Por qué eres Omega, mamá.

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Caesar Anthonio Zeppeli de Joestar, Omega de 65 años, casado y madre de 3 hermosos hijos. Su vida siempre había sido tranquila, desde que se caso y conoció al amor que iba más allá de un querer o de un desear, ellos no eran compañeros destinados, lamentablemente no lo eran pero aún así, contra todo pronostico lograron ser felices a pesar de esas enormes diferencias que los separaban. El destino siempre fue algo a lo que Caesar le jugo en contra desde el momento de su nacimiento, pero nunca se rindió y ahora tenía la vida que siempre había deseado.

  Ahora mismo se encontraba decorando la mesa del comedor con los bellos girasoles que crecían en el jardín trasero, estaban allí por qué siempre les daba bien el sol, tarareaba una pequeña canción mientras daba algunos chasquidos, la vida de ama de casa no le gustaba mucho ya que una vez terminaba los quehaceres se aburría, pero trataba de demorar lo mayor posible para poder tener algo que lo entretenga hasta que su pequeña hija llegara y justo ahora, cuando había finalizado con los bellos girasoles la puerta se abrió, se puso feliz y fue hacía la puerta.

-¡Llegaste Shizu...- vio a su hija llorando y con sus rodillas raspadas, estaba agitada como si hubiera corrido mucho -¿¡Shizuka!?- su voz salió preocupada mientras iba donde la pequeña.

-¡Mamá! ¡Mami!- la pequeña moqueaba y lloraba, abrazando fuerte a su madre, por fin largando un llanto y quejándose por sus rodillas, le ardían.

-¿Qué te paso mi princesa? ¿Qué te hicieron?- Caesar le tomo del rostro mientras le limpiaba las lágrimas, la intentaba calmar para que le explicara que había sucedido. Luego de acunarla en sus brazos unos minutos la pequeña se calmo y sólo hipaba de vez en cuando teniendo lagrimitas. -¿Me vas a decir que te ocurrió mi princesa?- le volvió a preguntar mientras le acariciaba el cabello oscuro con una sonrisa.

-Es que... Jessica dijo que ya no iba a ser más mi amiga...- dio unos quejidos suavecitos mientras se frotaba los ojitos -dijo que tampoco las otras chicas iban a jugar conmigo...- volvió a llorar siendo abrazada por su madre.

-¿Por qué dijeron esas cosas tan crueles?- su voz salía suave y dulce.

-J-Jessica dijo que sus padres le contaron que tú eras Omega... Y que no debían juntarse conmigo por qué... Personas como tú le traía problemas a los demás- lloraba al decir aquello, las lágrimas bañaban su rostro y los ojos le ardían, algo dentro de Caesar se rompió al escuchar eso, su pequeña sufría por su clase ¿Qué tenía de malo ser Omega? ¿Era tan malo ser como él que su hija era víctima de ello?

-Perdóname mi amor... Perdona que mamá sea Omega...- su voz salió algo quebrada, sentía un nudo en la garganta, pero debía ser fuerte por su pequeña.

-¡Si mamá no fuera Omega yo no hubiera nacido! ¡Tú no tienes la culpa de nada!- le tomo del rostro a su madre, mientras negaba muchas veces -yo no sé que es eso de Omegas, Alfas y Betas... Pero no es algo malo mami... Tú no le causas problemas a nadie...- dijo aquello con un pucherito siendo abrazada por su madre, y nuevamente su mamá "llovía" ella sabía que cuando los mayores llovían es por qué acumulaban muchas cosas y como las nubes cuando juntaban mucha agua debían llover -¿Esta bien que mami llueva?-

-Si mi vida, esta bien- le sonrió con sus lágrimas en el rostro, ya había pasado lo mismo con Holly y Josuke ¿Por qué Shizuka?

-Fuera lluvia, fuera lluvia...- decía la pequeña sonriendo mientras daba una tierna caricia en el dorado cabello, cuando su madre llovía ella era la encargada de parar eso, su padre le había dado semejante labor -ya no lluevas mamá, todo esta bien- le beso la frente y lo abrazo. -¿Cocinamos? ¡Quiero hacer carne para Josuke! ¡Mucha carne!- 

Camino destinado.Where stories live. Discover now