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Es… la sensación más extraña que ha llegado a mi cuerpo. Una mezcla de terror y melancolía.
Dos disparos sonaron al tiempo que daba la media noche. Sobre el oscuro balcón de Ash, la luz no se hace presente, no hay signos de que este ahí.

Es bastante tarde, y no se donde estás.

Si tan solo hubiera podido decir algo diferente esta mañana, quiza no te habrías ido.

Pude ver el dolor que te causaba la partida. Y tu mirada reflejaba una tristeza insoportable al punto de hacerte llorar.

Siempre se que estas tranquilo cuando algo está mal, tratas de no preocuparme, pero… me haces sentir tan culpable.

Me levanto de la cama y salgo al balcón. La noche es cálida, tranquila y un olor dulce circula por el aire.

Odio admitirlo, pero, nunca antes, una noche tan traquila me ha parecido tan amarga. Ash… prometiste volver… yo estaré esperando aquí… por ti… siempre… lo prometo.

Apoyando un brazo con la pared y el otro presionado sobre mi herida, subo por las escaleras

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Apoyando un brazo con la pared y el otro presionado sobre mi herida, subo por las escaleras.
Un camino de sangre puede verse desde la calle.
Mi respiración está tan agotada, y el dolor es insoportable.

La noche parece tan larga… no consigo llegar a mi puerta.

Después de un tiempo, y haciendo un último esfuerzo, llego hasta ella y entro.
Caigo rendido sobre el suelo y arrastrandome consigo tomar un par de vendas que envuelvo sobre mi cintura.

Se que es momento de rendir cuentas. Pero para ser honesto, nunca escape de la muerte, no tengo mieda de ella, pero, ahora que está frente a mi… quiero salir corriendo.

Me visto con lo primero que encuentro. Me levanto y trato de parecer tranquilo aunque el dolor me consuma por dentro. Camino hasta la ventana y al abrirla, justo en frente, como prometiste, estás esperando por mi.

—Hola, Eiji— digo al momento que tomo una silla y me siento recargado mis brazos sobre el balcón.
—Ash…— se limpia las lágrimas de las manos y sonríe— sabía que vendrías.

—Ash…— se limpia las lágrimas de las manos y sonríe— sabía que vendrías

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Se ve tan pálido y débil. Se sienta sobre una silla y recarga la cabeza en sus brazos mientras me mira sonriendo.
Cojo una silla y de igual manera me coloco frente a él.

No hablamos, realmente no hace falta decir nada.

—Eiji… ¿tienes los boletos?— interrumpe el silencio entre ambos.
—Si, tengo todo listo.
—Le alegro mucho… quiero ir contigo a Japón.

Algunas lágrimas se asoman en sus ojos, pero rápidamente agacha la mirada.

—Oye Eiji, ¿porque no miramos el amanecer juntos? No queda mucho para que el sol aparezca. Y cuando salga… podemos… — se queda un silencio un instante— podemos irnos. ¿Que piensas?
—Si… no hay problema.

El tiempo comienza a avanzar. La oscuridad comienza a convertirse en luz.

—Oye, torpe japonés… — dice mirándome cansado, con dificultad— me gusta… la comida que preparas.

Tras su declaración, comienzo a llorar.

—Y me gusta… el acento ridículo que tienes por las mañanas al despertar… o cuando inflas las mejillas porque estas molesto… adoro todos tus gestos…
—Ash…
—…Yo… puedo decir… que siempre he adorado cuando tus manos tocaban mis cabellos… era lo más cálido que he sentido… y estoy seguro que… solo por eso… fui afortunado… tu eres… lo mejor que tengo en esta porquería de vida… gracias por estar conmigo… Okumura… Eiji…— una sonrisa se dibuja en sus labios mientras mira hacia el amanecer.

La luz entra por los edificios y nuestros rostros brillan con la calidez.

—Puedo decir…— pronunció sollozando— que eres mi primer amor— me mira sorprendido— y que nada estará completo hasta que lo comparta contigo. Y que adoro todo tu ser… y que me siento afortunado de ser yo a quien quieras, aunque sea un torpe japonés que no pueda hablar bien el inglés.

Ambos lloramos mientras el sol avanzan hasta quedar completamente iluminado el cielo.

—Eiji… tengo mucho sueño. ¿Esta bien si duermo antes de irnos?
—Si…— digo llorando.
—Entonces… te veré después…— sonríe con el último esfuerzo.
—Descansa… Ash…

Y cerrando sus ojos, su cuerpo recargado sobre el balcón quedo tranquilamente, como si tuviera un sueño largo y placentero.

—Soyounara… Ash.

Pronunció al tiempo que recargo la cabeza en el balcón para después quedarme sumergido en un profundo sueño, justo frente a él.

En el balcónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora