CAP. 14 : CONSEJOS Y REVELACIONES.

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Narra Guillermo :

- Todos necesitamos a alguien que esté pendiente de nosotros alguna vez -

- Pero yo no tengo a nadie... -

Estaba sentado en el sofá, con las piernas dobladas y las rodillas contra el pecho. Mi respiración era tranquila pero mi cabeza no dejaba de dar vueltas y me dolía por la resaca. Tenía la mirada perdida en algún punto de la pared. Era Lunes, tendría que estar en la Universidad pero no, aquí estaba, pensando, reflexionando... Habían pasado tantas cosas en tan poco tiempo...

- Me tienes a mi... -

Sus palabras me atormentaban desde que las dijo, se repetían en mi mente sin control, sin piedad, destrozando todo a su paso junto a la imagen de sus labios sobre los míos, suaves, perfectos... Pero luego recordaba sus ojos aterrados, confundidos, arrepentidos... ¿Por qué, por qué tuviste que hacerlo? Y una mano en mi hombro me sacó de mis pensamientos. Salté sobre el sofá con la piel erizada y me di la vuelta rápidamente para encontrarme con él.

- ¿Qué haces aquí? - Preguntó.

- Lo mismo podría preguntarte yo - Le contesté.

- También es mi casa -

- Lo mismo digo - ¿Por qué estaba tan enfadado con él?

- Oh venga, déjate de juegos -

- Yo no estoy jugando a nada -

- ¿Te pasa algo? - Rodeó el sofá para acercarse a mi a la vez que yo di un par de pasos hacia atrás.

- No te acerques... - Dije casi en un susurro, me temblaban las piernas y los latidos de mi corazón se habían acelerado. Me miró confundido y dio un pasó mas hacia mi - No... - Volví a alejarme. ¿Qué haces Díaz? Me preguntaba mi subconsciente.

- ¿He hecho algo que...? - No dejé que terminara.

- Ya deberías de saberlo ¿no? - Le fulminé con la mirada. Me miró más confundido aún.

- Guille, si necesitas hablar sabes que me puedes contar lo que quieras ¿verdad? -

- Oh, serías el último al que le contaría algo - Bajó la mirada unos segundos hasta que volvió sus ojos hacia los mios, pero esta vez me miraba ¿dolido? - Yo... Yo no quería... -

- Ya me has demostrado todo lo que necesitaba... - Se giró y se encerró en su habitación. Muy bien Díaz, la has cagado.

- Eres tonto... - Susurré para mi. ¿Qué narices haces? Él fue el que te buscó, el que te dejó su chaqueta aunque ya estabas empapado, el que te consoló, el que te ayudó, el... El que te besó... Sacudí la cabeza intentando despejarme, ¿por qué tenía que complicar siempre tanto las cosas? Te ha besado, ya está, pasa página, olvídalo, pero... ¿realmente quería olvidarlo?

Hacia las tres de la tarde llamaron a la puerta. Me levanté de la cama perezosamente y fui a abrir. Me encontré con la sonrisa de Laura, que se desvaneció nada más verme.

- Hola... - Dijo con cautela.

- Pasa - Cerré la puerta y caminé hasta el salón.

- ¿Qué tal? - Me dejé caer en el sofá pesadamente.

- No me puedo quejar, tengo un techo, comida... - Contesté.

- Guille... - Me advirtió - ¿Estás bien? Por todo lo de ayer y eso... -

- Nunca podré pasar página... - Dije casi en un murmuro.

- Si podrás - Me sonrió animándome - Y yo te ayudaré ¿vale? -

"El chico de la taquilla 77 " (WIGETTA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora