EL MEJOR AMANTE CAPITULO 15

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EL MEJOR AMANTE
CAPITU
Los personajes de Inuyasha no son míos, ni nunca lo serán, pertenecen a Rumiko Takahashi
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bla bla bla (pensamiento)
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El camino al campamento había sido bastante desagradable a criterio de Inuyasha, la joven realizaba un show canto baile en su asiento imitando a la cantante que escuchaban en el equipo de sonido del auto, e Inuyasha reía del espectáculo, hasta que el "invitado" realizaba algún comentario indecoroso que sonrojaba a la joven y enfadaba a Inuyasha nunca antes dos horas de viaje le habían sido tan eternas. Al llegar frente al gran portón de la finca, anunciando el final de la tortura, la joven detuvo su show y miró impresionada el lugar, el portón se abrió dando paso al interior que por más increíble que pareciera era aún más soberbio de lo que se veía desde afuera.
– Es hermoso – susurró la mujer observando el edén en donde habían ingresado.
‒ Pero nada es tan hermoso como tú ‒ aseguró Sesshomaru tiernamente sulfurando a Inuyasha, en definitiva Sesshomaru se había encargado de arruinar su día. Inuyasha condujo hasta el lugar donde estaban estacionados los demás vehículos y Kagome se encogió en su asiento al ver a tres jóvenes caminar en bikini hablando animadamente, eran hermosas, y con un cuerpo escultural, además se notaba claramente que poseían una buena clase social.
‒ ¿Sucede algo mi princesa? ‒ indagó Inuyasha al percibirla perturbada, una vez detenido el vehículo.
‒ No ‒ susurró.
‒ Te conozco princesa, no te preocupes por nada, todo saldrá bien ‒ aseguró desviando el rostro y sonriéndole cariñosamente.
‒ ¿Crees que tu padre me aceptará como tu novia? ‒ preguntó la joven pretendiendo hacerle creer que esa era su preocupación y el rió a carcajada, cosa que incomodó a la joven quien bufó y luego hizo un puchero.
‒ Te amará ‒ aseguró sonriendo para confortarla.
‒ Me conformo con que me tolere ‒ comentó la joven sonriendo más animada.
‒ Ahora bajemos ‒ musitó a lo que la joven asintió.
Bajaron del vehículo, incluyendo el mayor de los Taisho, los tres caminaron rumbo a la zona de acampar, donde le habían indicado que se encontraba el anfitrión. El señor Taisho sonrió al ver a Inuyasha y caminó apresuradamente en su dirección abrazándolo efusivamente al llegar frente a este.
‒ Hijo no sabes cómo te extrañé ‒ comentó sofocándolo en el abrazo. Inuyasha tan solo correspondió el abrazo.
‒ Padre, ella es Kagome, la mujer de quien te hable ‒ comentó y el señor sonrió de oreja a oreja, cosa que extraño a la joven quien extendió una mano a forma de saludo.
‒ Kagome Higurashi ‒ se presentó nerviosa la joven, por lo que se sorprendió al recibir un cálido y sorpresivo abrazo proveniente de Inu no seguido por beso en la mejilla.
‒ Estaba ansioso por conocerte ‒ comentó, ‒ mi hijo nunca estuvo más emocionado por una mujer ‒ aseguró con una sonrisa y guiñándole un ojo a la joven. Kagome sonrió ampliamente, el padre de Inuyasha era un hombre hermoso, ahora sabía de donde ambos hombres habían heredado su porte, su sonrisa era contagiante y sus dorados ojos eran tan serenos como los de Sesshomaru, pero a la vez tan indomables como los de Inuyasha.
‒ Como siempre me ignoras cuando esta tu hijo favorito, me voy con los demás socios ‒ comentó Sesshomaru con voz gélida, el señor Taisho se mostró sorprendido pues no se había percatado de la presencia de este.
‒ ¡Hijo! ‒ exclamó eufórico, con intenciones de caminar en dirección a éste.
‒ Con migo evítate tus penosas escenitas sentimentales ‒ ordenó evitando cualquier demostración de cariño.
‒ Claro, discúlpame ‒ musitó repentinamente serio. ‒ Vayamos junto a los demás, ‒ propuso antes de tomar por los hombros a Kagome y apartarla de Inuyasha quien gruño en protesta.
El señor Taisho camino arrastrando a la joven y siendo seguido por Inuyasha. Sesshomaru se quedó estático en su lugar observándolos.
La joven se encontraba cohibida habían muchísimas personas y todas desconocidas, el señor Taisho los presentaba a todos y ella sentía unos deseos irrefrenables de salir corriendo y esconderse, ya había escuchado más de un murmuro malintencionado, y ella en realidad no se sentía parte de ese entorno.
‒ Naraku te presento a mi nueva hija ‒ presentó y la joven tan solo respondió un tímido "Hola", el hombre la detallo por completo con el rostro pálido. ‒ El es Naraku, mi mejor amigo y socio ‒ comentó con una sonrisa.
Inuyasha estaba bastante molesto atrás de ellos, en primer lugar porque pensó que su padre estaba coqueteando con Kagome y ahora porque lo estaban ignorando por completo.
– Princesa ¿me ayudas a armar nuestra tienda? – Preguntó el joven abrazándola por la cintura desde atrás, reposando su cabeza en el hombro femenino para así requerir un poco de atención.
– No creo poder ayudarte mucho, no sé cómo se hace – susurró la mujer girando un poco la cabeza mirándolo a los ojos con una sonrisa.
– Yo te enseño hermosa, solo te necesito a mi lado – afirmó el hombre y ella asintió.
– ¿Dormirán juntos? ‒ preguntó Naraku "escandalizado" – No creo que sea lo correcto; porque no la llevas a la tienda de Kikyou, ahí están Kana, Kaguya y las demás, en mi opinión se sentirá más cómoda allá – agregó.
– Pues su opinión se la puede meter donde le quepa – musitó el ojidorado molesto, siempre había odiado a ese pretencioso hombre, así como este no lo quería a él, lo había separado de Kikyou, pero de Kagome nadie iba apartarlo.
– ¡Inuyasha! – regañó Kagome ante la mirada divertida del señor Taisho. – esa no es manera de hablarle a los mayores – musitó la joven e Inuyasha soltó un bufido de protesta que a criterio de la azabache fue hermoso.
– Tu eres mi mujer, solo dormirás con migo, acuérdate del trato – susurró el ojidorado en la oreja femenina por lo que ella tembló ligeramente
– Buenos días hermosa familia, – se escuchó el saludo alegre de Renkotsu quien sonrió al ver a Kagome – Padre ¿Cómo has estado? – Preguntó observando a Naraku y ofreciéndole una mano en señal de saludo que el hombre estrechó sin ningún atisbo de cariño, extendió la mano al señor Taisho que lo rechazó y lo abrazó fraternalmente – Inuyasha amigo, veo que trajiste a tu amiguita – musitó burlón.
– ¿Nos vamos princesa? – preguntó ignorando al hombre que sonreía frente a Kagome. Cosa que extrañó al señor Taisho pues eran muy buenos amigos.
– ¿Pasa algo hijo? – preguntó Inu no e Inuyasha negó con la cabeza.
– Lo que sucede es que Inuyasha teme que le robe a su ¿novia? – musitó el hombre de manera burlona. Inuyasha soltó una carcajada que extrañó a los tres hombres.
– Renkotsu, amigo, creo que estos años en vez de especializarte en negocios lo has hecho en humor – aseguró agriamente.
– Ustedes eran buenos amigos ¿Qué sucede? – indagó el señor Taisho preocupado.
– Nada, – contestó Inuyasha, no era ningún niñito llorón para esperar que su padre resolviera sus problemas – si nos permiten nos vamos tenemos mucho que hacer – aseguró el ojidorado antes de deshacerse del abrazo y ofrecerle una mano a la mujer que lo miró incrédula.
– Preciosa, la oferta sigue en pie – aseguró Renkotsu.
– Pues lo siento por ti pues no la aceptaré nunca – aseguró la azabache antes de tomar la mano ofrecida, Inuyasha sonrió complacido y la abrazó por la cintura de costado caminando a un lado suyo.
– Mmm…me gusta cuando demuestras ese carácter – susurró el hombre antes de depositar un beso en el hombro femenino por lo que ella soltó una risita.
Fueron donde le habían indicado que estaba la tienda, se encontraron con un reducido espacio entre dos tiendas y algo parecido a un bolso en el suelo, abrieron y sacaron las partes de este para así empezar su labor.
– Creo que mucho no me podrás instruir – musitó una Kagome divertida antes de soltar una risita, el sonrió y siguió con su trabajo, verdaderamente nunca había armado una de esas cosas, no parecía tan difícil al criterio de Inuyasha pero en definitiva estaba quedando en ridículo, se sacó la remera que llevaba puesto, hacía mucho calor, estaban en pleno verano y el sol podía ser bastante sofocante. Kagome admiró su trabajado torso y mordió sus labios en señal de deleite este se percató de la mirada poco sana que recibía y sonrió.
– Disfrutas lo que ves, pervertida – musitó juguetón y ella sonrió.
– He visto mejores – mintió al verse descubierta.
– ¿Si? – preguntó sensual acercándose lentamente a la joven, la tomó por la espalda baja acercándole a su cuerpo, ambos conectaron sus miradas, ella enroscó sus brazos en el cuello masculino, Inuyasha descendió sus labios capturando lentamente los labios femeninos en un beso suave, su lengua provocó la intromisión en la boca femenina buscando absorber más de su dulce sabor, ella descendió una mano acariciando lentamente con las uñas su espalda, cuando les faltó el aire se separaron lentamente, ella acarició se torso antes de depositar pequeños besos en este, impregnando sus labios con el salado sudor masculino.
– Guau, así también yo olvidaría lo que sea – aseguró Renkotsu – Mi padre me obligó a venir y disculparme – agregó.
– Respeta a mi novia y todo estará bien – aseguró el ojidorado acercándola a su cuerpo para que Renkotsu no notara su erección odiaba que no podía controlar sus deseos por la mujer.
– ¿Necesitan ayuda? – preguntó observando el proyecto de tienda con las partes esparcidas por el suelo e Inuyasha negó con la cabeza, por lo que se marchó
Después de dos largas horas y con la intervención del señor Taisho finalmente la tienda estaba armada, tan solo faltaban las estacas que la aseguraba y ya estaría lista, Kagome arreglaba la "cama" donde dormirían esa noche e Inuyasha estaba clavando las estacas afuera.
– ¡Inuyasha! – se escuchó un grito femenino, él levantó la mirada al saber de quién se trataba y la vio caminar en su dirección con un traje de baño color azul claro. Los latidos del corazón del Ojidorado se aceleraron al verla nuevamente, se veía tan hermosa como siempre por lo que se quedó embobado mirándola. – Vine en cuando Renkotsu me dijo que llegaste, te extrañé tanto – aseguró antes de lanzarse sobre él y abrazarlo. Inuyasha la apartó sutilmente de su cuerpo.
– Hola Kikyou – musitó esta hizo un puchero, le extrañó que Inuyasha no la alabara como siempre lo hacía, o que la apretujara en un fuerte abrazo, había pensado tanto en el reencuentro que esto le resultaba algo frío.
– ¿Pasa algo mi amor, no me extrañaste? – preguntó y él soltó un suspiro, no sabía que decir, ¿la había extrañado? Por mucho tiempo sí, pero no podía decirle eso, no dejaría que volviera a humillarlo.
– Déjate de juegos Kikyou, porqué mejor no te vas con tu prometido – musitó el hombre resentido.
– No me hables así, no sabes como esperaba que llegara este día para volver a verte – susurró sensualmente. – acercándose nuevamente al joven quien se hallaba con el torso descubierto, pequeñas gotas de sudor recorrían su piel expuesta por lo que la joven mordió los labios observándolo. – ¿Tu deseabas verme mi amor? – preguntó poniendo una mano en el rostro de Inuyasha quien miró los labios femeninos deseoso, odiaba a esa mujer por venir a confundir sus sentimientos.
– Kagome – pensó al recordarla dentro de la tienda, por lo que nuevamente cortó el contacto y se alejó siguiendo con su trabajo.
– Inuyasha, – musitó pero él la ignoró rogando que se fuera. – me casaré, pero…yo…– susurró avergonzada cosa que intrigó al ojidorado.
– ¿Tú qué? – indagó agresivamente sin siquiera mirarla.
– Quiero que tú seas mi primer hombre – aseguró – yo sé que tú me amas, aún lo veo en tus ojos y yo te deseo – musitó la mujer.
Kagome se sentía una tonta y por sobre todo fuera de lugar, no sabía quién era esa mujer quien se le ofrecía tan descaradamente a Inuyasha, pero la odiaba.
Inuyasha quedó mudo ante esas palabras, no supo que contestar, ¿la amaba aún? No lo sabía, pero si la deseaba, habían esperado tanto tiempo ese momento, él había decidido que su primera vez en la intimidad fuera el primer día de casados, pero como nunca llegó, Inuyasha la miró fijamente sin saber que decir, Kagome le había dicho que podía tener sexo con quien quisiera, pero…
– Kikyou papá te está buscando, – musitó oportunamente Renkotsu.
– Piénsalo, – susurró antes de darle la espalda y marcharse en dirección a Renkotsu.
Inuyasha la miró hasta que se perdió de su vista y suspiró sonoramente, antes de continuar con su trabajo, una vez todo colocado, ingresó en el interior de la tienda y sonrió al ver a Kagome.
– Guau…convertiste nuestra humilde tienda, en una residencia – alagó el hombre el trabajo de la joven.
– Si – susurró la mujer, buscando algo dentro de su mochila e ignorándole.
– ¿Sucede algo princesa? – indagó.
– Sucede de todo maldito imbécil, coqueteas con esa mujer y luego vienes como si no hubieras hecho nada – pensaba la joven con resentimiento. – Nada – aseguró parándose.– Inuyasha – susurró la mujer – estuve pensando y creo que después de esta semana, lo mejor será que ya no nos veamos – aseguró el quedó estático
– ¿Qué sucede princesa? – preguntó acercándose y acariciando tiernamente el rostro femenino.
– Me, me confundes, esto no me hace bien, solo actuaremos como novios felices esta semana y luego nos separaremos – susurró. Con esas palabras el hombre lo comprendió, ella había escuchado la plática con Kikyou.
– Princesa, lo de Kikyou es… – empezó su explicación el hombre.
– Es algo que no me importa – mintió – no necesito que me cuentes cuanto la amas, ni tampoco que me estás utilizando para darle celos, ya lo entendí. – aseguró ante la incrédula mirada del joven. – Así también yo encontraré alguien que me quiera solo a mi – susurró y esas palabras dolieron a Inuyasha no la quería lejos y menos con otro. Inuyasha iba a refutar su decisión pero ella se alejó bruscamente caminando en dirección a la salida de la tienda, – solo nos besaremos en público ya no deseo que lo hagamos cuando estemos solos, es una actuación y una actuación sin público no tiene sentido –comentó la joven saliendo de la tienda, dejando a un Inuyasha confundido por unos segundos , él la siguió, ella hizo lo más infantil inició una corrida intentando huir de sus palabras por lo que no se percató de la presencia frente a ella e impactó su cuerpo contra este, ambos cayeron al suelo, la mujer sobre el individuo en una posición bastante comprometedora, ella quedó en shock perdiéndose en esos ojos verdes que hace tres años no veía, el sonrió de lado al verla. Inuyasha llegó y la observó sobre el hombre y un sentimiento de celos se apoderó de él. El señor Taisho se acercó y la ayudó a ponerse en pie.
– Bankotsu creo que ya conociste a mi nueva hija – musitó Inu no.
– ¿Hija? – preguntó el apuesto hombre mientras se incorporaba.
– Sí Kagome es mi novia y futura esposa – aseguró el ojidorado caminando en dirección a la joven – ¿estás bien mi amor? – preguntó y ella quedó de hielo al escucharlo había deseado tanto escuchar esas palabras, por lo que solo asintió.
– ¿Te casaras? – preguntó mirando a la azabache que iba a negar pero Inuyasha se le adelantó al intuir una negación.
– Aún no me ha dado el sí, pero estoy buscándolo, ella me ama y yo la amo por qué no estaríamos juntos – musitó Inuyasha, acercándose a la joven y brindándole una mano que ella tomó sin pensarlo, él la atrajo a su cuerpo en un cálido abrazo – ¿tienes hambre mi amor? – preguntó "tiernamente" y ella asintió, no porque verdaderamente lo tuviera solo lo hizo pues estaba en shock. Caminaron rumbo a las mesas y cuando ya no estuvieron en la vista del señor Taisho ella se deshizo del abrazo.
– ¿Cómo se te ocurre decir que nos casaremos? – Reganó la mujer – ¿A qué se debe eso de te amo, me ama, estás loco? – agregó molesta.
– Querías actuar, así será, – aseguró – ¿o te molesta porque arruiné tu coquetería con ese hombre? – preguntó molesto. ‒ Con quien más, quieres entrar en la cama de Sesshomaru, de Renkotsu, de este hombre, solo me faltaría que desees a mi padre ‒ musitó colérico, la joven intentó golpearle el rostro molesta pero él tomó la mano femenina acercándola a su cuerpo.
– Si así fuera no es tú problema, yo no soy nada tuyo – aseguró la mujer desafiándolo con la mirada.
– Tú eres mía Kagome, – afirmó tomando sus labios en un beso rudo ella lo apartó rápidamente empujándolo por el pecho con todas sus fuerzas.
– Déjame tranquila – musitó la mujer caminando apresuradamente sentándose en un banco, el suspiró frustrado, ya después hablaría con ella, no sabía que estaba sucediendo, siempre se habían llevado muy bien, porque ahora discutían por todo, necesitaba tranquilizarse antes de hablar con la joven, se dirigió a la tienda y se sacó el Jeans que traía puesto poniéndose un traje de baño color blanco y se dirigió a la piscina, todas las mujeres estaban tomando sol, acostadas en los sillones alrededor de la piscina y los hombres habían improvisado un partido de futbol por lo que nadie estaba en la piscina, cosa que el ojidorado agradeció, entró recostando su cabeza contra el borde cerrando los ojos intentando tranquilizarse.
– ¿Es deliciosa verdad? – se escuchó una voz masculina por lo que abrió los ojos fijando su mirada en los verdes ojos del sujeto.
– ¿El qué? – preguntó rudamente, ya no le agradaba ese hombre, ni siquiera lo conocía pero tenía algo que lo repelía.
– Kagome – aseguró – su coño era tan caliente y estrecho, no sabes cómo me excitaba cuando pedía que parara cuando la desvirgué – comentó ante la incrédula mirada del ojidorado.
– Respeta a mi mujer – Ordenó Inuyasha.
– Tú mujer, ja – comentó burlón – ella es mía y así será siempre, ahora está más mujer, más bella que nunca y la tendré nuevamente, aunque sea frígida nunca olvido que se siente estar en su interior. – aseguró e Inuyasha intentó golpearlo pero el peso de su cuerpo dentro del agua le impidió su cometido. Inuyasha salió del agua y le encestó un puñetazo en el rostro que lo tumbó.
– No lo vuelvas a decir, por qué te golpearé hasta que ya no puedas hablar – amenazó sombríamente. El hombre soltó una carcajada divertida y se paró limpiando el rastro de sangre en su boca.
– La pondré en cuatro patas y la haré gemir, esa será por ti – aseguró antes de recibir otro golpe pero esta vez respondió el golpe e iniciaron una batalla, las mujeres gritaban desesperadas y el señor Taisho se acercó separándolos.
– ¿Qué les pasa? – preguntó Inu no sorprendido ante lo agresivo que estaba su hijo.
– Es que Inuyasha aún no acepta que me casaré con Kikyou – pronunció Bankotsu ante la sorprendida mirada de Inuyasha que ni sabía que ese era el patán prometido de Kikyou, Kagome se acercó corriendo y lo abrazó, lo amaba y más importante que su orgullo era que él estuviera bien.
– ¿Estás bien? – preguntó preocupada, él la separó de su cuerpo bruscamente.
– Apártate de mí – susurró mirándola con asco – mejor anda a ver si no le desfiguré el rostro a tu adorado amante – murmuró agriamente antes de alejarse apresuradamente.
Kagome quedó quieta en su lugar observándolo alejarse, no pudo evitar que lagrimas corrieran por su mejilla. Sintió unas manos en su hombro.
– Aléjate de mí, no me toques – gritó girando como para golpear a Bankotsu por lo que quedó atónita al ver a Naraku – no me toque – musitó corriendo en dirección al bosque.
La noche había llegado, el señor Taisho estaba muy preocupado pues la joven había desaparecido por muchas horas, Inuyasha conocía ese lugar por ello él no lo preocupaba tanto, pero la joven podía perderse, todos estaban contentos alrededor de la gran fogata que prendieron, pero él no podía disfrutar como los demás los bailes que presentaban y las historias contadas, hasta que su alma volvió al cuerpo al verla acercarse lentamente. Él corrió y la abrazó fuerte, el día podía ser bastante caluroso pero la noche estaba fresca y se hacía presente en la piel de la joven
– Hija no sabes cuánto me has preocupado – pronunció y ella le dedicó una pequeña sonrisa, hacía menos de un día que se conocían y ya sentía un cariño especial por el papá de Inuyasha, se sentía protegida y querida entre sus brazos, quizás eran esos ojos dorados tan puros y la forma cariñosa con que le hablaba, pero movía sentimientos de cariño en la joven.
– Gracias – musitó aceptando el abrazo – estoy bien papá – pronunció y él sonrió feliz depositando un pequeño beso en la frente de la joven.
– Entonces cenemos, y luego bailemos – musitó y ella asintió en el día no había comido nada y en verdad lo necesitaba. Había resuelto ya no llorar por Inuyasha, cumpliría con el favor y luego se alejaría.
Cenaron entre anécdotas del señor Taisho, en realidad él era muy divertido, Naraku, Renkotsu y Sesshomaru lo acompañaban en la mesa, hasta que se acercaron Bankotsu con una hermosa mujer.
– Buenas noches – saludaron ambos antes de tomar asiento. El señor Taisho correspondió al saludo y continuo con su historia sobre cómo había hecho trato con un empresario Estadounidense que se creía Vaquero.
– Papá me pasas más pescado – pidió la azabache y todos quedaron en silencio.
– Claro Hija – aseguró con una sonrisa el señor Taisho.
– ¿La adoptaste? – preguntó irónica Kikyou. Inu no soltó una carcajada.
– No, aunque podría – comentó – Es una mujer encantadora, estoy más que feliz de tenerte en la familia. – Aseguró y ella le dedicó una sonrisa – Mi familia es muy pequeña y ahora con Kagome y los nietos que me darán seremos más – afirmó feliz, sin percatarse del rostro estupefacto de todos los presentes.
– ¿Estás embarazada? – indagó Naraku.
– No – contestó en un susurro la azabache.
– ¿Embarazada de quien? – preguntó Kikyou.
– Es cierto aún no se han presentado, ella es Kikyou hija de Naraku, el es Bankotsu su prometido – explicó señalándolos –ella es Kagome novia y futura esposa de Inuyasha – comentó, Kikyou se puso pálida.
– ¿Inuyasha se casará? – preguntó Kikyou, Kagome observó a la mujer detenidamente y por mucho que deseaba dar una afirmación a su "rival"
– No – contestó Kagome – es un patán y en este momento lo odio – comentó y el señor Taisho rió divertido,
– Lo mismo me decía mi Izayoi y se casó con migo. – afirmó
– Pues yo no lo haré – aseguró – si deseas adoptarme estoy completamente dispuesta – musitó guiñándole un ojo.
– ¿No tienes padre? – preguntó Renkotsu interesado en la vida de la mujer.
– No – contestó – está muerto – explicó.
– Lo siento mucho hija – pronunció el señor Taisho poniendo una mano en su hombro en señal de comprensión.
– Pues yo no, tú has sido mejor padre en un día que él en quince años – comentó levantando los hombros en señal de indiferencia.
– No creo que sea correcto que hables así de tu padre muerto – aseguró Kikyou.
– Y yo no creo que sea correcto que llames a mi novio de mi amor si te casaras con otro, pero cada quien es libre – aseguró la azabache dejando a todos en un incómodo silencio.
– Eres como dijo Taisho, toda una mujer, me gustas – aseguró Renkotsu rompiendo el tenso ambiente.
– Pues no te lo he preguntado y me importa poco – musitó la mujer estaba tosca ya no le importaba socializar generalmente era una mujer educada y buena, pero hoy no estaba de humor para los comentarios malintencionados.
– Cuanto más me rechazas más me gustas – aseguró ante la atónita mirada de Naraku y de Bankotsu.
– Respeta a la novia de mi hijo – ordenó el señor Taisho.
– La respeto, – aseguró solemne.
– Tu respeto hacia mi son diez mil dólares – comentó la joven sarcástica. Estaba frustrada y enojada de alguna manera quería sacar todo ese sentimiento y sabía que ese no era el correcto después de esa noche todos la odiarían pero poco le importaba pues después de esa semana pretendía ya no verlos nunca.
– Ya lo sé me equivoqué, perdóname – pidió el hombre y ella le dedicó una sonrisa.
– Si ya no me haces insinuaciones podemos ser amigos – comentó.
– Que tiene Taisho que yo no pueda ofrecerte, yo te haré mi esposa, – ofreció.
– No puedes – Gritó Naraku sorprendiendo a todos.
– ¿Por qué no? Yo la quiero – aseguró.
– La conociste hoy, como puedes afirmar que la quieres – murmuró Naraku.
– La conocí ayer, y desde que la vi me enamoré de ella, tiene algo que me atrae – murmuró.
– No me casaré con nadie, ahora deja por favor de hacer esos comentarios que me molestan – aseguró.
– Creo que Inuyasha tiene que ser más delicado – murmuró Bankotsu que por primera vez lo hacía desde que había llegado – esa mordida en tu cuello te habrá dolido mucho, y aunque te maquilles aún puedo percibir los golpes en tu rostro – aseguró. El señor Taisho desvió el rostro conectando su mirada de preocupación con la joven.
– Es algo de lo que no deseo hablar – aseguró la joven intentando evitar que se tocara el tema.
– Claro, las mujeres golpeadas generalmente callan hasta que las matan, no creo que tú merezcas eso – continuó Bankotsu con su falso papel de hombre bueno.
– Kagome, ¿Inuyasha te golpeó? – preguntó el señor Taisho.
– ¿Cómo puedes siquiera dudar de tu hijo? – preguntó molesta levantándose.
– No quiero creerlo, pero está muy violento, golpeó a Bankotsu – aseguró.
– Algún motivo habrá tenido, Inuyasha es el mejor hombre que he conocido – afirmó.
– Entonces te golpeaste con la puerta, o que excusas pondrás, ¿Te tropezaste? – Preguntó Bankotsu sarcástico.
‒ Fue él ‒ aseguró Sesshomaru ‒ lo pensé hoy al ver que había roto tu ropa ‒ explicó seriamente, ¿por eso llorabas? ‒ preguntó. Kagome los odiaba a todos por entrometidos. Todos quedaron en silencio esperando su respuesta, Kagome sonrió sinceramente.
‒ No fue Inuyasha, el nunca haría algo tan bajo y me doy cuenta que ninguno de ustedes lo conocen de verdad ‒ comentó. ‒ Y tu Bankotsu eres el menos indicado para hablar, así que mejor te callas que tu papel de hombre bueno no te queda ‒ aseguró la mujer.
‒ Entonces que sucedió hoy en el apartamento,‒ indagó Sesshomaru.
– Tan solo interrumpiste una exquisita sesión de sexo – aseguró Inuyasha caminando a pasos zigzagueantes en dirección a las personas que guardaron un silencio sepulcral. – ¿Verdad mi amor? – musitó
Continua…

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