Pausa.

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Había pasado una semana desde que salí corriendo de la casa de Stephen; fueron días algo difíciles pues al principio esperaba que Stephen no recordara lo que sucedió; sin embargo, me percaté de que eso no había sido posible cuando él comenzó a dejarme mensajes pidiendo hablar conmigo y cuando no los respondí comenzó a llamar pero tampoco contestaba. Sabía que era infantil lo que estaba haciendo, que no podría evitarlo por siempre y eventualmente tendría que hablar con él sobre lo sucedido; pero temía lo que pudiera decir y lo que pudiera suceder, tenía miedo de las consecuencias que traería el haberlo besado.
Me sentía extremadamente confundida; las palabras de Stephen antes de besarme aún giraban en mi cabeza... "yo podría amarte". También dijo que podría salir herida pero yo no lo creo posible. Y por eso lo besé. Yo lo había besado, yo había empezado esto. ¿Entonces por qué siento que estuvo mal? ¿Por qué aún tengo una extraña sensación en el estómago que no me permite dormir por las noches? ¿Sería culpa? ¿O tal vez arrepentimiento?
Entré en una lucha interna conmigo misma cuando dejó de llamar y escribir; una parte de mí pensaba que eso era lo mejor, la otra lamentaba que dejara de buscarme pues a pesar de que era lo que deseaba en un principio después de el segundo día que no supe absolutamente nada de él mi paranoia hizo acto de presencia y empecé a creer que me odiaba, lo que solo me llevó a una tristeza profunda al pensar que lo había perdido.
Hoy era el tercer día sin saber de él y estaba indecisa, ¿debería llamarlo? No. No lo haría. Ni siquiera mis pensamientos auto destructivos lograron hacer que perdiera mi cobardía y lo llamara.

Decidí que lo mejor sería distraerme con otra cosa así que tomé un libro "antiestrés" para colorear que había comprado unos meses atrás y lo abrí en la segunda página, en realidad era la segunda vez que lo tomaba para colorearlo así que por eso no había avanzado tanto, pero con la ansiedad que cargaba estos días y el estrés que me generaba estoy segura de que avanzaría al menos cinco páginas. Busqué mis colores y acomodé las cosas en mi escritorio, tomé mi teléfono y lo conecté a unas pequeñas bocinas, luego escogí la playlist que escuchaba cuando necesitaba relajarme y pulsé el botón para que se reprodujera de manera aleatoria. "3 nights" de Dominic Fike empezó a sonar y una sonrisa involuntaria apareció en mi rostro, era de mis canciones favoritas así que comencé a cantarla mientras me sentaba para iniciar con mi pequeña terapia.

Cuando ya iba por la mitad del dibujo, unas cuantas canciones después, mi teléfono comenzó a sonar y mi corazón se aceleró con la posibilidad de que fuese Stephen quien llamaba. Lo dejé sonar unos segundos, luego lo tomé entre mis dedos, desconectándolo de las bocinas; solté el aire que en algún momento retuve cuando vi el nombre de Wendoline, mi mejor amiga, en la pantalla.

- Hola Wen - hablé cuando contesté por fin.
- ¿Se puede saber por qué no sé nada de ti desde hace una semana? - me reprochó ella, la última vez que hablé con ella fue el día después de lo de Stephen pero no le había contado nada de eso, por alguna razón quería que eso se mantuviera en secreto todo el tiempo posible; quizás era porque creía que si nadie lo sabía fuera de nosotros dos, era más fácil hacer como si jamás hubiera sucedido y sería más rápido olvidarlo.
- Lo siento, he estado algo... ocupada.
- A mí no me puedes mentir, Cora, sucede algo más; tú sueles mensajearte conmigo todos los días y esta semana con suerte recibo un solo mensaje tuyo - no dije nada, no estaba segura de querer hacerlo y después de unos segundos de silencio Wen volvió a hablar -. Cora, ¿qué pasa?
- No es nada, en serio.
- Cora... - sabía que no podría escondérselo más, tarde o temprano me haría hablar, también sabía que podría ser bueno hablarlo con alguien y pedir consejo así que decidí hacerlo pero no lo haría por teléfono.
- ¿Crees que podamos vernos hoy?
- ¿Te parece bien la cafetería de siempre? - y no necesitaba más, eso era un sí de su parte.
- Sí, ¿en una hora está bien?
- Perfecto.
- Llama a Madeline también, dile que es una emergencia - Madeline era mi otra mejor amiga, éramos como los tres mosqueteros, nos confiábamos absolutamente todo, no había algo que una desconociera de la otra. Tenerlas a las dos era perfecto cuando de consejos se trataba, pues aunque coinciden en la mayoría de los consejos, a veces difieren y eso ayudaba a ver las cosas desde otro punto de vista y, de algún modo, a saber que contabas con más de una opción.
- Hecho - colgamos las dos y me dispuse a salir de la pequeña burbuja "protectora" en la que me encontraba. Dejando mi libro "antiestrés" para colorear a un lado, me levanté del escritorio de mi habitación para ir a tomar una buena ducha ya que me sentía asquerosa, eran las 6 de la tarde y yo no me había bañado desde la mañana del día anterior, pero solo porque no había salido para nada; menos ahora que estaba de vacaciones.

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