12. Tell Me

3.4K 264 20
                                    

Sigmund Freud decía que las coincidencias no existen, que no son más que nuestro capricho por lograr conocer a alguien que de casualidad vimos por el filo de nuestros ojos, y que no estaremos tranquilos hasta que conozcamos a esa persona y le echemos a la culpa a la "pura coincidencia". ¡A la mierda con eso! Jamás en mi vida me hubiese encaprichado con una rubia que está a puertas de casarse. No fue por esa "casualidad" de besarla en el tocador una hora antes de que le pidieran la mano. Y tampoco fue suerte. Nunca he creído en la buena o mala fortuna. Estoy casi segura de que no existe así como tampoco los fantasmas ni la justicia en este mundo de mierda que se deja llevar por las apariencias y primeras impresiones de una u otra manera.

¿Mala suerte o coincidencia o casualidad? ¡¿A cuál de esas tres ideas de mierda le puedo echar justificadamente la culpa ahora mismo?!

Tantos hermosos meses a su lado lanzados a la misma basura por un malentendido que duró menos de un minuto. Quizá, antes de conocerla a profundidad y dejarme enamorar por su tan especial forma de ser, me hubiese contentado con que lo nuestro terminara de esta manera tan eficiente, es decir, rápida y sin explicaciones ni lamentaciones de por medio. Sin embargo, ahora mismo estoy marcando por séptima vez su número en mi celular, sufriendo debido a que su indiferencia y despecho me rompen el corazón en mil pedazos.

¡Vamos! Solo tienes que contestar la maldita llamada... al menos para que me grites que te jodí la vida. Me podrías decir que soy la persona número cuatro que apagó las pocas brasas de amor que aún calentaban las paredes del iceberg que tienes por corazón: ese al que yo me atreví a derretir desde que te robé un beso.

¡¡¡¿Por qué todo lo que se acerca a mí se jode en esta puta vida que me tocó?!!!

Apenas hace unas semanas te sinceraste conmigo y abriste un capítulo de tu vida que creías olvidado. No tenías que hacerlo, pero decidiste confiarme cómo te enamoraste y sufriste en tu adolescencia por una persona que no te merecía. Está bien que esa tal Kylie no sintiese lo mismo por ti, pero esa no era la manera de expresarlo. Luego, la tipa de Nueva York te hizo sufrir mucho -aunque todavía no sé los detalles, ni pienso preguntártelos porque esa desconfianza que está en tus ojos cada vez que me miras son la consecuencia que ella te dejó- y, finalmente, Jack Kennedy llegó a joderte la vida de la manera más cruel: cumpliendo el sueño que tus padres depositaron en ti. ¡Eso es lo peor! Alexandra: solo estás viviendo una vida que los demás esperan que tengas, no la que ¡TÚ QUIERES TENER!

¡Cuántas cosas tengo para decirte! Pero como una total estúpida me las estuve guardando para el momento indicado. ¿Cuándo llegaría? o, mejor aún, ¿cómo sabría identificar ese momento perfecto? Ahora solo me quedará el "y si hubiera hecho esto y no lo otro".

La novena llamada fue la que por fin contestas. Lo sabía, bebé, todavía no me odias por completo, sino ya hubieses apagado tu celular desde que escuchaste la primera timbrada. Me pregunto quién será la primera en articular alguna palabra envuelta en gritos de reproche. ¿Por qué la primera vez en mi vida en que no hago nada malo, me debo de disculpar?

- Sé lo que viste, gringuita.

- ¡Y qué me inventarás! -chilló ofendida y llena de celos con esa vocecita altanera y entrecortada que se la escuché cuando discutimos en la primera cita: esa vez sí me lo merecía -. Sé muy bien con quién estabas en el restaurante.

Cientos de lugares para almorzar una tarde de septiembre y tuvimos que elegir la misma terraza. No es suerte ni destino, simplemente es mi jodida vida manifestándose en su máxima expresión. Yo no merezco que nadie me ame ni sienta afecto alguno hacia mí: eso siempre lo supe. Durante este tiempo que he compartido con mi gringuita creí que estaba escapando de las enredaderas que me tienen prisionera desde que soy una niña: la edad en que me di cuenta que mi vida ya estaba decidida por sí misma, y yo no era más que la muñeca atada a los hilos que me moverían a lo largo de los años. Alexandra me había liberado. ¡Qué tonta! Creí que me encontraba libre, pero los demonios nunca me dejarán en paz.

Bad GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora