Capitulo 16

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Tres semanas atrás.

El hombre vestido impecablemente de Armani cruzó la gran puerta de vidrio de La Corporación WAC. En ese preciso momento, varias cabezas se giraron para observar al desconocido que acababa de entrar. Los hombres lograron sentir una punzada de envidia y las mujeres una punzada de calor invadiéndoles el cuerpo.

Se veía cruzar diariamente personas vestidas elegantemente por aquella puerta, pero jamás habían visto a una persona que al caminar se mostrara tan decidida y segura de sí misma que lograba reflejar todo el poder que tenía en sus manos. Las curiosas miradas lo siguieron hasta que finalmente entró en el ascensor.

Su parada era el piso catorce, pero se detuvo en el piso tres en el que entró una morena bastante atractiva de piernas largas y piel bronceada. Le dedicó una sensual sonrisa que el hombre respondió de igual manera. El ascensor se detuvo en el piso onceavo el cual era la parada de la joven mujer, pero antes de irse se agachó a recoger un papel que había en el piso y se lo entregó al sujeto.

–Se te cayó –dijo con su voz aterciopelada.

El hombre le dio las gracias mientras miraba como se movían esas piernas largas bajo la pequeña falda. Observó el papel y vio que tenía un número telefónico y el nombre Iu en manuscrita.

Sonrío para sí mismo.

El elevador se detuvo finalmente en el piso catorce. Las puertas se abrieron y el hombre siguió caminando como si fuera el mismísimo dueño de la empresa.

Se detuvo en el momento en el que vio a la secretaria pelirroja que revisaba unos papeles.

Se acercó a ella pero no le dirigió la palabra primero.

–¿Qué necesita? –preguntó la mujer levantando la vista hacia el hombre que parecía un modelo de Calvin Klein.

–Soy Choi Jungnu –informó.1

La pelirroja abrió los ojos como plato y dejó inmediatamente de lado lo que estaba haciendo y se arregló la camisa ajustada que llevaba puesta. También se acomodó un mechón de pelo.

–Señor Choi... lo lamento –se disculpó un poco avergonzada–. Eh... viene por una cita, ¿verdad?

El hombre rodó los ojos y frunció el ceño.

–Que incompetencia. Por supuesto que vengo por una cita, señorita –recalcó la última palabra con una gota de sarcasmo.

La mujer pareció ponerse más nerviosa aún. Su labio inferior le temblaba ligeramente y sus manos revolvían nerviosas los papeles esparcidos por la mesa.

–El Señor Wang puede verlo de inmediato... –comentó en un hilo de voz.

–Gracias.

El hombre cruzó la puerta de vidrio polarizado y luego la cerró tras él.
El empresario sentado detrás del escritorio de madera despegó su mirada de su portátil y la dirigió hacia el hombre que acababa de entrar.

–Señor Choi –habló.

–Señor Wang.

Jackson Wang esbozó una sonrisa y le invitó a tomar asiento, a lo que Choi Jungnu aceptó de inmediato. Jungnu se sentó en frente de Wang y se acomodó en la silla aterciopelada.

–Le puedo ofrecer un whisky, ron, coñac... ¿le gustaría algo? –preguntó Wang, tratando de sonar amable frente al poderoso hombre que estaba en frente suyo.

–Me gustaría que cerraras tu maldita boca y me escucharas. ¿De acuerdo? –dijo con una tranquilidad que llegaba a asustar.

Wang lo miró perplejo con el ceño levemente fruncido. Parecía que iba a decir algo pero cerró la boca en el acto. Se acomodó en su sillón de empresario y palpó con su mano por debajo del escritorio en donde estaba el botón de emergencia.

–Cuidado galán. Yo que tu no lo haría. –habló el hombre mostrando un revólver por encima del escritorio.

Jackson Wang pareció tragar fuerte y alejó su mano del escritorio. Su garganta se había vuelto tan seca como un desierto y la respiración se le estaba tornando errática.

–¿Qué quieres? –habló el incipiente empresario tratando de que su voz sonara firme, cosa que no resultó.

El hombre se paró de la silla y aún apuntándole con el arma, caminó hasta donde estaba el licor. Se sirvió un poco de whisky en un vaso y se volvió al hombre.

–No hay hielo. –dijo como si escupiera sobre la persona de Wang.

–N-no... –titubeó nervioso–. ¿Me vas a matar...? –gotas de sudor le estaban perlando la frente y su voz ya no sonaba como la misma de hace dos minutos.

Choi Wang soltó una carcajada y miró al hombre con gracia, como si le estuviera haciendo un show de comedia.

–¿Matarte? ¿A ti? ¿A una rata tan insignificante como tu? –volvió a reír estrepitosamente–. Buen chiste, hombre –sonrió con sorna y le dio un sorbo a su whisky–. No quiero matarte. Es muy sencillo. Lo que quiero es que tengas tu merecido.

Wang parecía un pollito recién nacido tiritando de miedo, el sudor corría por su mejilla y su mirada estaba cargada de temor.

–Me harás socio de esta basura de empresa, dándome el 70% de los ingresos. Te preguntarás por qué demonios harías eso. –El hombre se acercó y su mirada café se tornó negra y sombría–. Porque si no comenzare a asesinar a cada ser querido que tienes. Comenzando por la golfa que tienes por secretaria. ¿Entendido, galán?

El pollito asustado que era Wang en ese momento estaba a punto de chillar como una pequeña niña y correr por su vida. Un psicópata había entrado en su despacho y lo había amenazado con matar a sus seres queridos si no lo hacía socio... ¡que chiste! ¡de seguro era una broma!
Pero no. No lo era.

–Y ni se te ocurra de llamar a la policía porque la segunda en morir puede ser tu encantadora madre que vive en el sur de Incheon. Así que, querido socio imprima de inmediato un contrato en el que se especifique lo que le solicite. Dígale a su abogado de inmediato. Yo espero. Tiempo es lo que más tengo –sonrió placenteramente y le volvió a dar un trago a su whisky que a pesar de no tener hielo le sabía delicioso.

N.A: Quien sera ese Choi? 😏🧐

El Espectáculo (Rosekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora