CAPITULO 7. AMOR A PRIMERA VISTA

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La noche se me hizo eterna. Al parecer Mele ha despertado.

Me levanto del tapete y salgo a mirar el hermoso amanecer. Por unos momentos olvide que estaba aquí, creí que iba a despertar en mi cama, donde el rico olor de chocolate me despertaría. Vería a mis padres sentados en la mesa y les daría un enorme abrazo a ambos.

-Princesa.
-¿Si?
-Su padre me pidió que estuviera presente en la llegada de nuestros guerreros. Me pidió que la ayudará a arreglarse y después que vaya a comer algo.
-Muy bien Mele.

Mele y yo bajamos de la pirámide y caminamos hacia la orilla del lago.
Al inicio me costó quitarme la ropa enfrente de muchas personas. Pero al final lo hice.

Mojaba mi cuerpo en con la fresca agua del lago. En cuanto Mele, sostenía una jícara hecha de barro. Tomaba algo de agua y la echaba sobre mi cabellera.
Mele también trajo un ramo de hierbabuena. La frotaba sobre mi cabello. Y finalmente un poco de leche.
Me bañaba de leche en todo el cuerpo, fue algo extraño pero valió la pena. Ya que mi piel se tornó un poco más clara y mucho más suave.

Al salir, me seque el cuerpo con la ropa que había usado, y después me coloque otro vestido.
Este era un vestido muy delgado y grande. Que llegaba a la altura de mis tobillos.
Mele cepillaba mi pelo entrelazandolo con sus dedos.
Para cuando esté había secado, Mele coloco una rosa blanca. Recargandola sobre mi oreja derecha.
Como toque final, me puse una pulsera en mi muñeca derecha y un collar hecho de varias plumas de colores.

Una vez que terminamos, nos fuimos hacia la parte trasera del templo mayor.
Ahí se encontraban varias mujeres, trabajando.
Una de ellas amasaba la masa del maíz.
Y la otra aplastaba el maíz entre sus manos hasta darle forma circular, y finalmente colocarla encima de un enorme comal que estaba sobre el fuego.

En cuanto me ven hacen una pequeña reverencia.
Después me invitaron a sentarme cerca de ellas; en ese momento me sirvieron en un vaso barro un exquisito chocolate. Y en un plato largo (igual de barro) colocaron dos tortillas, una pata cruda de un conejo y trozos de maíz.
No creo poder comer la parte del conejo.
En menos de diez minutos terminó de comer todo, incluyendo el chocolate. Lo único que deje fue esa pata de conejo.

Regreso hacia el lago y tomo una tortilla quemada, la cual me ayuda pare cepillar mía dientes. Se siente muy extraño, pero dudo que en esta época tengan un cepillo de dientes a la mano.
Después enjuagó mi boca en el agua.
Al parecer esto si funciona. Los dientes son más blancos a como antes los tenía. Que ingeniosos.
Me preguntó a quien se le habrá ocurrido esta idea.

Mele y yo subimos al templo mayor.
Ahí se encuentra Tezozomoc, mi padre y Moctezuma.

-Hija mía.

Mi padre me rodea entre sus brazos.
-Estas muy hermosa.
-Gracias.

-¿Sabes por qué estás aquí?- pregunta Moctezuma acercándose a nosotros mientras bebé chocolate de un jarrón.
-Asi es. Para darle la bienvenida a los guerreros.
-Exacto hija. Pero también por otra cosa. Hoy eligire a tu prometido.
-¿Cómo?
-Si Iztaccihuatl. Escogeré al hombre indicado para ti. Pronto moriré y tu tomarás el mando junto con tu nuevo marido.
-Pero papá ¿Por qué no puedo elegir?
-Porque yo soy la autoridad aquí.
-¿Y no te importa mi felicidad?
-Eso no se trata de tu felicidad. Se trata de nuestro pueblo. Del futuro de Tenochtitlan. Sé que es muy difícil para ti hija, pero debe ser así.
-¿Y si no deseo contraer nupcias?
-Te obligare a hacerlo. Aunque me duela.
-¿Por qué dices eso?
-Ya te lo mencioné. No me gusta repetir las cosas dos veces.

Sé que el nos es mi padre. El nombre de mi verdadero padre es Leonardo no Tezozomoc. Pero ahora no estoy con él, así que debo aceptar esos términos.
Pero por otro lado yo le sigo la corriente.

EL BESO DEL VOLCÁN  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora