Hay una enorme duda rondando por mi cabeza desde hace varios días atrás, pero aún no he dado con alguna respuesta satisfactoria para darle tranquilidad a este loco esquizofrénico que se quiere escapar de mi pecho desde hace meses: mi corazón.
- Se supone que hoy es el día más feliz de mi vida, entonces, ¿por qué no estoy tan feliz? Ni siquiera siento esas mariposas en mi estómago - le pregunté con una tonta y muy falsa sonrisa.
Ella se tomó unos extensos segundos en responder mientras terminaba con el lacado palo rosa de mi dedo meñique.
- Estás entre nerviosa y ansiosa, supongo - dijo levantando la vista y devolviéndome la sonrisa, pero al instante su atención fue a parar hacia mi mano izquierda. O...
- ¿O? ¡¿O qué...?! - exclamé.
- Trata de no moverte - me reprendió frunciendo las cejas, pero aún sin mirarme -. Mamá dice que no debo meterme en los asuntos de los demás: solo soy una niña chismosa.
- Siempre serás una niña para tus padres. ¡Dímelo a mí! Ya tengo 24 y todavía, sin falta, le debo de resumir mi semana a mi mamá por celular.
Logré que se riera por mi inesperada y verídica confesión, lo que provocó que ella tuviese que apartar su pequeña brocha de mis uñas por unos momentos hasta que volvió a tranquilizarse y continuar con su apasionado trabajo.
- ¿Prometes no decirle a mi mamá que te di mi opinión? - dijo ella.
- Pinky promise - contesté alzando mi meñique y entrelazándolo con el suyo.
- Está bien, está bien... - se tomó un respiro -. Creo que te estás suicidando al comprometerte con ese chico. Perdóname, pero no logro verlos como un matrimonio.
Sus palabras habían sido lentas una a una. Era claro que se lo había pensando mucho en cómo decírmelo desde hace bastante tiempo pues cada frase fue escogida y acomodada para no ofenderme o desilusionarme demasiado. Mi reacción instantánea fue sentirme - luego de muchísimo tiempo- liberada. Casi de forma imperceptible soplé aire por mi boca. ¡¡No soy la única que piensa lo mismo!!
Obviamente, no me sentí atacada por su comentario personal. ¡Al contrario! todas las mañanas pienso en el día en que llegará mi suicidio al casarme con Jack Kennedy. Pero me avergonzaba poder compartir esa idea con mis amigas del trabajo o incluso con Sab.
- Lo sabía, lo sabía - chilló exasperada -. Mamá tenía la razón: ¡me meto en lo que nadie me llama! Ya te arruiné tu fiesta de compromiso, ¿no? Olvida todo lo que te dije, Alexandra. Tú y Jack serán fel...
- Relax, Sab, please! - levanté mis manos mostrando las palmas para tratar de calmar a sus chispeantes nervios -. Gracias por ser sincera. Creo que eres de las pocas personas que me dirían a la cara que "me estoy suicidando" con ese matrimonio.
- ¡Borra esa frase de tu mente! ¡Yo y mi gran boca!
- Tú y tu gran sinceridad, Sab - la tomé del brazo con mi mano aún sin manicura y le presioné con cariño -. ¿Te cuento un secreto? También pienso en que hoy no es el día más feliz de mi vida.
- ¿De verdad? Entonces, ¿no acabo de arruinar tu compromiso?
- Descuida, solo acabas de darme el valor necesario para escuchar a mi corazón por una vez en mi vida - suspiro, desdichada -.
Desvié mis ojos de ella y los posé en la ventana entreabierta de mi apartamento por la que ingresaba una débil brisa matutina. Recién regresé mi mirada hacia mi adolescente amiga cuando la oí señalar preocupada que ya iban a ser la nueve y que la manicure estaba retrasándose. Los siguiente quince minutos se sumieron en un cómodo silencio en el que mi mente se enredaba sobre sí misma en un intento de encontrar la salida a esta muerte anunciada.
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Bad Girl
Romance¿Qué sucede si el día de tu pedida de mano una extraña te roba un beso? A Alexandra no le gustó, al contrario, odió con todo su corazón a María Pía. Pero el destino las volverá a juntar luego de ese incidente. Ambas son tan distintas como el día y l...