EL BESO DEL VOLCÁN [COMPLETA]

CAPÍTULO 14. TOMA DE TIERRAS

-¿Qué opina de este lugar Sr. Cortéz?

-Pienso que es una ciudad increíble. Cuando llegamos y lo vi por primera vez creí que era una ilusión. Que el calor y la sed que tenía había provocado que mi cerebro fuera capaz de imaginarse  todo esto.

-Igual por un momento lo creí señor. Pero quiero preguntarle algo ¿Cual es el siguiente paso?

-El siguiente paso Josué, es quitarles todo. Imagina, la nueva civilizacion que construiriamos ¡Un nuevo imperio!
Nuevas oportunidades para nuestros hermanos, para nuestros niños que formarán su propio futuro.
-Eso sería increíble. Y estoy de acuerdo con usted, mi pequeño hijo Ramón saldrá adelante en esta nueva tierra.
-¡Así es Josué!
-¿Pero y los salvajes?
-Descuida, he puesto mucha atención a ellos y no tienen la capacidad para ganarnos, y mucho menos con las armas que usan; más que armas parecen juguetes.
-¿Cuando atacaremos?
-Escucha Josué, debemos ganarnos su extrema confianza. Una vez que ellos confíen en nosotros... Entonces atacamos.
-De acuerdo Hernán.
-Diles a los demás que preparen todas las armas. Y que alimenten a los caballos, deben estar listos en caso de que sucede un percance.

Cuando amaneció nos fuimos hacia nuestro barco, al parecer esos salvajes nos regalaron una montaña de sus alimentos. Entre ellos, un alimento envuelto en una larga hoja. Este era dorado y en la parte de la punta tenía unos  pequeños pelos delgados de color café.
Por lo que pudimos observar ellos machacan este alimento hasta convertirla en una masa de color amarillo claro y finalmente extenderla y formarla como un círculo.

Pero cambiando al tema, cuando era la noche jure que había escuchado a una mujer llorando. Pero confieso que sus gritos eran realmente horribles, causando que mi cuerpo temblará de miedo.
Me hubiera encantado preguntar quien era esa mujer, pero el idioma entre ambos es muy diferente, y dudo que pueda entenderlos.

Me encontraba en la cabina del barco, comenté a buscar varios mapas y comencé a trazar y a calcular la distancia de esta ciudad.

Y también aprovecho para idealizar mi plan para empezar a conquistar este lugar. Supongo que deberíamos tomar las tierras que se encuentran del lado Este.

Tomaré un gran perímetro y poco a poco iremos con el resto.

Cuando el sol estaba casi encima de nosotros, llame a los demás hombres para comentarles sobre dicho plan.

Una vez que todos nos pusimos de acuerdo, avanzamos al siguiente paso.

Monte mi caballo, al igual que los otros y velozmente cabalgamos hacia el oeste.

Una vez que llegamos, nos topamos de nueva cuenta con esos salvajes.
Ellos habían visto como comenzábamos a tirar muchos árboles, además que recolectábamos algunos de sus alimentos. Entre ellos el maíz y chile.

Aunque no hubo mucho problema. Les ofrecimos algunas cosas que ellos no tenían como ejemplo, un caballo y un reloj de arena.
Ocho de diez salvajes que estaban ahí aceptaron estar con nosotros, en cuanto a los dos restantes que se negaron, bueno...le puse fin a sus miserables vidas.

Regresando al plan, algunos de mis hombres cuidaban de todo el perímetro, en caso de que más salvajes vinieran hacia acá.

Nos llevamos toda la mercancía, incluso tuvimos la suerte de encontrar algo de hierro y también oro. Que se encontraba en una cueva subterránea escondida en el subsuelo.
Toda la mercancía la guardamos en el barco, pero no estaba totalmente satisfecho.

Cuando llegamos por primera vez aquí, y cuando ese hombre alto con una larga corona de plumas sobre su cabeza nos llevó hasta su trono, tuve la oportunidad de observar que alrededor suyo poseía un magnífico tesoro brillante, montañas de oro, por todas partes.

Los demás hombres no tuvieron la oportunidad de verlo. Ya que él, me había llamado solamente a mi. Para tener una conservación a solas.
Pero dudo que haya sido una conversación formal, no le entendía ninguna palabra de lo que el decía.

Les compartí está información a los demás, obviamente podía ver su mirada de obsesión al momento que les conté sobre el tesoro.

Estábamos en cubierta, formando un enorme círculo. Mientras que yo me encontraba al centro, mirando a todos y caminando de un lado al otro.

-Escuchen. Sé que es algo muy precipitado. Pero yo lo veo en sus ojos, su sed de obsesión y posesión por las cosas.
Igual yo lo estoy.
He decidido que antes de que el sol se esconda, tomaremos el lado Oeste de la ciudad.
Pero si lo hacemos, tengo un gran presentimiento de esto; esos salvajes vendrán a atacarnos, y tratarán de defenderse de cualquier modo.
Pero no lo olviden, somos inferiores a ellos. Somos más rápidos y tenemos las mejores armas.

Invadieron todo...
¡Construiremos un nuevo imperio!

Todos gritan y esbozan una sonrisa.

Esperamos un par de horas, y después de eso nos dirigimos al lado Oeste.
Para nuestra sorpresa encontramos a otra tribu diferente a estas personas. Que al parecer nos habían comentado que no eran aliados. No los habían explicado mediante dibujos sobre la tierra.

Ellos se unieron a nosotros, y de nuevo repetimos la misma situación.
Derrumbamos varios enormes árboles y nos llevamos la madera.Y también continuábamos nuestra búsqueda de más tesoros escondidos.

Para nuestra suerte, Josué tuvo un pequeño accidente. Había prendido fuego a la mitad de los árboles.
Causando un gran alboroto y obviamente una señal hacia esos salvajes.

Velozmente tratamos de apagar el fuego, aunque finalmente logramos extinguirlo. El sol se estaba escondiendo, y se podía ver con facilidad el fuego.

A lo lejos escuchamos el eco de miles de tambores provenientes de la ciudad, una sinfonía que interpretaba como música de guerra o de una batalla...