Dos días transcurrieron desde que Mathea me dejo en la azotea de la universidad en la que estudio, despidiéndose con un seco "estaremos en contacto" para luego desaparecer entre sombras que se evaporaron en el aire. Dejándome aún más curiosa a lo que acababa de enterarme, pero la nueva sensación de bienestar que el demonio Cimejes dejó en mi, hizo que valiera la pena tener que tragarme todas mis dudas.
Y a pesar de que me suspendieron hasta el lunes por no haber asistido a la cita que María me asignó con el rector, fueron los dos mejores días que he tenido en mi vida.
He recuperado todo ese sueño que perdí los últimos cuatro meses, y mis siestas han sido a lo que más me he aferrado estos últimos días. También he engullido mi estómago de toda la comida chatarra que he encontrado a mi alcance, hasta quedar completamente llena. Recuperé toda la normalidad que se sentía lejana, aunque recordar el motivo de por qué había perdido a la susodicha me pone los pelos de punta.
Si, aún se siente extraño creer en todas las cosas que me dijeron en el inframundo, pero lo hago.
Creo enteramente todo lo dicho, creo que conocí a dos demonios y también al mismísimo Satanás. Lo creo, y eso es lo que más me mortifica, porque las sensaciones que Lucifer me describió y que Cimejes dijo que volverían, hoy, sábado, han vuelto a aparecer.
Amanecí con una fiebre algo preocupante, y una repentina ansiedad ha hecho que tome ya 3 duchas en lo que lleva del día.
Y en este momento, literalmente, estoy dirigiéndome descalza hacía el campus de mi universidad, porque mis pies arden como el infierno y necesito algo de alivio .
Así que en esas ando, caminando descalza y bajo la fría lluvia por el césped mojado para aliviar la quemazón de las plantas de mis pies.
La lluvia cae sobre mi cara, pero no me molesta; al contrario, lo aprecio. Y es que el agua que cae también mengua el calor de mis pies, no tanto como sentir las raíces bajo los mismos, pero lo hace.
Arrastro mis pies, no entiendo como se supone que eso me pueda ayudar, pero lo sigo haciendo. El barro que llega a mi empeine es limpiado por las gotas de lluvia, y el frío de la misma sobre mí, crea contraste con la sensación cálida que se expande por todo mi pecho. Es una mezcla, un choque entre frío y calor que comienza a partir de la punta de mis dedos.
Y crece con cada respiración que tomo, como garras escalando por mis piernas cuidadosamente, en un amarre seguro hasta tomar control de mi pecho; de repente, el aire entra eufórico por mis pulmones, ansiando sentir el choque de temperaturas de mi interior con más potencia.
Sigue escalando hasta que por fin abarca cada espacio de mi ser, y la fuerza del impacto con la que soy abatida hace que caiga de rodillas al suelo.
Apoyo mis manos en el césped, pero mi acción hace que todo incremente con rudeza, porque mis palmas se calientan en el instante en el que toco el pasto, como si estuviera quemándolo con los dedos.
Mi interior está colisionando, puedo sentirlo en carne viva pero no puedo hacer nada al respecto; todos los vellos de mis brazos se erizan, y no puedo levantar la cabeza de entre mis hombros.
Trato de gritar,pero suena más como un jadeo débil y tembloroso.
Lo intento una vez más, el alarido resonante que libera todo el dolor de mi pecho, se lleva consigo todas mis fuerzas.
La lluvia sigue cayendo sobre mi espalda, pero apenas puedo sentirla; lo último que siento antes de cerrar los ojos y caer desmayada al suelo, es la nueva carga energética llenando el lugar.
♧
Abro mis ojos de golpe
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DESTRUCCIÓN
Fantasia"Mi cuerpo cae al suelo como fragmentos deshaciéndose entre sí, mi interior grita; todo mi ser se descompone por la energía que se desborda de mis dedos. Sus manos se afianzan en mi cintura y jalan de mí. Al instante sé que es él, la única persona...