Capítulo 6

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Jake
Al fin, al fin pude lograr hablarle a ella. Su llegada tarde y verla enojada fue un buen pretexto, claro que corría peligro en ser hospitalizado. Una mujer enojada es más peligrosa que dormir bajo las garras de un león.

Y si eso fuera poco, después almorzamos juntos en el receso. Ella chocando conmigo, ver esa mirada desorbitada al ser tumbada, me encantó.

Y hoy, bueno acabo de pasar dejándola a su casa. Tengo dos puntos a mi favor, ya tuve una cita con ella y además ya sé dónde vive.

Mi teléfono vibra, es mi tía al teléfono. Deslizo el dedo y contesto.

- ¿Hola?

- Jake, cariño. ¿Dónde estás? Te necesito. - Su voz suena algo desesperada.

- ¿Pasa algo, tía? Ya voy de camino, salí a tomar un café.

- Oh, mi muchacho decidió comenzar de nuevo. - ahora su voz, suena más calmada.

- Sabes que no me gusta hablar de eso, aún siento que la herida no está del todo cicatrizada, más sin embargo, quiero arriesgarme. Ella, ella... ella tiene algo que me cautiva - suelto un suspiro.

- Hemos hablado miles de veces acerca de esto, Jake. Y sabes que cuentas conmigo, sabes que a parte de ser tu tía, tu encargada, soy como tu madre.

- Lo sé, lo sé y agradezco todo lo que haces. Pero ya dejemos de hablar de esto. ¿Cuál es la emergencia? Ya casi llego.

- Aquí hablamos, te he repetido un millón de veces que no uses el teléfono mientras manejas, ¿Sábes cuántos accidentes ocurren al año por utilizar el teléfono mientras se maneja? - y aquí vamos de nuevo.

- Tía, fuiste tú la que me llamaste, tenías una emergencia.

- Cómo sea, te he dicho que no lo uses.

- Vuelvo y te repito, tú me lla-mas-te.
Amo a mi tía, pero me saca de quisio muchas veces, ¡Mujeres señores, mujeres!

- Y sigues con teléfono, cuelga ya Jake - su voz ahora es chillante, irritante. Me espera un buen sermón al llegar.

- Okaaaay - cuelgo y tiro el teléfono al asiento del copiloto, al mismo tiempo que ruedo los ojos, como si ella pudiera verlo.

- Idiota Jake, eres un idiota - doblo a la izquierda, avanzo un par de calles más, estaciono, apago motor y la señora Monteau ya me espera en la entrada de la casa, con sus manos en la cintura y su característico zapateo constante.

Jessica
El resto de la semana estuvo tranquila, claro sin añadir a Laura y su constante voz chillante pidiendo que le cuente cómo me fue con Jake.

- Aún no me cuentas, Jess - la pelirroja lima sus uñas.

- Lau, es la décimo quinta vez que lo hago - hago una sonrisa de oreja a oreja pero sin enseñar mis dientes.

Ella rueda sus ojos y deja su lima a un lado.
- Por favor, Jessica. Nunca será suficiente si de escuchar de tus citas se trata. Mujer, estás creciendo y no quiero perderme nada - la reina del drama hace su actuación.

- No exageres, no es la gran cosa.

- ¡¿Que no es la gran cosa?! - su cabello se alborota y sus manos son alzadas al aire.

- Baja la voz - digo, viendo cómo todos en cafetería dirigen sus miradas hacia nosotras.

- No, a mí no me callas - ahora la loca se encuentra levantada de su asiento y se para en la banca y grita a todo pulmón.

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