ‒ afirmó Sesshomaru.
‒ Maldito ‒ masculló el joven, soltó los glúteos de la joven lentamente, cuando ambos pies femeninos tocaron el suelo. ‒ Voltéate Kagome ‒ ordenó Inuyasha y ella con el mayor de los gustos cumplió la orden, en ese momento la pared del apartamento resultaba bastante interesante. Inuyasha caminó en dirección a su remera que descansaba en el suelo de la habitación y la tomó ‒ ponte esto mi princesa, ‒ demandó acercándole la prenda. Sesshomaru desvió su vista al suelo encontrándose con los retazos de lo que alguna vez fue la ropa de la azabache.
‒ Que tengo que ver con lo que mi padre te pidió ‒ preguntó finalmente Inuyasha cuando Kagome ya se encontraba cubierta, caminó en dirección al Taisho mayor, sin molestarse en cubrir su torso.
‒ Primero serías tan amable de disimular tus miserias ‒ comentó con voz serena Sesshomaru, observando sin disimulo la prominente excitación de Inuyasha
‒ ¿Qué miserias? ‒ preguntó la joven intentando inmiscuirse en la plática. Inuyasha ni siquiera se molestó en disimular su excitación.
‒ Luego te explicaré mi princesa, ahora vete a bañar ‒ comentó tiernamente, Kagome asintió y corrió rumbo a la habitación. ‒ Habla ‒ ordenó finalmente Inuyasha.
‒ El gran Inu-no ha dicho que necesita hablar sobre negocios con migo, yo hoy volvía a Estados Unidos por lo que le vehículo que está con migo lo tengo que devolver ‒ explicó por lo que Inuyasha palideció.
‒ Ni lo pienses, no vendrás con nosotros ‒ aseguró Inuyasha molesto.
‒ Entonces llama a papá y díselo tu ‒ Musitó Sesshomaru sabiendo que Inuyasha idolatra a su padre y nunca lo contradeciría.
‒ Te odio ‒ masculló.
‒ A mi me resultas indiferente, pero Kagome no, así que me encargaré de que tu no seas el primero en poseerla ‒ amenazó ‒ así que acostúmbrate a tener tu berga así ‒ aseguró desafiante.
‒ No te tenía en concepto de tonto hermanito ‒ masculló irónicamente Inuyasha sonriendo. ‒ Kagome es mi novia, ¿crees que iba a ser la primera vez que estaríamos juntos? ‒ indagó arrogante. ‒ Ya está dicho salimos en media hora, espera aquí ‒ ordenó intentando caminar rumbo a su habitación.
‒ La tendré ‒ aseguró Sesshomaru.
‒ Siempre deseaste lo mío hermanito y estaba dispuesto a cederte lo que desearas por que deseaba ganar tu cariño, pero Kagome, ella nunca será de nadie más que mía ‒ aseguró serenamente cosa que extrañó a Sesshomaru pues Inuyasha era arrogante, impulsivo, tosco y hasta agresivo, nunca lo había visto tan seguro de algo. Inuyasha caminó rumbo a su habitación sin pronunciar nada más.
Al ingresar a la habitación la encontró vacía, pero un dulce canto proveniente del baño le señalaba la ubicación de la azabache. El joven aprovechó para cambiarse su ropa ya que su equipaje estaba preparado. Arregló sus cabellos y se colocó el perfume que sabía que atraía a la joven. Finalmente la puerta del baño se abrió dando paso a una Kagome envuelta en una bata rosa, con una toalla en sus cabezas, Inuyasha sonrió al verla y ella correspondió el gesto.
‒ ¿Te sientes bien Inuyasha? ‒ preguntó extrañada por que el joven se había quedado observándola fijamente.
‒ Sí ‒ susurró el joven.
‒ Inuyasha etto…todo lo que paso anoche, yo….siento haber actuado así, yo sé a lo que te dedicas y que quizás estabas trabajando, pero… ‒ tartamudeó intentando explicarse.
‒ Me preocupé mucho por vos mi ángel, ‒ susurró Inuyasha acercándose a la joven.
‒ Lo siento ‒ murmuró ‒ ya no volveré a ponerme así ‒ aseguró, ‒ no te pediré que dejes de hacer lo que haces, solo te suplico que no lo hagas en mi frente ‒ pidió.
‒ ¿Entonces puedo acostarme con quien desee? ‒ Preguntó Inuyasha confundido jamás pensó que la joven diría algo así, no es que deseara hacerlo con otra, solo le había tomado por sorpresa la frase.
‒ Sí ‒ susurró la joven dejando atónito al ojidorado ‒ Y yo también, no me reclamarás si deseo pasar una noche afuera o si decido pasar la noche con algún hombre que me atraiga ‒ musitó. ‒ pero también respetaré la petición de discreción así que si me acuesto con digamos, Sesshomaru, tú no te enterarás ‒ aseguró. ‒
Tonta, tonta, tonta ‒ se repetía Kagome en su mente al ver el rostro desencajado de Inuyasha, tan solo había dicho eso para no quedar ante el joven como la mojigata fiel aunque exactamente eso era, odiaba amarlo, en este momento con cada palabra su corazón se rompía.
‒ Princesa, no hagas esto ‒ rogó Inuyasha.
‒ Solo estoy poniendo las reglas del juego para que no sea injusto para una de las partes ‒ musitó decidida.
‒ Si es así como deseas que sea, está bien ‒ aseguró ‒ pero yo también tengo mis reglas ‒ musitó a lo que la joven asintió. ‒ desde hoy dormirás nuevamente en la misma cama que yo, no traerás a nadie desconocido a mi apartamento y si te acuestas con otro hombre le obligaras a usar condón. ‒ cada palabra había sido pronunciado con dificultad por el joven que mantenía su mandíbula apretada.
‒ ¿Eso es todo? ‒ indagó a lo que Inuyasha asintió.
‒ Entonces está dicho ‒ aseguró la mujer antes de desanudar el cinto de su bata y sacárselo lentamente, dio la espalda al joven ojidorado y caminó sensualmente rumbo al ropero. Inuyasha la miró fijamente la joven abrió la puerta que le correspondía escogiendo que ponerse, Inuyasha se colocó a espaldas de la joven y ella tembló al sentir la respiración masculina contra su nuca.
‒ Mi princesa ‒ ronroneó ‒ yo me encargaré que no desees a nadie más que a mí ‒ aseguró su voz era tan ronca que enloquecía a la mujer, y su olor la envolvía, ella estaba más que segura que nadie lograría una mínima parte de sensaciones que Inuyasha lograba en su cuerpo. El recorrió un dedo lentamente por el centro de la espalda femenina a lo que la joven gimió, realizó el mismo entre el valle de los senos de la joven, descendiendo lentamente por la suave piel de su abdomen, y bajando lentamente.
‒ Inuyasha, tu hermano nos espera ‒ gimió la joven en su último segundo de conciencia, al joven no le importaba en este momento si el papa lo esperaba tan solo deseaba a su mujer, descendió su mano hasta la entrepierna de a joven acariciando circularmente su pequeño botón ‒ ahhh…Inuyasha detente ‒ gimió despacio la joven. Él succionó suavemente la piel del hombro femenino, mientras seguía con su "tortura".
Sesshomaru había escuchado toda la conversación y no podía creer aún lo que había oído, aunque claramente por una parte le beneficiaba el que Kagome podía tener relaciones sexuales clandestinas, no era eso lo que él buscaba de la joven, se sentía tonto ahí pegado a la puerta, cosa que nunca había hecho, no sabía si era cariño, amor, rivalidad, o cual era el sentimiento que lo envolvía pero no deseaba dejar a Kagome.
‒ Inuyasha tu hermano nos espera ‒ pronunció Kagome, ‒ Ahhh… Inuyasha detente ‒ gimió por lo que ese sentimiento de posesión afloró en el mayor de los Taisho.
‒ Inuyasha ya debemos irnos ‒ gritó Sesshomaru rompiendo abruptamente toda excitación en la habitación.
‒ ¡Kuso! Deja de molestar maldito engendro ‒ gritó Inuyasha frustrado.
‒ Eso quisieras, hermanito ‒ aseguró burlón.
La joven tomó una prenda con la mano temblorosa, ella también se encontraba frustrada, deseaba tanto sentirlo adentro suyo, finalmente lo vivido con Kouga había sido superado y estaba dispuesta y anhelante de volver a ser al menos por unos minutos nuevamente la mujer de Inuyasha.
‒ Hoy a la noche cariño, no lo olvides ‒ susurró Inuyasha y la joven asintió, el separó su mano del caliente centro femenino, ‒ te esperaré en la sala, ‒ musitó y la joven asintió.
Al salir de la habitación se encontró con Sesshomaru sentado en el sofá, el que todos estos días uso de cama.
‒ Al menos es bastante cómodo el sofá ‒ musitó burlón Sesshomaru.
‒ Mejor ni te acomodes que será la última vez que te acepte en mi casa ‒ aseguró serio, sin prestar atención a las burlas
Kagome salió completamente vestida y sonrojada, estaba hermosa como siempre, lo único que me resultó extraño es que tenía su cabello sujeto en una cola, siendo que siempre lo llevaba suelto.
‒ Etto…prepararé el desayuno, ¿qué puede ser para ti Sesshomaru? ‒ indagó.
‒ Solo café ‒ murmuró a lo que la joven asintió.
‒ ¿Iras vestido así? ‒ preguntó la joven mirándolo con la armadura.
‒ No, mi hermanito me prestará uno de sus más costosos trajes, ¿verdad Inuyasha? ‒ preguntó a lo que el joven asintió cosa que extrañó a Sesshomaru que esperaba otro berrinche o un rechazo contundente.
‒ Acompáñame veamos que te pondrás ‒ ofreció, Kagome sonrió complacida, era la primera vez que estaban actuando como hermanos y eso logro que la joven pensara en su hermanito. Sesshomaru asintió poco convencido, pensaba que él estaba tramando algo, jamás hubiera imaginado que Inuyasha le prestaría su ropa, pensaba comprarse algo en el camino, pero sin saber el motivo sintió algo cálido en su pecho por lo que acompañó al Taisho menor.
Ambos se sentían extraños era la primera vez desde que habían nacido que se hablaban sin agredirse por lo que resultaba difícil.
‒ Elije lo que te parezca ‒ ofreció Inuyasha abriendo las puertas de su ropero, Sesshomaru iba a tomar un conjunto de traje que Inuyasha utiliza para trabajar en la oficina ‒ No te parece mejor algo menos formal ‒ aconsejó avergonzado.
‒ Sabía que esto de prestarme tu ropa era una trampa ‒ aseguró Sesshomaru.
‒ No, no es que no desee que lo lleves si lo deseas póntelo, tan solo deseaba que estuvieras más cómodo ‒ aseguró ‒ son muchas horas de viaje y estaremos en el campo ‒ explicó.
‒ Cómodo ‒ repitió Sesshomaru como si hubiera descubierto el significado de la vida.
‒ ¡Ponte lo que quieras! ‒ volvió a su hostilidad Inuyasha, pensando que la frase anterior el mayor de los Taisho había pronunciado irónicamente, Inuyasha dio la espalda con intenciones de marcharse.
‒ ¿Qué sería cómodo? ‒ preguntó serenamente Sesshomaru cosa que sorprendió a Inuyasha, era la escena más incomoda y rara de la que había sido partícipe.
‒ ¿Quieres mi opinión? ‒ indagó Inuyasha a lo que Sesshomaru no respondió por lo que el menor lo tomó por afirmación.
Inuyasha tomó un Jeans Azul y una remera blanca, uno par de calzado deportivo blanco y lo acomodó todo sobre la cama.
‒ Pruébate esto ‒ ordenó. Sesshomaru observó con miedo la ropa puesta sobre la cama, cosa que extrañó a Inuyasha puesto que no era algo fuera de lo común.
‒ Saldré un momento para que te vistas ‒ musitó, resultaba difícil ser amable por lo que ambos estaban tensos, les parecía más fácil agredirse y odiarse.
Inuyasha salió al recibidor y se dirigió a la cocina junto a Kagome donde quedó observándola en silencio por varios minutos, la joven le daba vida a su hogar y verla en la cocina era uno de sus lugares favoritos, le recordaba a su madre, esa ternura y cariño que solo puede proporcionar una mujer.
‒ ¿Cómo te fue? ‒ preguntó la joven alegre al darse cuenta de la presencia del ojidorado.
‒ El es extraño ‒ aseguró Inuyasha y ella rió sonoramente.
‒ Es muy tierno verlos juntos ‒ comentó la joven.
‒ Keh, Sesshomaru y yo somos completamente distintos, nunca nos llevaremos bien y vernos juntos no es tierno, es de cuidado ‒ musitó intentando convencerse a sí mismo. ‒ Volveré junto a mi "tierno hermano" ‒ comentó burlón y la joven asintió.
Inuyasha entró a su habitación y se encontró con Sesshomaru completamente vestido mirándose perdidamente en el espejo, por lo que guardo silencio esperando que el joven saliera de su ensoñación.
‒ ¿Te encuentras bien? ‒ preguntó finalmente impaciente Inuyasha. Sesshomaru ladeó el rostro en dirección al joven, sin contestar ‒ si no te sientes cómodo igual puedes tomar el conjunto que elegiste ‒ ofreció. Finalmente el Taisho mayor negó con la cabeza,
‒ Quiero pagarte por la ropa, no quiero deberle nada a un bastado como tú ‒ comentó agresivamente.
‒ Yo tampoco quiero deberte nada, ahora quedamos a mano ‒ aseguró Inuyasha fríamente. Sesshomaru no entendió a que se refería el menor.‒ Ayer cuidaste de lo que más me importa ‒ explicó.
‒ No lo hice por ti ‒ refutó.
‒ Lo sé, tu nunca harías nada por mí, porque me odias, porque soy el bastardo que te robó el cariño de tu padre ‒ musitó Inuyasha repitiendo las palabras dichas por el Taisho mayor cuando Inuyasha tan solo tenía cinco años y había perdido a su madre. Sesshomaru se vio sorprendido por una milésima de segundos y luego volvió a su original pose inconmovible. Inuyasha abandonó la habitación sin volver a mirar a su hermano aunque lo intentara de disimular el odio de su hermano era algo que dolía, caminó apresuradamente en dirección a Kagome y la abrazó, con todas sus fuerzas, hundió su rostro en el cuello femenino, Kagome correspondió al abrazo sentía claramente la necesidad de Inuyasha y aunque en tan apretujado abrazo no podía respirar bien ella daría y soportaría lo que fuera por aplacar esa necesidad.
‒ Quédate con migo siempre ‒ pidió el ojidorado, la joven abrió grande los ojos sorprendida, ‒ no sabes cómo necesito tu cariño mi ángel ‒ susurró.
‒ Estoy aquí ‒ murmuró la joven confundida. ‒ ¿Quieres hablar? ‒ preguntó la mujer a lo que el joven negó con la cabeza. ‒ estaré aquí cuando necesites hacerlo ‒ susurró, Inuyasha levantó la cabeza y fijo su mirada en los tiernos chocolates de la joven, se acercó lentamente a los labios femeninos y depositó un casto beso en estos. Acarició con su pulgar el rostro de la mujer quien le sonrió tiernamente.
‒ Te…te quiero ‒ musitó Inuyasha con mucha dificultad.
‒ Lo sé, y yo también respondió la joven restándole importancia, ya lo había escuchado muchas veces.
‒ No lo entiendes ‒ susurró Inuyasha ‒ En…en verdad te quiero, no como amiga o amante, te quiero como mi mujer ‒ explicó. La joven lo miró confundida.
‒ Ya soy tu mujer ‒ aseguró Kagome.
‒ Keh, olvídalo ‒ ordenó Inuyasha ofendido desviando el rostro hacia un costado y cruzando sus brazos, le molestó que la joven tomara tan a la ligera sus sentimientos, ‒ creo que te estoy empezando a amar. ‒ pensó el joven, ‒ ¡kuso! ‒ exclamó frustrado porque siempre resultaba tan difícil expresar los sentimientos.
Continua…

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