Capítulo 21

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—Sabes algo? Si dejas de moverte, quizá te entienda.

No le hice caso, seguía temerosa con lo que acababa de pasar. ¿Quien diablos era ese chico? El simple hecho de no tener una respuesta concreta me hacía sentir amenazada.

—¿Como es que puede congelar a las personas? ¿Qué clase de criatura tiene ese poder?— caminaba de un lado a otro en medio de la biblioteca, completamente desesperada.

Azazel rodó sus ojos antes de pasarse una mano por la cara.

Me detuve en seco.

—¿Por que estás tan calmado? ¡Estoy teniendo un ataque de paranoia por aquí!— exclamé, levantando mis brazos.

—No es que esté calmado— dijo colocando sus brazos detrás de su cabeza— Es que hay una diferencia entre actuar como una lunática que habla consigo misma y mantener la compostura.

"Tiene razón"

Muy a mi pesar, dejé salir todo el aire que tenía comprimido en mis pulmones antes de tomar asiento frente a él.

—Bien, eso es un avance.— me había dicho, inclinandose hacía delante— Ahora, ¿recuerdas como lucía físicamente?

Asentí con mi cabeza:— Era alto, tenía los ojos grises y era muy pálido.

—¿Como iba vestido?

—De negro completo, usaba una capucha.

Azazel apoyó los codos sobre la mesa que nos separaba y reposó su mentón sobre sus manos.

Arqueó una ceja

—¿Y era guapo?

Como de costumbre con cualquier conversación que tengo con él, rodé mis ojos.

—¿Que tiene que ver eso con la situación?

—Que si te acorraló contra una pared y más encima era guapo, Mathea se pondrá furioso.

Lo que dice me trae un recuerdo a la cabeza, y siento mis mejillas sonrojándose.

Aún no adjudicaba con Azazel lo que pasó antes de ir a la batalla con los ángeles, cuando nos vió a mi y a Mathea besándonos en ese pasillo oscuro. Quería hacerlo porque pensaba que era lo correcto, aunque a decir verdad a él no le sorprendió tanto.

—Acerca de lo que viste...

—No importa.—me corta antes de que pueda decir algo—De todas formas, ya lo sospechaba.— me da un guiño coqueto, sin rastro de maldad en su gesto.

Suspiré antes de decir:

—Solo no se lo digas a nadie.

Sabía que Azazel no era un problema si hablábamos de guardar secretos, pero no pude evitar imaginar en que pensaría él de mi ahora que sabía que estaba con Mathea. ¿Me vería como una hipócrita? De cierta forma lo era, no?

—Por supuesto que no se lo diré a nadie, Abigail, pero necesito que me asegures algo.

Eso me confundió, haciéndome fruncir el ceño

—¿Que cosa?

—No se que sea lo que haya entre ustedes dos, y tampoco es de mi incumbencia— comenzó, sus ojos negros se enfocaron en los míos. Lucían honestos y brillantes— Pero conozco a Mathea hace un tiempo, no somos amigos y de seguro él me odia, pero desde que lo conozco siempre ha sido alguien con el enfoque en cumplir los deberes que le dan, siempre, ese es su mayor objetivo en la vida, nada más. Fuera de eso, no hay mucha historia en cuanto a relaciones privadas, porque no le interesan.

DESTRUCCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora