CAPÍTULO 20. TRANSFORMACIÓN

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¿Donde estoy?

¡Xochitl!
¡¿Donde estas?!

¡Xochitl!

No veo absolutamente nada, estoy rodeada de oscuridad total.

Ahora lo recuerdo todo.
Yo vine aquí por arte de magia, por cosas que nunca creí que existieran.

Aunque me preguntó, por qué tuve que olvidar mi vida. La verdadera vida que tengo.
Como fui capaz de olvidar el nombre de mis padres.
¿Como es posible?

¡Xochitl!

¡Hija!
¿Donde estas? ¡Por favor dinos donde estas! ¡Regresa a casa!

Escucho claramente la voz de mis padres mezclándose entre sí.
Gritando con desesperación.

Supongo que ya se enteraron que no me encuentro más en casa, y están como locos buscándome.

¡Señorita Xochitl!
¿Donde esta?

¡Señorita Xochitl!

Al parecer no están solos, escucho la voz de un hombre mayor y otro más joven. Al mismo tiempo que oigo el crujido del fuego, por cada movimiento que realizan, supongo que debem tener algunas antorchas para alumbrase en el camino.

La voz de mis padres empiezan desvanecerse hasta que finalmente no los escucho más

¡No podemos abandonarlos!

Otra voz de una mujer aparece entre las sombras.

¡Debemos ayudarlos!

¡Deben estar juntos!

¡Que sean parte de la tierra!

¡Jamás deben separarse!

¡Que su amor no se extinga!

Ahora más voces aparecen, hombres y mujeres mezclados entre sí.
¿De dónde vendrán esas voces?
¿Donde estoy?
¿Que es este lugar?

El canto del quetzal se hace presente dejando atrás las otras voces que escuche.
Hace pequeños silbidos entonando una bonita melodía.

Cuando deja de silbar, el ambiente comienza aclararse hasta transformarse en un cuarto blanco y brillante.

De repente este cuarto blanco se hace más pequeño y desaparece mostrando una gran explosión de luz...

Puedo verlo todo.
La ciudad de Tenochtitlan, el pueblo, Quetzalcóatl aproximándose con sus hombres...
Popoca cargando entre sus brazos a su amada.

Pareciera que fuera un águila, puedo ver todo desde cualquier punto de vista. O a dónde yo desee ir.
Ya sea de cerca o de lejos...

Por lo que veo, ya no soy más Iztaccihuatl. La princesa.

Parecía que mi alma abandonó su cuerpo. Lo cual explica porque puedo ver todo con claridad.

Popoca permanece con Iztaccihuatl, derramando sus lágrimas de dolor sobre ella. Acariciando su rostro y su cabello.

Entrelazando su mano con la suya.

-No quiero estar solo...
No otra vez. No me gusta estar en la soledad. No. No

Popoca mira hacia el cielo, y en ese momento comienza a llover.

A pesar de que mi alma no está más en ese cuerpo, puedo sentir el agua cálida y fresca cayendo sobre mi. Cada gota alternada.

Popoca ignora la lluvia, y continua abrazando a Iztaccihuatl.
Ahora el se acerca hacia sus labios y los besa con amabilidad...

Una ráfaga de viento aparece, acompañada de la lluvia. Las gotas de agua aparecen cada dos segundos de manera rápida. Cubriendo velozmente todos los techos de la ciudad, y cada piedra con agua.

EL BESO DEL VOLCÁN  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora