CAPITULO 5. EL GUERRERO

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-¡Debemos rodearlos!
-¡No debemos dejar que escapen!

Corro velozmente hacia uno de ellos.
Está vez los tlaxcaltecas no ganarán la batalla.

-¡Popoca! ¡Cuidado!

Una flecha roza mi brazo derecho.
Eso no me impide lanzarme contra el y derivarlo al suelo.
Entierro mi cuchillo sobre su pecho.

-¡Vamos!

Mis compañeros y yo avanzamos y atacamos a todos sin piedad. Hace tiempo que desean nuestras tierras y alimentos; está vez no será así.

La victoria fue nuestra. Todo el bosque está lleno de sangre por doquier e invadido de cuerpos.

Recogemos los cuerpos de nuestros compañeros, y les daremos un entierro digno.

-Estuviste increíble Popoca.
-Gracias. Todos hicimos un gran trabajo.
-Popoca, si me permite preguntar. Quisiera saber cómo fue que usted se volvió uno de los más grandes guerreros. Debemos confesarle que tenemos mucha curiosidad.

Mis recuerdos regresan; cuando era muy pequeño comenzaron a entrenarme.
Mi querida madre me contó que cuando llegue a este mundo ella estaba temblando de miedo. A los varones recién nacidos debían pasar una prueba.

La prueba consistía en bañar a los recién nacidos en agua muy helada. Tan fría que era imposible que un niño lo resistiera, al igual que mi noble padre le temía a esta prueba.
Me habían dicho que ambos me sujetaron entre sus brazos mientras que otro hombre vestido de un jaguar me bañaba con esa agua.
Según cuenta mi madre que fue un milagro de los dioses. Resiste a las heladas aguas, y no enfermedad por el increíble que parezca.
El hombre vestido de jaguar había dicho que yo sería un gran guerrero, que nadie sería capaz de matarme y mucho menos sentir dolor.

Lo más triste fue cuando me separaron de mis padres. Ya no podía seguir con ellos.
Pero no fui el único, muchos más niños fueron separados de sus padres.

Estábamos todos en un gran campo cubierto de tierra. Formando un círculo entre todos.
Apareció un hombre alto de piel morena que destacaba por su enorme penacho.

-Quiza se pregunten por qué están aqui. Ustedes son los siguientes protectores de nuestra ciudad; me servirán tanto a su pueblo como yo. Su emperador.
Si niños yo soy Moctezuma.
Ustedes pasarán el resto de su vida entrenando hasta convertirse en alguien especial. Ser más que un simple hombre...
Un protector del pueblo de Tenochtitlan, un cazador, un guerrero...
Empezarán a entrenar a partir de ahora.

No tuvimos ningún día de descanso. Todos los días entrenábamos junto con el segundo a mando de nuestro rey Tezozomoc.
El nos enseñó a las técnicas básicas del entrenamiento. Así como también el saber cuál era nuestra arma fundamental.
Gracias a mis capacidades pude manejar el arco y las flechas.
Inclusive tenía una gran puntería, muy pocas veces fallaba los tiros.
Ejercitaba mi cuerpo corriendo por el campo y levantando cuerpos pesados.

Y fue hasta los veinte años cuando finalmente me escogieron como líder del ejército de Moctezuma.
Le demostré que podía ser inferior. Quería sorprenderlo con mis habilidades de casería y de lucha.

Nuestra primer enfrentamiento fue con los tlaxcaltecas. Ya desde hace tiempo hemos tenido conflictos con ellos.
Muchos murieron. Pero al final obtuvimos el triunfó.

Además de que recuperamos más recursos. Fue un regalo especial para nuestro rey.
Muchos toneladas de oro puro.

Pero no todo fue tristeza. Moctezuma nos dio la oportunidad de ver a nuestra familia. Reencontrarnos después de un largo pero largo tiempo.

Puedo recordar a mi madre sonriendo y agradeciendo a los dioses por mi.
Aunque si hubo un percance. Mi padre estaba enfermo desde hace ya tiempo.
Me hizo muy feliz verlo...al menos los últimos segundos de su vida.

Lo enterramos justo debajo de nuestro hogar y lo veneramos con bellas rosas violetas y colocando su alimento preferido.

Pero no pude estar con mi madre más tiempo debía regresar. Enfrentarme de nuevo con mis enemigos.

Al poco tiempo, mi madre falleció. Se había ahogado en el lago cuando estaba bañándose. Ella tenía la costumbre de colocarse en la orilla del río. Es más... le temía al agua.
Quién iba a pensar que su más grande miedo sería la causa de su muerte.
Me quedé solo.
Pero por una parte agradezco esa experiencia. Me ayudó a ser más fuerte. A no seguir llorando.
A enfrentar mis miedos y no temerle más a la muerte...

-¿Popoca? ¿Se encuentra bien?
-Si, Xolot. Todo está bien. Solo que estaba buscando las palabras para responder a tu pregunta.
Confia en tí. Confía en que serás capaz de hacer grandes cosas, en que los dioses tendrán piedad ante ti y te ayudarán a avanzar en tu camino. Se valiente y fuerte. Las experiencias que tuviste, te ayudarán a continuar. Pero lo más importante... Jamás te rindas. Recuerda lo que te voy a decir. Está frase siempre me la decía mi padre en los momentos más difíciles.
Desvía tu mirada del suelo y siempre observa hacia las estrellas...
Si caes, levántate...
Si miras hacia atrás, girate...

Y finalmente...
Confía en tí, por qué solo tú tienes el poder para elegir tu destino.

Ambos guardamos silencio por unos segundos.
Nos miramos cara a cara.
Finalmente Xolot me da un pequeño golpe en el hombro como agradecimiento.

-¡Debemos volver!

Todos los demás guerreros se preparan para nuestro regreso.
La oscuridad se avecina, si queremos llegar mañana justo cuando salga el sol debemos irnos lo más pronto posible.

Una vez que estamos todos listos, comenzamos a caminar. De regreso a la ciudad.

Para mí sorpresa, justo a la mitad del camino me topé con una bella ave. Un quetzal.
Que se encontraba volando sobre mí.
Es una señal de nuestros dioses sin duda. Ahora estoy convencido de que llegaremos sano a salvó. Y recibiremos una gran bienvenida por parte de nuestro pueblo y principalmente de nuestro rey.

EL BESO DEL VOLCÁN  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora