CAP. 19 : TIEMPOS DIFÍCILES

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Narra Samuel :

- Quédate conmigo Samuel...

Sus palabras se repetían en mi mente como un eco interminable, en un suave y casi inaudible susurro que inhundaba aquel silencio aterrador y abobinable que me invadía. Había perdido la noción del tiempo y todo el dolor que antes había sentido había desaparecido completamente. Solo sentía frío, un frío que calaba hasta la médula y solo había oscuridad, infinita y terrible oscuridad que de pronto, como si acabase de salir de un túnel, se convirtió en un destello blanco y las imágenes comenzaron a sucederse en mi cabeza como un torbellino a una velocidad de espanto. Me invadió una sensación de vértigo hasta que, poco a poco, las imágenes empezaron a moverse más despacio y pude verlas con claridad.

Me vi a mi mismo cuando era pequeño. A mis padres. A mis abuelos. A mis antiguos amigos. Mi viejo colegio. Mis viejos profesores. Aquel tiempo en el que solo me tenía que preocupar de no mancharme la ropa para que mi madre no me riñera, aquel tiempo en que era plena e inocentemente feliz. Pero fue entonces cuando me vi enamorado por primera vez. Como Susy me aconsejaba que hacer. Mi primera cita. Alcohol. Drogas. Sexo. Mi detención. Los llantos de mi madre. La indiferencia por parte de mi padre. El centro de menores. Mi intento de suicidio. Frank. Mis dos años interno. Mi primer día de Universidad. La primera vez que vi a Guille. Sus ojos. Su confianza. Sus labios. Sus palabras... y como antes, todo se volvió blanco... haciéndome creer que, al fin, estaba muerto.

- Te necesito... Quédate conmigo... Por favor...

Me hubiese gustado conocer algo mas del Mundo. Terminar mi carrera. Adoptar un gato. Aprender nuevos idiomas y nuevas culturas. Comprarme una moto. Independizarme por completo. Tener varios hijos y verles corretear por la casa o por el parque. Aprender a cocinar decentemente. Despedirme de Frank y decirle que todo saldría bien... pero sobre todo, me hubiese gustado haber podido responder para decirle todo lo que me había callado durante tanto tiempo. Hacerle saber que me había enamorado perdidamente de él, que yo también le necesitaba, al igual que necesitaba saber que era feliz y que estaba bien, que quería abrazarle y besar sus labios hasta desgastarlos... que simplemente, le quería.

...

- Le perdemos, le perdemos. Su presión cardiaca es muy baja - Una luz blanca me cegó completamente hasta que desapareció y pude distinguir tres hombres con mascarillas. Pestañée pesadamente, el dolor había vuelto.

- Sus pupilas responden, está consciente - Comentó uno de ellos. Supe que estaba tumbado en una camilla y tenía un tubo en la boca que me proporcionaba oxígeno.

- Anestesia, rápido. Hay que sacarle las balas - Me inyectaron un líquido transparente en la vía que iba conectada a mi brazo derecho y poco a poco, dejé de sentir aquel dolor que me atravesaba el abdomen de lado a lado. ¿Por qué estaba consciente?

- Visturí - Escuche un leve sonido metálico pero no sentí el corte sobre mi piel - Están muy al fondo, no las veo.

- Su presión cardiaca sigue bajando, señor - Todo se distorsionó a mi alrededor, algo no iba bien.

- Tengo una - Suspiró - Creo que no hay ninguna arteria cortada.

- Señor - Vamos, aguanta Samuel... Aguanta... No te dejes vencer ahora.

- Donde estáis hijas de puta... - Hubo un pequeño silencio - ¡Las tengo! Las tengo... - Un pitido continuo y ensordecedor invadió la sala. Todos se quedaron en silencio, como si nadie se esperase aquello y de pronto, todo desapareció convirtiéndose, de nuevo, en una fría oscuridad.

- No tiene pulso.

- Descarga a veinte, vamos. No podemos perderle ahora.

- Uno, dos, tres... Nada - Una descarga me recorrió desde el pecho hasta todas las partes de mi cuerpo, haciéndome temblar, intentando despertarme.

"El chico de la taquilla 77 " (WIGETTA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora