veinticuatro: juventud (ESPECIAL 28k)

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Era una mañana como cualquier otra en el año 2010

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Era una mañana como cualquier otra en el año 2010. Jeongin garabateaba gatitos y animales tiernos en su cuaderno, mientras que los demás estudiantes hablaban animadamente. Pareciera que el chico de brackets y gafas era el único sin socializar en el aula.

─ Atención chicos, todos a sus asientos.─ exclamó la profesora y todos volvieron a sus lugares.─ el día de hoy ha venido un nuevo compañero desde Australia.

El salón se llenó de murmullos. Jeongin al escuchar el lugar de procedencia del nuevo estudiante levantó su mirada.

─ Hola a todos, soy Christopher Bang, pero mi nombre en coreano es Chan. Es un placer conocerles.

Se presentó el adolescente con aires de despreocupación, sin ningún nerviosismo, no como se había presentado Jeongin el año pasado.

La profesora prosiguió a decir otras palabras las cuales Jeongin no escuchó. Toda su atención estaba fijada en el chico nuevo de cabellos chocolate y delineador negro en los ojos.

El mayor caminó y se sentó en un pupitre que estaba al lado que el de Jeongin.

La profesora por razones desconocidas abandonó el salón por unos minutos y todo el mundo se colocó al rededor de Chan con intriga de conocer más sobre él.

Hubo un momento en el que Jeongin miraba al chico nuevo, este volteó en dirección a él y al notar que le miraba embobado solo le regaló una sonrisa.

Jeongin avergonzado apartó la mirada y continuó comiendo sus papitas con un sonrojo en sus regordetas mejillas.

Ese solo fué el comienzo.

Los días pasaron y poco a poco conoció más acerca del australiano, pero no por acercarse a él y hablar, oía sus conversaciones con los demás y observaba su actitud.

Nunca fueron muy cercanos, hasta que una catástrofe sucedió.

Jeongin caminaba por los pasillos con su tableta de chocolate y su lata de coca cola, la merienda perfecta según él, pero al tener las trenzas de los zapatos desatadas, se tropezó cayendo encima del popular Australiano.

La camiseta de Chan terminó empapada por la coca cola del coreano. Jeongin no pudo evitar llorar al notar lo que había hecho y la tensión que emitían las chicas que acompañaban a Chan a todo lugar, menos mal que el Australiano pudo controlar a esas locas y tener una conversación tranquila con Yang diciéndole que no tenía que preocuparse.

Allí fue cuando descubrió lo buena persona que era Chan y sus valores.

Semanas más tarde siguió observándole, era lo único que se atrevía a hacer, porque si llegaba a hablarle luciría como una gelatina temblando.

bebé; chaninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora