🍴 XX: Gamin 🍴

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Tn despertó en cuanto la luz solar entró al cuarto y dio en su rostro, giró en la cama y miró al chico a su lado, pero este ya no se encontraba en él. La puerta se abrió de pronto, y Beyond ingresó con una bandeja en sus manos.

– Oh~ Buenos días, bella durmiente.

Ella frunció el ceño y se cubrió más con las sábanas. Él rió.

– Tonta.

El pelinegro se acercó a la cama y dejó la bandeja sobre la mesa de noche, en ella había una taza de café y tres tostadas con mermelada de fresa; luego se acercó al armario y sacó una de sus camisetas de mangas largas, una negra, y miró a la chica.

– Ten. Ponte esto –se la lanzó.

Ella atrapó la prenda, se colocó su ropa interior y luego la camiseta; tomó la taza y bebió, luego mordió una de las tostadas.

– ¿Extrañabas que te prepare el desayuno?

– Púdrete –bebió.

– Vienes en busca de tu hijo y terminas en mi cama. Interesante –sonrió de lado.

– Cierra tu maldita boca –comió.– ¿Vas a decirme dónde lo tienes?

– Lo maté.

Tn se ahogó con el café, por lo que dejó la taza a un lado y comenzó a toser, mirando al chico con cierta ira. Beyond comenzó a reír, divertido.

– Era broma, sólo jugaba.

– ¡Hijo de perra!

La castaña se levantó rápidamente y corrió hacia él, tomándolo de la camiseta.

– ¡Eres un maldito idiota!

– Cálmate –rió, tomando sus manos.– Te dije que no le hice nada. Ese niño es tuyo, así que no le hice nada malo.

– Te detesto –lo golpeó en el pecho varias veces.

Él la detuvo sujetándola de las muñecas.

– Quieta. Oye, tú practicaste savate, yo no.

– Te lo mereces. Debería usarte de bolsa de boxeo.

– Ya, está bien. Termina tu desayuno y te llevaré con el niño.

– Más te vale.

– Nunca te he mentido, ¿O si? –la besó.

– ...No.

– Come y vístete.

– Está bien.

Beyond salió del cuarto.
Tn volvió a la cama, para terminar de desayunar. Quería golpear a aquel ojirojo porque su actitud la desesperaba a veces, pero no lo hacía pues eso era lo que le había atraído en un principio; aunque también fue una de las razones por la cual le terminó, porque él había dejado esa actitud suya y había comenzado a imitar a L, aunque desde su ruptura se había comportado como él mismo cuando estaba con ella.

Tras desayunar, ella se colocó sus medias largas, short y su blusa, se acercó al armario y lo abrió, en busca de un suéter; tomó uno negro y se lo colocó. En ese armario encontró, además, algo especial: una fotografía de ambos cuando eran adolescentes, una la cual se habían tomado el día en que llegaron a Estados Unidos.

– ¿Algo interesante?

Ella se sobresaltó y giró, viendo al chico en la puerta.

– Sí –asintió.– Me gusta este suéter.

– Siempre usabas mi ropa, no me sorprende.

– Pero esto es más interesante –enseñó la foto.

Apéritif Sucré 🍴 L LawlietDonde viven las historias. Descúbrelo ahora