9:34 am

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—¡Ash!— grito nervioso, aterrorizado y voltea la mirada asustado— …cuidate mucho— digo con lágrimas en los ojos.
—Si— da media vuelta nuevamente.
—¡Te estaré esperando… en él balcón!

Solo quiero correr y abrazarlo pero sé que se alejara si intento acercarme.

—Ahí estaré… lo prometo.

Hace puños sus manos y corre. Solo puedo mirarlo escapar del edificio.

Una vez me dijiste que no querias mancharte más las manos. Y que tenias el deseo de ser libre de todo lo que te aquejaba. Yo no puedo entenderlo. Realmente no puedo. Se, que no podría soportar vivir en un mundo como el tuyo, pero sé que tú puedes hacerlo en el mio; es por eso que quiero llevarte lejos, en donde el peligro no sea excusa para ser dichoso. Quiero que vivas lejos de todo y de todos los que te lastiman.

Ash… por favor, regresa a mi lado… Dios… cuidalo… te lo imploro, no dejes que nada le pase, quiero verlo una vez más…

Me tiro a llorar en el pasillo abranzadome y aferrandome a su recuerdo. Solo… quiero verlo…

 Solo… quiero verlo…

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—Dispara.
—¡Papa!— grita Arthur sacando una navaja de entre sus ropas.
—Bajala— dice al momento que hace una seña con la mano— Bien, hazlo, si eso te hace sentir mejor dispara, pero, antes de que lo hagas, tu amigo tendra tres disparos en la nuca.

Me quedo helado y bajo el arma.

—Ash, creí que lo habías comprendido. Tu eres de propiedad. No puedes contra mi. Y no permitire que escapes a ningún lado. Yo te cree, yo te puli, YO TE HIZE LO QUE ERES AHORA ¿Y ASÍ ME PAGAS PUTA?— su mano se estampa contra mi mejilla y de inmediato caigo al suelo— Te trate mejor que los demás, te protegi y te di mejor educación y clase. No eres más que un perro malagradecido.

La rabia se acula en mi, la impotencia de no poder protegerlo me come por dentro.

—Yo decido cuando acabar contigo. Yo soy quien tiene la última palabra.
—Entonces…— digo poniéndome de pie— matame… ¡MATAME BASTARDO! ¿DE TU PROPIEDAD? ¿TODO LO QUE SOY ES GRACIAS A TI? ¡¡Y UNA MIERDA!! SIEMPRE ME TRATASTE CON LA PUNTA DEL PIE MIENTRAS LOS CERDOS ABUSABAN DE MI PARA QUE COMIERA UN PEDAZO DE PAN, SIEMPRE HE SIDO UN JUGUETE, NO TENGO VOZ, NO TENGO DERECHO A OPINAR. TODOS LOS DÍAS, UN HOMBRE DIFERENTE LLEGABA AL DEPARTAMENTO Y ME DESTROZABA EL ALMA. TANTAS VECES INTENTE MATARME, PERO SIEMPRE LO IMPEDIAS. NO SABES CUANTO ABORREZCO ESTA VIDA, Y CUANTO HE ANHELADO LA CÁLIDA MUERTE, PORQUE PARECÍA TAN ACOGEDORA VIVIENDO EN ESTA MISERIA…
—Oye— Dino frena el paso de Arthur.
—Matame ya…— me arrodillo frente a el llorando— matame… pero déjalo ir… él no tiene nada que hacer aquí…
—¿Tanto significa para ti que quieres morir en su lugar?— cuestiona sorprendido.
—Si…
—Bien— toma la navaja de Arthur y me toma de la barbilla— Adiós precioso Jade.

Cierro los ojos, brotando de ellos un mar de lágrimas, pero sonriendo, sabiendo que él estara a salvo.

—¡POLICÍA NO SE MUEVAN!

Judiciales entran a la habitación tomando a Dino y los guardias.

—¡Arthur!— grito tratando de alzar mi arma para evitar que escape pero un oficial me toma del brazo.
—Ash, tranquilo, no escapará, tenemos todo el perímetro rodeado.
—Charlie…
—Llevenselo, al fin tenemos las suficientes pruebas para acusarlo de una red de pedofilia.
—¡Soy Dino Golzine, no saben con quien se meten, sueltenme!

La casa es un lío, judiciales entran, buscan papeles y confiscan todo el equipo.

Después de unos minutos de que mi mente procese toda la situación caigo en cuenta de Eiji. Tomo el arma y salgo de la habitación.

—¡Ash, no puedes irte!
—¡Eiji esta en peligro, pueden matarlo!— grito destrozado con prisa por salir.
—Pero…
—Señor, Arthur escapó— menciona un oficial.
—¿Qué? Es imposible.
—Logro burlar las patrullas, ¿que hacemos?
—¡Va tras Eiji!
—¡Ash, espera!

Eiji… Eiji… Eiji… ¿donde estás?
Salgo apresurado de la mansión recorriendo el metro directo al aeropuerto. Entonces recorde… miro la hora; 1:56 pm, él debe estar en casa, esperándome en el balcón.

Salgo como una bala del metro, corriendo con todas mis fuerzas hacia mi departamento.

Eiji… perdoname si mancho mis manos una vez más, pero…

Un estruendo se escucha justo en la esquina y antes de que me de cuenta, mi costado derecho no para de sangrar.

Volteo la mirada y de un tiro justo en la nuca diparo hacia Arthur, quien cae al suelo.

Me llevo la mano, apretando fuertemente sobre la herida y continuo caminando hasta llegar a mi habitación.

Eiji… perdoname si mancho mis manos una vez más, pero… realmente quiero verte.
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¡La próxima semana capítulo final!

En el balcónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora