Decimoquinto capítulo

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La habitación de Hímero es oscura, pero tan semejante a la tuya como se esperaría de un hotel. La cama está deshecha, pero no le quita lo tentador con una almohada blanda y sábanas de seda. Tiene además un aroma exótico que consigue embriagarte,y que descubres, proviene del mismo Hímero. Si no te sintieras tan aturdido ahora mismo, le preguntarías por el perfume.

-¿Está bien?- Te pregunta Hime, que en algún momento se ha acercado peligrosamente a tu oído derecho. Un escalofrío recorre todo (y digo todo) tu cuerpo.- Le noto un poco nerviosa, señorita Bianca.

-Nada, Nada- tartamudeas, apartando la mirada- solo tengo un poco de... Uh... ¡Mareo! Del viaje, ya sabes. Es decir, del viaje de Italia hacia aquí...

Hime desliza una de sus cálidas manos hacia tu frente con delicadeza. Sientes su aliento candente contra tu cuello, su cuerpo contra el tuyo.

-Hime, ¿no deberías estar buscando tu teléfono?

El muchacho se aleja con una musical risa.

-Claro.

Sin tardar mucho, se gira hacia un pequeño escritorio beige en el que reposa su teléfono. En cuanto ves que ha terminado, te aproximas a la puerta. No quieres pasar un solo segundo más en esa habitación, te está volviendo loco poco a poco.

Hime, sin perder su sonrisa, te abre la puerta (aunque no tienes muy claro en qué momento la cerró) y te deja pasar, como todo un caballero. Murmuras un gracias antes de salir al pasillo.

-Deberían estar en el almacén de productos de limpieza, es donde creo que les vi. Creo que estaban huyendo de algo...

-¿Pero, de qué? -Preguntas--Sólo venimos por recomendación del padre de una de nuestras estimadas compañeras. ¿Por qué tendríamos que huir?

-Vamos a comprobarlo, linda -Te responde, tomando tu mano y caminando a prisa, a lo que tu apenas asientes.-

Después de unos segundos corriendo por los pasillos, Hime se para frente a una pequeña puerta blanca con un único letrero: "Solo empleados". Como sea, la puerta está entreabierta y él no dude en terminar de abrirla y entrar, arrastrándote con él.

-No hay nada.. -Murmuras, mientras tus ojos recorren la estancia, oscura y desértica, en la que apenas había una lavadora, una fregona, una secadora y dos armarios llenos de productos de limpieza. -¿Estás seguro?

Hime no asiente. Está cerrando la puerta.

-Hime... 

Se acerca a ti, arrinconándote contra uno de los armarios. Esconde su rostro en tu cuello, una de sus manos de cuelan por debajo de tu falda, acariciando tu muslo.

- ¡Saca eso de ahí! ¿Me oíste? ¿Que tu mamá no te enseñó modales? -Frunces el ceño, comenzando a gritar en español, apartando su mano y consiguiendo intimidarlo con la velocidad a la que hablas- ¡Tócame otra vez y te corto lo que sea que traes entre las piernas, malnacido! Y a bocados, que duele más. ¡Vente para acá, a ver si sigues tan valiente, carbón! ¡Voy a convertir tus intestinos en un fular!

Mientras que el desconocido comienza a reír, te preparas para recibir la paliza de tu vida con la mayor dignidad que con estas pintas podrías tener. Pero si mueres, que sea en pie, ¿no?

Gracias al cielo, la puerta tras Hímero se abre. Puedes ver a tus cinco amigos con miradas amenazantes. Nico incluso lleva su espada, esa que te da tan mala onda.

-Aparta. - gruñe Miguel- Saca tu trasero de aquí mientras puedes.

Hime te guiña el ojo una última vez, antes de retirarse con agilidad, pasando junto a Miguel, caminando por parsimonia con el pasillo. Te dan ganas de matarle, no se da prisa porque sabe que no podéis hacer nada, matar a alguien os metería en un problema.

-¿Estás bien?- Te pregunta Miguel, acercándose a ti- Marie vino cuando vio que era tarde y te hemos estado buscando...

-Estoy bie...

-¿Quién era ese? -Te pregunta Nico- Hay algo en él que me recuerda a cierto tipo...

-¡Nico! -Le regaña Leo- No es hora de que nos cuentes tus problemas con los tipos, ya sabemos que Le tiras a la otra acera. Ahora, ¿podemos cuidar un poco de T/N?

-No, estoy bien--Respondes, poniéndote recto y sacudiendo tu vestido- Pero vamos a llegar tarde al baile...

Sonríes, ahora que te puedes fijar con detalle en tus amigos. Miguel lleva un elegante y ajustado vestido verde lleno de lentejuelas, que resaltan sus afilados ojos, enmarcados por una peluca negra y ondulada que Le quedaba demasiado bien. Desde luego, es todo un hijo de Afrodita, su belleza es inigualable.

Leo lo lleva más o menos bien con su vestido, más corto y con más vuelo, aunque más que recordarte a una belleza de revistas te parece una adorable adolescente, pequeña delgada y morena que apenas puede contenerse en su hermoso vestido, que con tonos desde amarillentos a rojizos cubren su figura. Lo raro es que no lleva peluca, probablemente porque la habrá tirado un par de veces. Por suerte Miguel ha podido darle un toque femenino a su belleza con un lazo amarillo.

Los más graciosos, sin embargo, eran los tres restantes. Nico, con cara de "mátame ya" y sus pintas de la chica gótica al final de la clase. Marie que con su femeninas facciones y baja estatura parece un crío de tres años en un frac demasiado ajustado. Y Aarón, tan alto e imponente, con un vestido rosa... Agh. Simplemente una joya.

No puedes evitar reír un poco, y hubieras seguido mirando al pobre muchacho de no ser por la interrupción de Miguel.

-Vamos, nos tenemos que poner en marcha. Si tu intuición es buena, esta cena habrá algo importante.

Asientes, tomando su mano y comenzando a caminar por los pasillos.

-Debemos recordar todo bien-  Explica Marie, aunque te cuesta tomártela enserio- Mi guardaespaldas, Aarón, que es Rachelle, viene por si algo sale mal en nuestra reunión. Nicci que es Leo y su hermana Fía, que es Miguel, vienen porque yo estoy supuestamente comprometido con Nicci. Y Nico, que es Nicole, es nuestra traductora.

-Falta T/N- Añade Aarón- ¿Le has dicho algún nombre a aquel chico?

-El único que se me ocurrió--Respondes, sin darle mucha importancia--Bianca.

Nico para en seco. Por su rostro parece haber visto un fantasma (Aunque eso para un hijo de Hades no debe ser muy sorpresivo). Sus ojos negros se abren como dos pomelos, su rostro, de ese tono blanquecino tan extraño, pierde el poco color que tenía. Sus ojeras malvas parecen más profundas.

-Nico, ¿todo bien?- Preguntas, preocupado- Si no te gusta puedo cambiar...

-No, está bien.- Responde secamente, volviendo a caminar -Solo terminemos con esta locura de una maldita vez.

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De la mano de Miguel, llegas al salón de la cena. Buscáis una mesa donde entráis todos, dejáis a Marie para que guarde el sitio, tomáis una bandeja llena de platos y os acercáis al buffet.

-Si Percy estuviera aquí y viese que no hay nada azul, le quita cuatro de las cinco estrellas--Se burla Leo, mientras se echa un par de lo que parecen empanadas- ¡Es una de las pocas personas que comería algo de un color tan raro!

-Tú y tu manía de fijarte en los hábitos alimentarios de una persona- Se burla Nico, cuya bandeja está más vacía que tu lista de relaciones estables- ¿No crees que sea un fetiche raro tuyo?

-Es cosa de buenos cocineros--Se defiende el pequeño moreno, echando en uno de los platos de Nico una buena cantidad de fideos- ¡Huesitos, no puedes vivir a base de aire y comida chatarra!

-Ustedes dos son adorables--Comentas con una sonrisa, en eso que te echas un poco de una cosa un poco extraña pero que te parece es solo una forma sofisticada de presentar tu comida favorita- Si se casan exijo estar en la boda.

-Si se casan será contigo, bebé- se burla Miguel, cuya bandeja empieza a parecerse al Fuji.

¡Bienvenido al Campamento Mestizo! (Rayito) (Gay) (yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora