🍴 I: Tueur 🍴

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[2 años después]

En New York había aparecido otro misterioso asesino. Los últimos días, varios jóvenes, y algunos adultos desaparecían; a veces sus cadáveres aparecían a los pocos días con algunas partes y órganos faltantes, otras veces sólo aparecían sus huesos. Según sospechaban las autoridades, podría tratarse de una organización que trafica con órganos.
Como a la policía se le había hecho extremadamente difícil este caso, decidieron contactar al famoso detective L.

El pelinegro comió un dulce y comenzó a teclear. Alguien llegó a la sala, un anciano vestido de traje.

– L, otra chica ha desaparecido –anunció mientras dejaba una taza de café junto al detective.

– Otra más, eh –mordió un dulce.– Ya son tres en lo que va de la semana...

– La policía ya ha pedido tu ayuda.

– Entiendo –bebió un sorbo de café.– Watari, prepárate, viajaremos a New York.

– Entendido –asintió.

Watari salió de la habitación.

[Una semana después]

Una semana había pasado ya, y el caso se estaba complicando bastante, incluso para el detective.

El pelinegro dio un sorbo a su taza de café y luego llamó a su ayudante.

– Watari, voy a necesitar un favor.

– Claro.

– Necesitaré ayuda para este caso.

– ¿Qué tipo de ayuda?

– El asesino posee una mente compleja y desquiciada, si quiero capturarlo voy a necesitar alguien que posea una mentalidad igual.

– Oh –exclamó con algo de sorpresa.– ¿Hablas de...?

– Sí –mordió un chocolate.– Por favor, haz los arreglos, Watari.

– Entendido –asintió.

[Horas después]

[ADX Florence, Colorado, USA]

[Pabellón H]

En una de aquellas celdas aisladas de la prisión se encontraba una joven, sentada en medio de la cama con la espalda apoyada en la pared y leyendo un libro de Edgar Allan Poe, mientras de fondo sonaba Tchaikovsky desde un pequeño equipo de música el cual tenía conectado una memoria USB.

Ella era de piel pálida, pues no tomaba sol ya que pasaba las 24 horas del día dentro de la celda, de ojos miel, tenía su cabello castaño claro largo sujetado en una coleta alta, era delgada y vestía con su uniforme de convicta: una blusa blanca y...

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Ella era de piel pálida, pues no tomaba sol ya que pasaba las 24 horas del día dentro de la celda, de ojos miel, tenía su cabello castaño claro largo sujetado en una coleta alta, era delgada y vestía con su uniforme de convicta: una blusa blanca y pantalones holgados beige junto a un par de medias blancas; sus zapatos permanecían en el suelo junto a la cama, y sobre una silla estaba doblada su camisa beige, la cual era parte del uniforme también.

La puerta exterior de su celda se abrió de pronto. Una gran cantidad de policías armados con trajes para disturbios y cascos negros estaban ahí fuera, listos en caso de una emergencia. Tn ni siquiera se inmutó, sólo continuó su lectura. El policía a cargo, quien había abierto la puerta, la miró serio.

– Bien muñeca, si cooperas no te dolerá.

Ella sonrió de lado y cerró su libro, dejándolo sobre la almohada.

– Si me tocan...los mato –advirtió.

– No es lo que crees –rió.– Con lo peligrosa que eres, nadie aquí se animaría a tomar ese riego.

Tn lo miró, seria.

– ¿Para qué perturban mi lectura?

– Alguien te necesita.

El hombre enseñó la laptop que traía en sus manos, la abrió y la giró, con la pantalla apuntando a la joven reclusa. Ella dirigió la vista allí, viendo en la pantalla la letra L en negro en formato 'Old London' sobre un fondo blanco.

– L... –murmuró, frunciendo el ceño.

– Tiempo sin saber de ti, Tn –dijo la distorsionada voz.

– ¿Qué demonios significa esto? –miró al policía.– ¿Qué sucede?

– Escúchalo.

Tn bufó y volvió la vista a la laptop.

– Hay un caso importante en el que tú podrías ser de ayuda.

– ¿Ayudarte a ti? –preguntó, levantando una ceja.– ¿Y qué gano yo?

– Podría reducir tu sentencia.

– ... –sonrió de lado.– ¿Qué tanto?

– Eso depende de ti.

– Tengo 3 cadenas perpetuas, no me sirven diez años menos.

– Lo arreglaremos a solas, ¿Te parece?

– ...Bien. Al demonio.

Te veré en New York.

La letra L desapareció, dejando la pantalla de nuevo mostrando el escritorio.

– Bien –cerró la laptop.–, prepárense para entrar –advirtió.

Aquel abrió la puerta de barrotes de la celda, pues aquella tenía dos puertas: una de barrotes interna y otra de metal externa con una pequeña ventanilla en la parte superior. El hombre se hizo a un lado y los policías armados entraron a la celda, apuntando a Tn con sus enormes armas; la fémina sólo levantó las manos, con una sonrisa burlona en el rostro.

– Quieta –ordenó.

– ¿Acaso me moví?

– Ya, ya –dijo el que estaba al mando.– Sólo espósenla y sáquenla. Rápido.

Uno de aquellos hombres bajó su arma y se acercó a la chica con cuidado, temía de ella. Tn le dio una patada en la pierna a aquel guardia, justo en la rodilla para hacerlo caer, tomando luego una pose de boxeo. Tres guardias entraron, y ella comenzó a golpearlos, usando los puños y las piernas; era experta en savete, el 'boxeo francés'. El policía a cargo suspiró y rodó los ojos; sacó una picana eléctrica y se acercó un poco, utilizándola para neutralizar a la chica desde lejos. Tn cayó al suelo, y rápidamente el hombre se le acercó y le inyectó un tranquilizante en el cuello.

– ¿Están todos completos?

Los guardias asintieron. El hombre giró, mirando al que todavía yacía en el suelo.

– Creo que me quebró un hueso... –dijo.

El tipo suspiró.

– El Alcaide va a colgarme –murmuró.– Como sea, espósenla y sáquela, rápido; y lleven a su compañero a la enfermería –ordenó.

– Sí, señor.

Un guardia esposó a Tn tras la espalda y luego la hizo levantar. La sacaron de la celda mientras los demás policías le apuntaban, y una vez fuera le colocaron una camisa de fuerza y un bozal, para luego amarrarla a una cuna vertical; tras ello, la llevaron por los pasillos hacia fuera, donde esperaba un helicóptero Black Hawk.

Apéritif Sucré 🍴 L LawlietDonde viven las historias. Descúbrelo ahora