Todas las promesas de mi amor se irán contigo

Capítulo 5

  La adrenalina se podía sentir en el aire, no podían creer lo que habían hecho. Los cinco habían saltado con éxito la cerca y los granjeros no los pudieron alcanzar, debido al extraño comportamiento de los demás caballos, quienes se rehusaron a caminar, la persecución no pudo llevarse a cabo.

 Ya a varios kilómetros de la granja, cansados de trotar, se detuvieron en donde había agua y pasto fresco. Se toparon con una arboleda y acamparon allí, ya que el clima indicaba que se avecinaba una fuerte tormenta; Loki creía saber la razón, Thor había llegado a Midgard.

–¿Puedes ver a mis hijos?– le preguntó Frigga preocupada a Heimdal.

–A Loki no puedo verlo, su Majestad, solo los rastros de magia que dejó, que Thor y su grupo están siguiendo.

–Entiendo, gracias Heimdal.

–¡Cómo es posible que se les hayan escapado cinco caballos!– exclamó indignado, desde la cama, uno de los dueños de la granja. –¿Son granjeros, criadores y domadores de caballos? ¡O acaso son campesinos inservibles!– les recriminó a los nuevos encargados de la granja.

–Señor le aseguramos que los traeremos de vuelta.

–¡Más les vale! Y no solo les ordeno traer a los cinco caballos que se escaparon, sino también a ese maldito animal que me dejo postrado en la cama. ¡Y lo quiero muerto!– sentenció iracundo.

  La tormenta se desató con furia. Por suerte para los caballos, encontraron una cueva para guarecerse.

–¿Y ahora qué?– rompió el silencio Eugenio, en la oscuridad de la cueva.

–Aquí es donde nos separamos– contestó Loki. –Cada uno por su camino.

–¿Qué haremos ahora? ¿A dónde iremos?– preguntó preocupado Sabiondo.

–Cerca de aquí, a unos cinco kilómetros aproximadamente, hay un hermoso bosque en el que podrían vivir.

–¿No te quedarás conmigo mi bella damisela?– pregunto Galán entristecido.

–Me temo que no, aunque les agradezco mucho por haberme acompañado– extrañamente, al decir esto, sonó muy sincero.

–Sabía que terminaría lastimado– dijo Galán recostándose.

–Lo siento, pero te veo como a un hermano.

–¡Ay! Esas palabras me duelen hasta a mi– dijo Rosa linda lagrimeando.

  Loki reflexionó sobre sus palabras y se habló a sí mismo.

–Aunque mejor te dejo como un amigo, porque si fueras mi hermano tendría que apuñalarte– murmuró riéndose de su propio chiste.

–¿Dijiste algo?– preguntó Eugenio, que le pareció oír algo.

–No, nada. Buenas noches.

  Todos se durmieron en paz con el sonido armonioso de una lluvia pareja; Loki recordó que solo a una persona en su vida le había dado las buenas noches, a su querida madre. Él realmente la extrañaba.