Miradas azucaradas

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Felicidad, ese precioso sentimiento es lo único que puede describir con tanto esmero todas las mariposas que me incriminan en este secreto. Son las risitas fuera de lugar, los recuerdos de sus caricias en mi boca que me hacen temblar, las cosquillas en mis adentros al recordar la ternura en que nos envolvimos y la sensación de que he perdido la cabeza por culpa de Tyler, es lo que me delata e intento esconder de Alex. Nadie me advirtió que con tan solo unas palabras todo podría cambiar, que yo podría sentirme como nueva, que la mañana se teñiría con más esmero, pero supongo que ese es el costo de los buenos recuerdos, vivir en una fantasía a la que el único miedo es tener que despertar.

Nerviosa termino de bañarme los dientes, me aplico más perfume de costumbre y me aseguro de que todo este perfecto. Cepillo mi cabello más de cuatro veces, acomodo mis aretes y aliso la falda procurando no tener pliegues. Hoy Tyler nos va a recoger para ir al Cristóbal Colón y en verdad quiero que me note, aunque sean por solo unos cuantos minutos. En lo que a pasado desde que él me confeso lo que sentía y yo fui contra mi buen juicio, dejándolo entrar, la semana se fue corriendo y a duras penas pudimos vernos. Tan solo fueron efímeros minutos entre clase y clase, pequeñas charlas de almuerzo custodiadas por Alex y las cortas miradas entre los pasillos atestadas de una chispa llena de nervios y pasión. No es la mejor forma de empezar ni la más romántica para empezar a cultivar estos tiernos sentimientos, pero lo cierto es que tenemos que ser muy cuidadosos. En verdad quiero que sirva y que nadie se interponga, pues en esto solo los dos tenemos la última palabra. Además, si Alex se enterará no sé qué sucedería porque si bien es cierto ambos tenemos un código de no meternos con nuestros amigos y yo lo he roto, sin embargo, eso no es lo más terrible puesto que mi hermano siempre ha sido muy cuidadoso conmigo y siempre me ha protegido haciéndole alusión a su promesa cuando teníamos seis y nos escondimos en el closet, él tapo mis oídos para que dejará de escuchar los reclamos de mamá y los sollozos de papá. No sé cómo explicare que yo -la persona en la que más confía- también puede traicionarlo.

He pasado toda la semana tratando de encontrar la forma en decirle como me siento, que cada vez que su mejor amigo entra en mi radar las mariposas aparecen, los nervios me hacen temblar y el deseo de besarlo me embriaga. A veces voy en la madrugada y me paro en el marco de su puerta, tomo una gran bocanada de aire y me decido por soltarle todo en una sola bomba. Pero, cuando sus ojos recaen sobre mi persona, las palabras se me atragantan y termino sacando cualquier excusa con tal de no nombrarle lo de Tyler y yo.

-¿Qué te pasa, pequeña? -me pregunta Alex, una vez llego a la sala y me planto a un lado de la ventana de la sala que da a la calle, esperando la llegada de Tyler. Inquieta, me vuelvo sobre los talones a verlo. Mi hermano esta sentado en el sofá con sus brazos cruzados sobre el pecho, tiene esa expresión seria de cuando sabe que le estoy escondiendo algo y sospecha que es. Trago grueso, tratando de mantener la calma para no delatarme.

-Nada -respondo, tomando asiento frente a él- ¿A ti te pasa algo? -le cambio el tema.

Alex se rasca la nuca vacilante, -No -la voz le tiembla. "Okay, algo está mal aquí", pensé- Tyler si que se esta tardando hoy, ¿No crees?

Me quedo rígida al oír su nombre. Como puedo asiento tenuemente, agradeciendo a que Alex dejo el tema hasta ahí con la excusa de ir por algo de jugo. Mordisqueándome un labio, me aseguro de que este en la cocina para yo volver a la ventana. Quiero ser la primera en verlo llegar y también su primera sonrisa. No pasan muchos minutos cuando diviso el auto plata aparecer en la esquina, así que en un abrir y cerrar de ojos sisee la llegada de Tyler y salí a su encuentro. La ventana oscura de su auto baja y sus ojos verdes se asientan sobre mí. Un escalofrío me recorre toda la columna vertebral al sentir su mirada recorrerme por completo. El pulso se me acelera cuando lo veo, viene con el cabello húmedo y la corbata torcida, demostrando que a alguien le ha cogido la tarde, pero eso no le quita lo guapo que es. Suelto una risita por lo bajo al verlo así.

Nuestro Secreto {Secretos #1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora