Confesiones de un viejo amigo

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Me remuevo en el asiento, irritada de tener que estar esperando. Es ya la segunda vez en la semana que me tengo que quedar en detención, solo que esta vez si no es mi culpa sino de la tonta e insípida de Meredith Van der Tuin. Ugh, es que en verdad la odio con todo mi ser. Yo estaba muy tranquila, decidida a salir rumbo a mi casa, los chicos tienen prácticas así que no tenía de otra. Pero, claro, Meredith se tenía que aparecer junto a su lengua viperina y comenzar a hablar de Adela y cuanta basura se le atravesara en su cabeza, que no me pude resistir y le dije todo lo que pensaba en ese momento. Ella lanzo la primera bofetada y yo no me resistí y se la devolví. Luego apareció la maestra Jones junto al celador de la entrada, nos separaron y nos trajeron a detención, para mi desgracia juntas.

Me cruzo de brazos tratando de no mirarla, por su culpa pasare las peores dos horas de mi vida junto al ser más despreciable. Meredith no deja de caminar de un lado al otro quejándose sobre quien va a dirigir a sus amadas porristas y sobre la flamante cita que tiene en el exclusivo restaurante del hotel Carton. Sin embargo, por más que intento concentrarme en mis propios pensamientos me es imposible, la voz de Meredith retumba en mis adentros. Me giro hacia el otro lado para no verla, pero la paciencia de esperar a que se calle ya está llegando a su fin. Sin dudarlo más, me vuelvo a verla. Ella se queda quieta mirando a través del vidrio de la ventana aguardando a que venga alguien y nos saque, sus rizos dorados le llegan casi por la cadera, se ven casi perfectos, casi como si acabara de salir de la peluquería; nada comparado con mi cabello que siempre parece estar despeinado a pesar de que use el secador.

De repente ella se vuelve a verme, sus ojos de pantera azulados caen sobre mi persona con cierta histeria. Sin embargo, se relaja y suelta un gran suspiro. Ella toma asiento a unos cuantos pupitres de donde me encuentro, no muy lejos, y parece analizarme como yo lo hago. Entonces, veo que aun carga la cadena de un copo de nieve y una sonrisa se me escapa a medias. Ese dije me trae cálidos recuerdos como cuando jugábamos a las muñecas, nuestros campamentos o pijamadas en su casa. Los cumpleaños de Meredith siempre han sido los mejores, tienen temáticas que te hacen sentir en una gala de Hollywood, y recuerdo que en su cumpleaños número once su padre le regalo ese collar y ella estaba tan feliz que pidió que me hicieran una pulsera con el mismo para que quedáramos iguales, Meredith siempre era muy bondadosa con todos, fue de repente su brusco cambio que se convirtió en esta arpía ponzoñosa.

—Veo que aun conservas algo de humanidad —murmuro, señalándole el collar. Ella baja la mirada chocándose con el dije y automáticamente lo guarda bajo su camisa.

—Ja, ja, ja —ella ríe con ironía— mira quien habla, si Satán le teme hasta a tu sombra. —me responde, haciendo que tuerza los labios.

—Eres patética.

—Y tu una tonta.

"¡Es exasperante!", pensé.

—Sabes que, —hago una pequeña pausa, tomando mi bolso y colocándolo en la parte trasera de mi asiento— no estoy dispuesta a seguir este absurdo juego contigo.

Meredith chasque a la lengua.

—Bien —suspira— yo tampoco quiero perder mi preciado tiempo en alguien tan poca cosa.

Hago una mueca de ofendida, sin embargo, ella mi silencia dándole una abofeteada al aire con su cabello escultural. Sintiendo mis adentros crujir de estrés, me vuelvo hacia el otro lado y busco mi teléfono para poder distraerme mientras pasan estas dos horas ya que tengo los libros de biología a la mano. Entonces, me llega un mensaje de Tyler y una sonrisa de oreja a oreja se esboza en mi rostro.

¿Estas bien? Supe que te peleaste con Meredith...

Suelto un suspiro echándole un ojo a Meredith para asegurarme de que no se dé cuenta de nada porque tengo la plena seguridad de que si supiera lo que pasa con Tyler lo utilizaría en mi contra hasta aniquilarme.

Nuestro Secreto {Secretos #1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora