Nuestro Secreto {Secretos #1}

Golpes da la vida

—¡Alex! —chillo exasperada para que se detenga, más ni así él se toca el corazón para detenerse. El aire se vuelve más denso y el nudo que crece entre mi garganta junto a las lágrimas cubriendo mis ojos me carcome por dentro.

En verdad lo he arruinado todo, he destruido todo por creer que el amor era una de las opciones cuando soy una Wright y entre nuestro destino amar con libertad no está escrito en nuestras vidas. Intento alcanzarlo, pero en verdad Alex camina rápido. Ni siquiera cuando se detiene unos segundos para localizar su auto en el estacionamiento atestado de autos, logro alcanzarlo.

La lealtad siempre ha sido lo más importante entre nosotros, no importa el que o como, pero siempre hemos estado el uno para el otro, juntos, siendo una sola alma, un solo corazón, una sola familia y si ahora lo pierdo sería el final, no puedo imaginarme un mañana sin mi mellizo. Alex quita el seguro del auto y antes de que pueda subir dentro de el de un manotazo le cierro la puerta, enfrentándolo.

—Alex, por favor, espera —le suplico, intentando que me oiga.

—¡Muévete! —bramo iracundo, sin sostenerme la mirada.

Se que está molesto y lo entiendo, tiene todo el derecho a odiarme. Le mentí, lo engañe de la peor manera y traicione nuestra confianza con una de las personas más importantes de su vida, pero todo lo hice por amor, no es una excusa, más si un buen motivo para que me escuche antes de sentenciarme de por vida a su olvido. Mis ojos lentamente recorren su rostro, está enojado, el ceño lo tiene fruncido y de su nariz está reventada.

—Alex, por favor...

—¿Qué me vas a decir? —sus ojos azul marino me enfrentan con rabia, desolación y ese brillo de querer echarse a llorar. Y antes de que él pueda, yo soy la que empiezo a sollozar silenciosamente de verlo tan lastimado, no solo en el exterior sino también en su alma, y no puedo dejar de pensar que todo es mi culpa, mi maldita culpa— ¿Acaso me vas a contar como tú y Mitchell me vieron la cara de idiota? ¡No ya sé! ¿O me vas a contar como se burlaron mientras hacían todas sus cochinadas acerca de cuan ingenuo era? ¡Dime Alexa! —Alex me agarra de los hombros agitándome, mi llanto empieza a ser más potente y tomándolo de las manos intento que se detenga— ¡Dime algo!

—Yo... —lloriqueos— yo... eso no es cierto, no es como crees...

Por más que quiera decir algo contundente que pueda aplacar su ira, mi garganta está seca y las palabras no me salen. No puedo, parece que he olvidado todo lo que creía saber. Dios mío, pase tanto tiempo repasando un buen discurso para que cuando llegará este momento, fuera algo más simple de dirigir y ahora... todo se arruino y aquí estoy yo, pasmada ante mi hermano endemoniado sin poder decir algo que pueda calmarlo.

—¿¡Me crees idiota!? —brama, exasperado, saliéndose de todos los límites de cordura, me arrastra hasta su auto y descolocado en ira, me vuelve agitar preguntándome una y otra vez la razón por la que lo hice.

Al no darle una respuesta que lo saciara, Alex de un manotazo me empuja ocasionando que me estrelle contra la ventanilla del copiloto de su auto. Mi pecho se estampa contra la carrocería y ese golpe hace que me vaya de espaldas contra el pavimento.

Sin embargo, pese al dolor y eso, intento colocarme en pie y cuando lo veo a los ojos me sentí sofocada por la culpa. Hubiera preferido mil veces esos golpes antes de ver toda la desilusión que la expresión de mi hermano. Se ve tan roto, hasta me atrevo a decir que más, que cuando mamá y papá firmaron el divorcio y nosotros los espiamos desde el estudio de la antigua casa Wright, ahora la que había roto su corazón era yo, la única persona en la que confiaba le había mentido.

—¡Me mentiste! ¿Qué paso con eso de sin mentiras entre nosotros? —me reclamo con la voz rota y de sus lindos ojos dos gruesas lagrimas se derramaron sombríamente— Sabes, tu y Mitchell se merecen tal para cual, ambos son capaces de mentir en la cara mientras dicen un te amo.