CAP. 17 : TEMAS DELICADOS

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Narra Guillermo :

Un largo e incómodo silencio invadía la sala. Yo tenía la mirada clavada en el suelo e intentaba disimular mi imborrable y tonta sonrisa de la cara pero me era casi imposible. Me mordí el labio inferior sutilmente, aún sabía a los suyos... ¿Por qué parecía que se me iba a salir el corazón del pecho? Respiré profundamente y levanté la cabeza, ahí estaba, frente a mi. Me miraba con cautela, supuse que esperando mi reacción, ¿pero qué reacción esperaba que tuviese? Ni si quiera yo sabía como reaccionar... Solo sabía que me había encantado, eso era bueno ¿no?

- Guille, yo... - Madre mía, si dijera que estaba harto de escuchar esas palabras sería quedarme corto... Pero ¿qué le digo? ¿La verdad? ¿Y cuál era la verdad? ¿Qué me moría por volver a repetir aquel beso un millón de veces? Tranquilízate Guillermo... Suspiré para mis adentros. Se sincero, es lo mejor. No, no, no... ¿Cómo reaccionará si se lo digo, así, sin más? Tan malo no puede ser... ¿no?

- Lo siento mucho - Habló - No se que debes pensar de mi... - Que besas realmente genial... Pensé.

- Pues... - Me aclaré la garganta - Da igual, no pasa nada... - ¿Por qué es tan difícil decir las cosas?  Me giré para marcharme hacia mi habitación, pero me agarró del brazo.

- Dilo... - Le miré confuso - Dilo, por favor... - Me rogó - Por favor... - Sus ojos apagados y tristes me imploraban. Le acaricié la mejilla con mi mano suavemente y cerró los ojos.

- No creo que haga falta... - Susurré y me acerqué a él para besarle, lenta y suavemente, saboreando sus labios. No se parecía en nada a los besos de papel, muertos y sin sentimientos que me daba David. No. Sus labios me hacían sentir que estaba vivo, ese sentimiento de calidez que había buscado con tanto anhelo y parecía que alguien en mi interior tiraba fuegos artificiales. Nos separamos segundos después y apoyé mi frente sobre la suya. Mi corazón acelerado retumbaba en mi pecho, intentando desgarrarlo para salir de su encierro. Si pequeño, estas vivo... Me dijo la voz interior de mi conciencia.

- Eso ha valido más que un millón de palabras... - Me dijo en un suave susurro acariciando mis oídos con su voz. Me separé unos centímetros de él para ver su sonrisa, que inmediatamente contagió la mía. Me agarró la cara suavemente con sus manos y volvió a besarme, me empujó sutilmente hasta que mi espalda quedó apoyada contra la pared. El beso se volvió mas agresivo y acelerado y nuestras lenguas se encontraron en una lucha por llevar el control de aquella situación. Mis manos acariciaban su espalda y las suyas me acercaban más, si esque era posible, a su cuerpo. Metió una de sus piernas entre las mías y empezó a besar y morderme suavemente el cuello. Y fue entonces cuando su cara apareció en mi mente, atormentándome y recordándome aquel día.

- No. Samuel, para. Por favor. No puedo... - Le dije con un hilo de voz que pensé que no habría escuchado pero me hizo caso, paró al instante y se alejó de mi.

- Lo siento... - Dijo con la respiración agitada - Di por hecho que... - Noté como mis mejillas comenzaban a arder y supuse que estaría más rojo que un tomate.

- Dame tiempo... - Dije con la mirada fija en el suelo.

- Claro... - Me sonrió para tranquilizarme. Suspiré y miré hacia cualquier otra parte que no fuera él...

- Se... Se te ha enfriado el ColaCao... - Me miró divertido.

- Lo volveré a calentar... - Vaya, ¿por qué me parecía que iba con doble sentido? Agarró la taza y se marchó con aire divertido del salón y pocos segundos después me marché yo también hacia mi habitación. Cerré la puerta y apoyé la espalda contra ella para después, deslizarme lentamente hasta quedar sentado en el suelo. Las lágrimas no tardaron en abordarme y rompí en un llanto silencioso que no pude reprimir. ¿Por qué lloraba? Por frustración. Porque aún cuando no estaba delante de mi le recordaba. Veía su cara y me repugnaba, me hacía recordar sus manos aprisionando mi cuello. Sus ojos me observaban desde la oscuridad y me atormentaban, me hacían recordar sus últimas palabras contra Samuel y me entraba miedo. Miedo por lo que pudiera pasar, por lo que le pueda hacer. Suspiré profundamente y me limpié las lágrimas con la manga del pijama. Oportunidad perdida... ¿Cuándo volveré a ser capaz de hacer lo mismo? Volví a suspirar y me mordí el labio inferior recordando los suyos.

"El chico de la taquilla 77 " (WIGETTA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora