Unos minutos más tarde escuché que Harry detenía el auto y se bajaba de él.
-Harry no me dejes sola, no veo nada.- dije empezando a preocuparme al no escucharlo cerca.
-Tranquila estoy acá, nunca te voy a dejar preciosa.- respondió abriéndome la puerta y ayudándome a bajar.
-Gracias.-susurré sinceramente- ¿Y bien, ya puedo saber dónde estamos?
-Por supuesto.- contestó desatándome el pañuelo.
-Aaaahhh ¡Un parque de diversiones! ¡Que lindo!- exclamé abrazándolo.
No se si de alguna forma se había enterado que amo los parques de diversiones o simplemente había sido casualidad que me llevara ahí pero me encantó la sorpresa. El lugar estaba lleno de alegría: había música, gente riendo y millones de coloridos juegos.
Parecíamos dos niños pequeños, jugando y riendo por el parque sin ninguna preocupación. Me sentía muy cómoda con Harry, como si fueramos amigos hace años. Además me divertía mucho con él. Ya nos habíamos subido a casi todas las atracciones, solo nos quedaba la montaña rusa y la rueda de la fortuna.
-¿Qué quieres hacer ahora?
-¡Vamos a la montaña rusa!- contesté agarrando su mano y haciendo que camine hacia la fila.
-Emm ¿segura? ¿no preferís ir a la rueda de la fortuna?
-¿Qué pasa Styles? ¿No me digas que le tenés miedo a las montañas rusas?
-¡Claro que no, vamos!- dijo haciéndose el valiente.
Después de subirme a la montaña rusa, en la que no pude parar de reír porque Harry gritaba como un loco, me dio hambre así que le pedí que vayamos a comprar algodón de azúcar.
-Mmm. Dejame pensarlo, te lo compro a cambio de algo. ¿Qué te parece?
-Está bien, ¿a cambio de qué?
-Cuando se me ocurra algo te lo digo.- dijo fingiendo una sonrisa malévola.
Terminamos de comer y fuimos a subirnos a la rueda de la fortuna pero mientras estábamos arriba no se qué pasó y se quedó trabada. La vista desde ahí era hermosa pero igualmente esperaba que empezara a funcionar rápido porque no me gustaba la idea de quedarme ahí para siempre.
-Me parece que todavía me debes algo.-dijo Harry sonriendo inocentemente.
-¿Ah sí? ¿Y cuándo pensás cobrármelo?
- Creo que ahora sería un muy buen momento.- contestó aproximándose a mí hasta que quedamos separados por apenas unos milímetros. Tenerlo tan cerca no me dejaba pensar con claridad y mucho menos hablar.
-Yo también lo…-comencé a balbucear pero sus labios presionaron los míos y no pude seguir hablando. Notaba su sonrisa mientras nos besábamos.
-Clara, te amo ¿Querés ser mi novia?-dijo alejándose de mí solo lo suficiente para poder hablar y mirarme a los ojos.