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Poché tomó mi mano y bajamos evitando fácilmente a los guardias de seguridad. Al llegar a la entrada sentí el aire fresco y la felicidad fue inmensa. Poché le pagó dinero a un señor que nos dejó salir y subir a un auto negro que arrancó lentamente.

-No puedo creer que se deje comprar, ¿sales muy seguido?- pregunté.
-Em no, sólo he salido dos veces, un día fui sola al cine y otro día fui a ver a mi familia a lo lejos- su cara se llenó de lágrimas - no me acerqué porque me tienen miedo- sentí mucha lástima así que traté de ayudarla.
-Ellos te aman, estoy segura - pero tragué saliva el pensar en que yo también debía temer y no estar con una asesina por ahí.
El resto del camino nos fuimos en silencio. Observé por la ventana, los perros, la gente, los árboles.
Extrañaba la civilización y apenas han pasado tres días.
Un rato después llegamos al centro comercial Plaza Central.
Un tiempo atrás había vivido en unos apartamentos cerca a ahí.
Subimos al segundo piso a la 'Plaza Deportes'.
Al llegar a una puerta azul grande que estaba cerrada escuché a Poché enojarse.
-Joder, JODER- dijo la española de cabello azul.
Me acerqué a la puerta y me quité un ganchito de mi cabello, lo introduje en la cerradura y con unos movimientos se abrió dándonos paso al lugar.
-Wow, Calle, ¿dónde has aprendido eso?-
-Con mis amigos jugando estupideces-
-¿o sea que tus amigos también saben abrir puertas entonces? Son todos unos vándalos, pronto seguro están en el reclusorio.
Ambas reímos.
Era una pista de hielo. Nunca había visto una en mi vida, en Colombia no hay estaciones, no existe el invierno y menos la nieve.
Entré lentamente, una luz tenue alumbraba en el lugar desolado.
Debía estar abandonado por unos días ya que no habían personal.

-Ponte esto- me pasó una bolsa donde habían patines, un casco y otras cosas para la ocasión.
Después de apretar bien mis patines por sexta vez, por fin entré a la pista de patinaje.
Caía nieve de mentira y simuladores.
Intenté patinar y me caí en menos de dos segundos.
Poché se rio a carcajadas. Patinó hasta mi y me pasó sus manitos suaves ayudándome a levantar. Sus venas se brotaron un poco ante la fuerza, me gustaba mucho las manos con venas de esa forma. En hombres me volvía loca. No era lesbiana, así que en Poché no causó nada.
-¿No sabes patinar Calle?-
-No- admití- nunca había venido, ¿cómo es que tú sí sabes?-
-He estado más de dos veces en la pista, la primera vez fue en España, en Sport Hielo, era muy pequeña, pero aquí venía con mi madre, es mi lugar favorito en el mundo entero, me hace muy feliz-
Miré su sonrisa, tenía la sonrisa más hermosa del mundo, sus dientes no eran pequeñitos y sus labios eran muy provocativos.
Me pilló mirando sus labios y se alejó un poco.
-Ven, te voy a enseñar, dame la mano- le hice caso.
Empezó a jalarme mientras intentaba patinar y resbalandome cada nada.
-No, Calle, mirame, confía en mi- se acercó mucho más y tomó mi cintura, un escalofrío recorrió mi cuerpo.
¿qué me pasaba?
Poché me miró y se pegó más a mi.
Puso su frente en la mía y vio mis labios.
Mis piernas se sintieron de papel en ese momento.
-Para patinar bien, debes separar las piernas un poco - dijo y al notar que no movía ni un músculo bajó y puso su mano en mi pierna y separando ambas subió de nuevo.
-Tienes unas piernas hermosas Calle- me sonrió- eres preciosa, tus ojos, tu boca...-
-¿Te gustan las mujeres?- no sé por qué pregunté eso.
-No, soy heterosexual- se hizo atrás de mi y me dijo al oído - pero eso no quita que seas guapa- mi pulso se alteró, Poché era hermosa y a mi me gustaba apreciar la belleza femenina pero nunca me había puesto nerviosa una mujer- debes arquear un poco tu cuerpo- continuó y tomó mi abdomen inclinandome un poco.
Se dio la vuelta y volvió a quedar frente a mi.
-No puedo, soy malísima-
-Sólo dos pasos, vamos-
Di dos pasos y casi grito de la felicidad. Era un desastre pero iba mejorando.
-Bien Calle- dijo muy feliz y me abrazó, sentí su perfume de canela y noté que estaba estirandose para estar a mi altura. El abrazo duró mucho rato hasta que ella habló - hace meses no sentía a alguien cerca- sentí pesar, debía pasarla tan mal en ese lugar. Sin amor- y sentir tu cuerpo y además tu respiración agitada no tiene precio-
¿estaba agitada? Me empecé a separar lentamente hasta que nuestros labios quedaron muy cerca, ambas teníamos un mundo lleno de preguntas en la cabeza, nunca habíamos estado así por ninguna chica, sus ojos y los míos lo decían, pero la otra estaba siendo una excepción. Duramos como diez minutos en la misma posición y en silencio, casi con miedo de respirar.
Hasta que Poché se acercó y nuestros labios se juntaron.
Al inicio sentí miedo pero le di permiso a sus labios de continuar, fue un beso lento y tierno, perfecto como de película.
Sus labios eran suaves y deliciosos. Metí mi lengua entre sus labios sintiendo como se encontraba con la suya y jugaban al ritmo que nuestros labios se movían.
Mi corazón estaba acelerado y el suyo también.
No quería separarme de ella, nuestras bocas estaban hechas para estar juntas pero arruiné todo al estar tan en las nubes que no noté como me resbalaba hasta caer y mi cara terminar en el hielo volviendo a la realidad.
-Bebé, espera te ayudo- se agachó y me ayudó a sentarme - ¿te duele?- tocaba mi barbilla y mi cara- miré sus labios rojos y luego a su cara, reflejaba preocupación.
-Auch, un poco, duele, o como dirías tú, escuadra- nos reímos y luego me ayudó a levantarme.
No hablamos del beso, sólo patinamos por el lugar con nuestras manos entre lazadas.
Poché me enseñó unos trucos y me soltaba de vez en cuando para verme intentarlo sola, caí un par de veces y ella acarició mi rodilla ayudándome a continuar.
-Eso bebé, vas mejorando- me había dicho bebé dos veces y no podía creerlo, creí que era malvada- eres increíble, oye, ¿te cuento un chiste?-
Asentí con la cabeza.
-Llega un tómate a la disco y dice "pónganme una salsa" y lo pisan- nos reímos un rato sin parar y fuimos a sentarnos.
-Estoy cansada- dije quitandome los patines y el casco.
-¿quieres algo de comer? ¿tienes sueñito?- dijo con dulzura mientras me sonreía.
-Quiero una pizza-
Vimos a alguien acercarse por detrás.
-Ya deben volver, está demasiado tarde- dijo el amigo de la tía de Poché.

Salimos y sentí mucho frío tras una oleada de brisa. Maldito clima bipolar de Bogotá, siempre loco.
-Estás temblando, toma- dijo Poché quitándose el saco y poniéndolo por encima de mis hombros.

Subimos al auto y el señor me dejó poner música, después de tres días la voz de Taylor se me hizo más increíble aún.
El camino fue el doble de rápido. Vi unos taxistas peleando en la carretera unas calles antes de que llegáramos.
Abrí la puerta dispuesta a bajar.
-Calle bebé, espera, toma este "permiso de coordinación" si te preguntan donde estuviste todo el día, fue allí- me pasó un sobre color lila con una cinta roja - y... toma esto también, leelo y no dejes que nadie más lo lea, por favor-
Se bajó y entró rápido sin esperarme, entré tras ella pero ya no estaba, se había esfumado. Guardé el trozo de papel roto que me había entregado antes.
Subí al primer piso y me encontré a Laura.
-¿dónde estabas? Te llevamos buscando todo el día-
-La directora me necesitaba-
-Nos preocupaste tonta, ahora debes contarnos qué hacías con el chico más lindo y con más pretendientes del lugar-
No entendí a que se refería, hasta que recordé a Iván.
-Oh, no estuvimos juntos, sólo...- me interrumpió diciendo que debíamos hablarlo las tres juntas y fuimos caminando mientras pensaba que Iván ya no me parecía tan guapo como antes y no sabía por qué razón.

Entramos al baño puesto que Laura tenía que hacer sus necesidades.
Entré a otro cubículo y abrí la nota de Poché.
Tenía una letra hermosa donde decía:
Calle necesito que sepas algo que nadie más puede saber, confía en mi
Yo no maté a nadie.

Mi corazón se detuvo.

¿Confías en mi?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora