CAPÍTULO 18. ENVIDIAS Y TRISTEZAS

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-Esto es una locura Xinantecatl. Se pondrán furiosos cuando se enteren que le quitaste la mitad de la  fortuna a Tezozomoc.
-¡Ya deja de repetirlo!
Además te tú tienes la culpa de todo.
-¿Mi culpa?
-Si. Todo fue tu culpa.
-Escucha Xinantecatl, los dos somos culpables de esto. Así que ni te hagas el inocente.

El y yo continuabamos caminando hacia al lado este de la ciudad.

-¿Acaso no tienes familia Mele?
-Eso no te interesa Xinantecatl.
-Bueno al menos, dime tú nombre real. Porque yo sigo sin creer que ese sea un nombre.
-Yo tengo muchos apodos, Xinantecatl. Tezozomoc fue el primero a quien se le ocurrió decirme Mele. Y poco a poco me fui acostumbrando.
-Mm...ya veo. Pero dime ¿Cual es tu real nombre?
-Mi nombre real es Malintzin...

-¿Malintzin?
-Si.
-Primera vez que escuchó ese nombre.
Pero sigo sin comprender por qué te pusieron ese apodo de Mele.
-Da igual.
-Escucha Malintzin, quiero hablar más contigo. Como distracción en lo que llegamos a nuestro nuevo hogar, por decirlo así.
-De acuerdo dime.
-¿Tienes familia?
-La tuve. Verás, yo siempre he sido muy extraña. Muy dentro de mí ya no desea pertenecer con ellos. Con nuestros hermanos.
Siempre he tenido curiosidad por lo demás. Nuevos descubrimientos y aventuras.
Admito que cuando llegó Quetzalcóatl, me llamo mucho la atención.
Algo en su ser, y en su físico causó que me volviera loca.
-¿No me digas que te enamoraste de el? Pero decías que te gustaba Popoca.
-Si me gustaba también Popoca.
¿Que acaso no puedo enamorarme de ambos?
-Pero estás consciente de que Popoca ama a Iztaccihuatl
-Si, pero ella ya no está más aquí.
-¿Que tratas de decir?
-Cuanto le dije sobre la muerte de  Popoca a Iztaccihuatl mientras tú estabas robando el tesoro de Tezozomoc. Ella misma se enterró un enorme puñal en su estómago.
Cuando hizo eso, me aleje del lugar y fue cuando te encontré.
-¿Por eso me presionaste para irnos?
-Si. Ese fue el porqué.
-¿De verdad ella misma se lo enterró?
-Si. Realmente tuvo valor para hacerlo.
-¿Y que pasó después?
-No lo sé. Y no me interesa.

Llegamos hasta el campamento de Quetzalcóatl, que estaba totalmente vacío.
No había señal de alguno de ellos.

-Mira todo esto. Sigo sin creer que el sea Quetzalcóatl. Es muy diferente.
-A mí me agrada lo diferente.

En ese momento aparecieron todos sus hombres apuntandonos con sus armas.
Quetzalcóatl apareció montado sobre un extraño animal grande de cuatro patas.
El descendió y se acercó hacia nosotros.

-¿Que hacen aquí?

Xinantecatl y yo nos miramos el uno al otro. No comprendíamos lo que decía.
Pero no me importaba por el momento.
Fui hipnotizada por su belleza.

En especial con sus ojos de color como el mar.
Y sus delgados labios rosados.

Aparecen dos hombres de menor altura que Quetzalcóatl, sujetan a Xinantecatl de ambos brazos y le retiran el gran costal que llevaba en su espalda cargada de oro.
Quetzalcóatl se acerca a mi, ahora puedo contemplarlo mucho mejor, y con más detalle.

Su mirada cambia hacia Xinantecatl. El da una señal y los dos hombres que lo sujetan de los brazos se lo llevan lejos de ese lugar.

Quetzalcóatl sujeta mi mano derecha y da un dulce beso en mis nudillos.

-Jamas había contemplado la verdadera belleza...

¿Que es lo que trata de decirme?
¿Será bueno o malo?

Sin soltar mi mano, me lleva hacia su gigantesca canoa. Caminamos hasta llegar a un extraño cuarto hecho de madera.
Ahí se encontraba una mesa... Hecha del mismo material al parecer.

Por encima hay varios pergaminos que contienen dibujos, posiblemente de alguna isla u otra tierra que aún desconozco.

-¿Que haces aquí? ¿Por qué te alejaste de tu familia?

EL BESO DEL VOLCÁN  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora