Capítulo 24

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Mil y un pensamientos e ideas corren por mi cabeza. Sigo sintiéndome un poco desorbitada, pero ya no es tanto como hace unos minutos. Aún me duelen los costados de la frente y emocionalmente, estoy agotada.

Mathea sube las escaleras detrás de mí. Sus pasos son firmes y secos, callando los míos por completo. La iluminación es escasa, pero siempre lo era. Ya me había acostumbrado a no ver con claridad cuando me paseaba por aquí que mi mente había memorizado los caminos y las distancias perfectamente.

Salimos al salón y aún escuchábamos a la multitud celebrando fuera. Eso aprieta mi pecho otro poco, por lo que me volteo hacía Mathea al llegar al centro del salón y le pregunto:

—¿Puedes llevarme a casa?

Primero, me observa con los ojos entornados y luego, una risa absurda le sale de los labios.

—Lucifer quiere que te quedes a celebrar la velada.— su tono es frío y despectivo.

—¿Y? Quiero ir con Tristán.— pido medio confundida.

—No me importa lo que tu quieras.

Su mirada se ha vuelto gélida y distante. Ya ni siquiera me mira a los ojos, sino a un punto invisible sobre mi cabeza.

¿Por qué se esta comportando así?...

—¿Disculpa?

Una risotada ajena invade el lugar.

—Y yo que pensaba que ya se llevaban mejor.— esa voz inconfundible emerge desde la profundidad de la entrada.

Lucifer.

Los ojos de Mathea se conectan con los míos durante una milésima de segundo y allí lo entiendo todo. Un botón de emergencia se activa en mi sistema y trago saliva, mientras intento mantenerme indiferente cuando siento a Lucifer acercándose por mis espaldas.

Sus manos se colocan en mis hombros y pego un saltito involuntario. Otra pequeña risita de burla sale de sus labios cerca de mi nuca, y paso saliva una vez más obligandome a disimular la sorpresa.

—Pero no tienes que preocuparte, Abigail, Mathea puede ser algo hostíl.

—O un desagradable de mierda.— comparo mirando a Mathea con falso desafío. Él me mantiene la vista unos momentos, algo brilla en sus pupilas de forma tácita.

—O eso, pero tiene razón. No puedes irte aún.— Lucifer me voltea en su dirección para mirarlo a la cara, —Hay algo de lo que deseo hablarte.

No hago intento de lucir interesada.

—¿Con qué quieres joderme ahora?— suelto.

Las llamas en sus ojos, que se encontraban apagadas dejando ver una iris de pura y absoluta negrura, chispean con fascinación.

—No sé si estás enterada, pero el odio que sientes solo me pone más alegre.—la mano que estaba ubicada en mi hombro derecho se dirige a un mechón suelto de mi cabello y lo coloca detrás de mi oreja con bastante dulzura.— Así que podrías estar así toda la mañana, no me afecta en nada.

Fuerzo una gran sonrisa.

—Podría, pero no tengo ganas de verte la cara más de lo necesario.—entrecierro mis ojos y extiendo aún más mi sonrisa falsa, luego le doy un manotazo para que me quite las manos de encima, —¿Qué es lo que quieres?

Con la misma expresión de mofa, se lleva una mano a la incipiente barba que cubre su piel pálida para rascarsela con los nudillos antes de decir:

—Lo creas o no, he escuchado tus molestias acerca de que el conflicto será en terreno de ''gente inocente'' o lo que sea que eso signifique, y me hizo cuestionarme el si iniciar mi próximo mandato de una forma pacífica con mi nuevo pueblo o solo matarlos a todos si se las dan de revolucionarios.

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