Las cárcel de Oviedo será el destino final de todos los hombres y mujeres que defendieron con ahínco un ideario más que justo. Finalmente, en 1936 una digna representante en cortes como lo fue Dolores Ibarruri. Investida diputada por Asturias en febrero de ese año, libera a los mineros presos en la cárcel de Oviedo. Es la propia Dolores la que abre las celdas, al grito de: "compañeros, a la calle" .
La victoria del Frente Popular no acalla el ruido de sables, en julio de 1936 los militares golpistas se sublevan contra el "Gobierno legítimo" ( como diría mi abuelo Ramiro) .
En pueblos muy modestos como el suyo, la noticia fue que había estallado la guerra, los hombres no tardan en ser llamados a filas y los instintos mas bajos del ser humano aparecen, ensañándose contra los que piensan diferente. La miserabilidad humana afloró, en la peor de las imperfecciones humanas: la envidia. Los curas fueron leales feudatarios del fascismo, sus iglesias se convirtieron en una prolongación de los cuarteles de la guardia civil. Los curas, lacayos de las fuerzas represoras, denunciaron a todos aquellos Rojos, ni se molestaban siquiera en comprobar la veracidad de los hechos. Sus asesinos sedientos de sangre, los ejecutaban sin ningún miramiento. Las disputas por lindes, se saldaron con falsas denuncias. Como recompensa por ese patriotismo exacerbado, se les otorgaba la propiedad que tanto ansiaban.
Una historia que me contaron mis abuelos, fue la de un chico joven, que toco en la armónica, una canción prohibida, él seguramente ni sabía lo que tocaba. Fue tal el revuelo, que preso del pánico se dio a la fuga, tuvo la mala suerte de coincidir con un vecino falangista, que al relatarle los hechos le ofreció ayuda, juntos llegaron al pueblo y una vez allí lo entregó a sus captores que lo ajusticiaron, tenían 18 años.
Nunca supe que interpretó ese chico, me imaginé que sería la Internacional, o el Himno de Riego. Mi abuelo Ricardo tocaba el acordeón y la armónica, entre su repertorio se encontraba el Himno de Riego, era muy pequeña cuando me enseñó tanto la letra como a tocarlo en el acordeón.
Los vencedores nunca les perdonaron a los subyugados el coraje, la gallardía y el aplomo, con el que defendieron sus ideales. No por el hecho en si de abanderarlos, si no, por la osadía de enfrentarse sin temor a la iglesia, al patrón, a los caciques que los desgobernaban, estos últimos, cancerberos a las ordenes de sus amos.En honor a todos los que defendieron unos ideales, que también son los míos, interpretaré una de las canciones que mi abuelo Ricardo me enseño en el acordeón, desde que me él me dejó, nuestro viejo Parrot ya no suena igual.
Si los curas y frailes supieran la paliza que van a llevar, subirían al alto cantando,
Libertad, Libertad, Libertad.
Si los reyes de España supieran la paliza que van a llevar, saldrían de España cantando,
Libertad, Libertad, Libertad.
La reina es una puta, el rey es un cabrón,
son los dos maricones que arruinan la Nación,
Un republicano subió al monte a cagar, pasó por allí un cura
y se tuvo con que limpiar.Tibi gratias ago: A mi amiga Ana Belen, por ayudarme con el video. Sin ti, no hubiera podido hacerlo.
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Al Bando Vencido
Ficción histórica"Mi abuelo me conto, que durante la República estaba prohibido pedir y dar limosna, porque humillaba al que la pedia y envilecía al que la daba". *Dedicada con todo mi cariño a mis abuelos: Ricardo y Ramiro ( lo bueno que hay en mí, es vuestro) y a...