Ross Wright, mi hermano

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Ty, ya sé que estas molesto... pero, nada es como crees, en serio. Por favor, te espero en el café del centro. Por favor ven... sabes que te quiero.

Soltando un suspiro, cuelgo el teléfono dejándole el decimo cuarto mensaje de voz a Tyler. Lleva molesto conmigo desde hace ya cuatro días y siento que no puedo más sí estamos en estas condiciones nosotros. El corazón se me arruga de solo pensar que en verdad crea que él no es importante para mí, y las palabras se me atoran en un torrencial abismo de fuego quemándome la garganta. De solo pensar ya quiere estar conmigo... esto me está matando.

Vuelvo la mirada navegar hasta el ventanal del café cuando unos truenos amenazan con descoserse y echarse a llover. "Es seguro que Tyler no vendrá.", pensé para mis adentros, sintiendo la hilera de frío recorrerme atrevidamente la columna vertebral. Tal vez sí le he herido, él solo quería ayudar y sintió que no lo respalde o posiblemente está celoso pensando que no me interesa tanto como yo a él. Soltando un berrido por lo bajo, escondo mi rostro entre mis manos.

—Vaya, ¿Día pesado?

Me quedo de piedra al oír esa voz. Vertiginosamente elevo mi rostro confirmando mis sospechas. Ross Wright, mi hermano, está sentado ante mi persona. Parpadeando, intento no ahogarme con mi propio aire. Por primera vez, Ross y yo estamos compartiendo una mesa sin nada que nos separe, su cabeza descansa sobre sus manos y la pequeña sonrisa entre sus labios me hace quedar sin aire. Es como ver a Alex, pero con unas facciones más fuertes, es rubio y con una piel más tostada.

Habiendo perdido el habla, asiento positivamente.

Él suspira, —¿Tu año de graduación no es tan de película como todos lo pintan?

Meneo mi cabeza, negándolo.

—Eh no... —suspiro, atragantándome con el huracán de sentimientos encontrados. Quiero abrazarlo y no soltarlo, pero por otro lado quiero abofetearlo y recriminarle el hecho que nunca se haya acercado a Alex o a mí— Son otros problemas. —respondo, encogiéndome de hombros— ¿Estás en la universidad?

Sus labios se tuercen en una delicada línea, es obvio que cambie el tema. Pero, la verdad es que no sé como darle manejo a esto, no es que todos los días aparezca tu medio hermano con el cual nunca has hablado, llegue de la nada a preguntarte por tu vida.

—Si —Ross pide un café y me doy cuenta de que tenemos el mismo gusto por el café. Sin azúcar y en leche de almendras. Eso si que me saca una sonrisa, al parecer si nos parecemos—, entre a finanzas. Seré un hombre de negocios como papá.

Auch. Humillo la mirada hacia la vitrina de los postres, tratando de disimular el bajón de sentimientos que me genera cada vez que mencionan a Stuart Wright porque es duro tener que hacer frente a una realidad en la que tu superhéroe también ha sido el primero en romperte. Inusitadamente, los ojos se me calan de lágrimas, pero me hago la fuerte lo último que quiero es que él crea que soy una cría débil. Ross entorna sus ojos dándome a entender que mis intentos han sido en vano, él suspira y cambia el tema preguntándome por si voy a asistir al partido del viernes. Es muy lindo como a pesar de que ya se graduó, él siga apoyando a su equipo, aunque sea desde la gradería. Eso es ser en verdad un líder, por mí ni amarrada me volverían a entrar al colegio después de graduada.

—Supongo que si —respondo, dándole un ultimo sorbo a mi café.

—Alex va a jugar —afirma dudoso. Yo asiento con la cabeza—, él lo hace muy bien.

Me encojo de hombros, —Siempre le ha gustado —murmuro, sin mucha importancia—. No entiendo porque, pero él y Tyler siempre han sido unos amantes del futbol, —suelto una risita recordando como se emocionan cada vez que hay un partido en la tele— creo que, si pudieran casarse con un balón, lo harían sin dudar.

Nuestro Secreto {Secretos #1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora