CAP. 3 : NUEVOS COMPAÑEROS

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- CAPÍTULO 3 -

Narra Guillermo :

La semana había transcurrido lenta y pesada como una losa, mi hermana se había despedido de sus amigas tristemente para irse a vivir con mis abuelos.

Era Viernes y nos escontrábamos en el tren de camino al pueblo. Mi hermana miraba a través del cristal el poco paisaje que se podía ver a causa de la escasa luz que había en el exterior, ya que estaba anocheciendo.

Mis abuelos vivían en un pequeño pueblo de montaña cerca de Asturias, por lo que había varias horas de viaje desde Madrid. Largas y pesadas horas en las que mi mente no dejaba de dar vueltas.

No quería separar a mi hermana de mi lado, no quería quedarme solo. ¿Pero qué podía hacer? Nada, absolutamente nada... Al menos tenía la certeza de que mi hermana estaría bien con mis abuelos. La querían con locura, mi abuela siempre decía que era la viva imagen de mi madre, y tenía toda la razón.

Pasaron un par de horas y el tren se detuvo. Cogí las maletas de Carol y salimos por la puerta. Busqué a mis abuelos con la mirada, estaban sentados en un pequeño banco de la estación.

- ¡Cariño! - Dijo mi abuela levantándose al verme.

- Hola abuela - Y comenzó a llenarme de besos.

- ¡Carol, que grande estas desde la ultima vez que te vi! - Le dijo mi abuelo a mi hermana.

- Gracias abuelo... - Contestó ella con una sonrisa un poco forzada.

- Venga, vamos a casa, todavía queda un rato hasta llegar y es tarde ¡Tendréis que estar muertos de hambre! - Comenzamos a caminar en dirección al aparcamiento.

Cuando llegamos hasta la acogedora casa de mis abuelos ya eran las once de la noche. Dejé las maletas de mi hermana en mi antigua habitación... No había cambiado nada, todas las figuras, todos los posters... Todo estaba allí, tal y como lo había dejado.

- Tendré que darle un toque femenino a esta habitación... - Dijo mi hermana.

- Bueno, bueno... Tu no tires nada ¿eh? -

- Vale, pero la próxima vez que vengas será una habitación totalmente diferente, advertido quedas -

Mi abuela nos llamó para cenar. Los cuatro cenamos juntos mientras charlábamos de temas varios. Rápidamente dió la una de la mañana, mi hermana y mi abuelo se fueron a dormir. Mi abuela se quedó en la cocina recogiendo los platos y limpiando la misma, mientras que yo, salí a tomar el aire.

Hacía frío fuera, pero me daba igual. A las seis de la mañana saldría el tren que me llevaría de vuelta a Madrid y que me separaría definitivamente de mi hermana.

Me senté en un frío banco que había al lado de la casa. Podía escuchar los grillos cantar delicadamente, las estrellas se veían perfectamente en el cielo de aquel pueblo apartado de todo y de todos.

Sentí como alguien pasaba una manta aterciopelada por encima de mis hombros.

- Vas a coger frío... - Dijo la dulce voz de mi abuela.

- Me da igual -

- Tranquilo hijo, la cuidaremos lo mejor que podamos -

- Lo se abuela... -

- ¿Qué te preocupa entonces? -

- Me da miedo... -

- ¿El qué? -

- Quedarme solo, me da miedo... Que le pase algo y no lo pueda evitar... Que los recuerdos me ahoguen... - Le dije mientras mis ojos se volvían vidriosos.

"El chico de la taquilla 77 " (WIGETTA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora